Amaneció con un día muy iluminado por el sol. Los rocíos sobre las plantas daban brillos especiales. Las aves inundaban el ambiente de bellas melodías. Y ahí estaba, el príncipe de mi castillo. Con ese rostro fresco, con ese olor tan delicioso. Me levanté en sigilo después de darle un beso en sus hermosos labios. Comencé hacer el desayuno. Mis piensos eran irnos hoy, buscar ese pueblo fantasma, no podíamos quedarnos aquí para siempre.
Una vez Thiago despertó, le conté de los planes, él aceptó. Después del desayuno salimos.
Salimos de ese bello lugar. Debíamos actuar rápido, o de lo contrario todo podía salir mal. Conozco a cara de perro, si se enteraba que Thiago aún vivía, me mataría sin pensarlo, así fuera su favorito. No recogimos nada de la cabaña, con mi pistola y el documento, era suficiente. Thiago tomó un pequeño morral donde guardó el documento, y unas galletas. No sabíamos cuál era la salida de esa montaña. Lo cierto era que debíamos seguir la carretera de tierra por donde creo entraron algunos carros antes. Caminamos y caminamos, veía las mejillas rosadas por el cansancio de Thiago.
—Te ves muy lindo.
—Gracias —se sonrojó más.
Por lo menos el recorrido era agradable, todo era selva, árboles gigantes, aves cantando, acantilados y paz. Unos horas de tanto caminar, escuché ruidos no tan lejanos.
—Estamos llegando a un caserío.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó.
—Escucho cantar a gallos, y perros ladrar.
En efecto, al segundo llegamos a un caserío, y no queríamos detenernos a preguntar cuál era la salida. Solo queríamos salir. Pasamos por la carretera; ahora de asfalto, casi sin ver a los lados, la gente nos observaba como lo que éramos: dos extraños.
En un lugar vimos a un tipo con una moto, rápido fui a él, se ofreció a llevarnos hasta algún lugar en la ciudad. Le di un reloj de pulsera que yo tenía como forma de pago, que era costoso, nunca dijimos que hacíamos por ahí, y él nunca preguntó.
Como a la hora nos encontrábamos llegando a un hotel en la ciudad, estábamos lejos de la capital donde yo tenía mi apartamento o Thiago su casa, por eso optamos por el hotel. No era un hotel de lujo, era un hotel de carretera, escasas personas, escasas cámaras. Esta vez pagamos con un anillo de oro que yo llevaba puesto. Thiago, se fue a duchar, luego yo. Lo que quería hacer Thiago era, ir a la policía y contar todo lo sucedido, así arrestarían a su hermano de inmediato.
Ya estábamos vestidos, y preparados para salir, cuando él se detiene un momento, dice:
—Todavía no creo que mi hermano sea el causante de todo esto. Jamás hubiera pensado que la ambición lo llevaría a matarme. Me siento mal por esa traición, era lo único que tenía y era en el único en que confiaba.
—Ahora estoy yo —lo animé.
—Siento que estoy en una carrera y me caigo cada vez. ¿Prométeme que siempre estarás conmigo?
—Prometo que correré y junto a ti— le dije tomándolo de la mano.
Justo cuando abrí la puerta para salir, se encontraban cuatro secuaces del cara de perro, armados hasta los dientes. Entre ellos Francisco.
—Qué bueno verte, Takashi.
—El jefe quiere verte, y al Objetivo.
—¿Cómo dieron con nosotros? — le pregunté casi entrando en shock. Era imposible que nos encontrara.
—Nada se le escapa al jefe.
—Él te explicará mejor.
—No quiero ir —dijo Thiago asustado.
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El Amor Asesino. Takashi (Completa. Gay)
RomansaEn el peligroso mundo del crimen y la oscuridad, Takashi se destaca como un asesino extraordinario. Su último encargo suena tentador: secuestrar y eliminar a un joven. Prometen pagarle la suma más alta que jamás haya recibido. Sin embargo, el destin...