Masoquista (6)

8 1 0
                                    

¡Qué impresionante es el mundo! ¡Qué impredecible es la vida! Para mí no existe el destino. No creo en fuerzas superiores que controlan los pasos ajenos, solo mis decisiones pueden hacer la diferencia.

Me acerqué a él, lo solté de la cama, él se levantó y me abrazó dándome un beso en la boca. Entonces le dije:

—Perdóname, Thiago. Tenía frente a mí, dos opciones. Darte muerte, cumpliendo con mi trabajo. La otra era, dejarte vivo, poniendo en riesgo mi vida y la de mi madre.

—No sabía que tenías tanta presión encima.

—En estos momentos mucha presión. Por eso debemos irnos lo más pronto. Debes enfrentar a tu hermano, ese documento es la única prueba que tienes en su contra.

—Tú testimonio también vale.

—No creo que le crean a un sicario. Al salir de aquí, debo entregarme a las autoridades. Necesito pagar por todo lo malo que he hecho.

—Estaré contigo en todo.

—Debemos idear un plan para salir de aquí. Antes me pareció ver un camino.

Salimos a donde dije, vimos el camino, en realidad era una carrera de tierra en medio de la selva que daba a algún lugar.

—Hay que ir por ahí—dijo.

—¿No te parece que ya es tarde? No sabes cuánto es de aquí al caserío que creí ver. No quiero que nos agarre la noche en esta selva.

—Tienes razón, además parece que va a llover.

Nos sentamos debajo de aquel árbol de aguacate.

—Háblame de ti. ¿Cómo es posible que un sicario, sea homosexual?

—Así como es posible que un juez sea injusto, o como que la luz se convierte en oscuridad.

—¿Siempre te gustaron los hombres?

—Siempre. Mi adolescencia no fue muy bonita. Fui separado de mi madre desde muy pequeño, a ella la enviaron a Japón y yo quedé en las calles. Económicamente nos recuperamos ya que mi padre comenzó a vender droga a mis espaldas, pero un mal día una banda enemiga de la banda en donde papá estaba lo consiguió, mi papá se enfrentó a ellos y le dieron muerte frente a mí. A mí me golpearon y me arrojaron a un basurero pensando que yo estaba muerto. Un muchacho me recogió y me ayudó incondicionalmente. Nunca abusó de mí, aunque, mi primera vez, fue con él. Fue cuando yo me encontraba preparado; según él, a los 15 años. Me enseñó a defenderme en el mundo cruel. Me enseñó cuáles eran las mejores maneras de conseguir dinero fácil, y con el tiempo, llegué a este mundo a asesinar a débiles, para tener una vida mejor.

—¿Llegaste amarlo?

—¿Amor? Respeto sí, solo eso.

Sus preguntas liberaron memorias que estaban ocultas en mi cabeza, memorias insoportables, aquellas que no quería olvidar. Posiblemente estas confesiones liberarán mi alma.

—¿Aún lo ves? —me preguntó.

Pregunta que no quería responder, en este caso, no quería ser sincero.

—No.— Respondí.

La verdad es que sí lo veo, ya no tenemos sexo continuamente como antes, pero sí lo veo, y cuando lo hacemos, él domina sobre mí, me ha golpeado, me amarra con cuerdas, usa implemetos sexuales que me duelen pero que me gustan. Hay algo en él que me debilita, y me infunde miedo. Por eso lo respeto, y no lo amo. Sí, ese soy yo, el asesino de seres humanos, el fuerte y tenaz, esa criatura tiene un miedo, una debilidad, es mi secreto y lo seguirá siendo hasta que yo decida lo contrario.

El Amor Asesino. Takashi (Completa. Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora