Muerte (8)

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Ahí nos encontrábamos: Thiago, mi madre y yo, rodeado de matones armados hasta los dientes. El cara de perro, apuntando a la cabeza de mi madre. Yo apuntando a la cabeza de mi hermoso. Y todos apuntaban a todos. Nunca pensé que me encontraría en una situación tan triste, y al mismo tiempo, llena de tanta adrenalina.

Entonces sucedió lo inesperado. Fue como si todo se me volviera en cámara lenta. Fabricio dejó de apuntar a mi madre y se colocó la pistola en sus sienes, y me dijo:

—Discúlpame por todo lo que te hice— y se dio un tiro, salpicando la cara de mi madre con sangre.

Quité la pistola de la cabeza de Thiago. Iba a donde mi madre cuando vi que el hermano de Thiago, lo apuntó para dispararle, de verdad quería desaparecerlo, tuve un impulso o un acto de locura, pero me puse frente a Thiago, recibiendo el impacto de la bala en mi pecho, caí de rodillas, observé el rostro de Thiago, era de terror, mi madre se acercó también. Thiago lloraba.

—Tranquilo. Mira, ya la policía está llegando.

Todo se apagaba en mi.

—No me vayas a dejar, mi animé favorito. Esa bala era para mí.

—No podría dejar que sintieras este horrible dolor— dije. Sentía que perdía el conocimiento—Tengo mucho sueño, mucho frío—Concluí, cayendo en los brazos de Thiago.

—No por favor. Takashi, no me hagas esto. ¡Densen prisa!

Escuché gritarle a los paramédicos. Pude ver luces en el cielo, lo que deduje que eran helicópteros. También vi a la policía apresando a todos ahí. Unos paramédicos se acercaron a nosotros, escuché que le dijeron a mi madre y a Thiago.

—Permiso por favor, dejen hacer nuestro trabajo—justo ahí me dormí. Perdí el conocimiento, no supe más de Takashi.

(Narrador en tercera persona para conocer en segundo plano lo que sucedió alrededor de Takashi)

De inmediato, los paramédicos lo suben en la camilla con rumbo a la ambulancia, que luego lo llevaría al hospital.

Aquel lugar era todo un desastre. La policía arrestaba a cuánto podía. Tanto el imperio de cara de perro, como el del hermano de Thiago, se desplomaron en ese momento.

Thiago, se veía muy asustado, no le soltaba la mano a Takashi, la mamá del chico herido iba con ellos en la ambulancia, también lloraba por él.

Llegaron al hospital donde este fue atendido con rapidez. Lo introdujeron rápido en el quirófano, un tal doctor Pérez, era el responsable de su vida.

Como a los minutos de haber llegado, el doctor Pérez salió y habló con la mamá de Takashi.

—¿Usted es la mamá del muchacho, el chico que llegó con la herida de bala?

La mujer respondió

—Si, soy yo.

El doctor prosiguió.

—Adentro se encuentran dos doctores más; la doctora López, el doctor Gómez, haremos todo lo que esté a nuestro alcance para salvarlo, para salvar a su hijo.

—¿Cómo lo ve usted?— preguntó ella.

—Para serles sincero, lo vi muy delicado.

—¡Doctor! Lo necesitamos, tiene una hemorragia— interrumpió una enfermera que salió del quirófano. El doctor salió corriendo.

La noticia preocupó más a la mamá de Takashi y a Thiago, este golpeaba la pared, caminaba de un lado al otro, se culpaba de lo ocurrido, y pues la mamá de Takashi, no ayudaba mucho.

Se la acercó en una ocasión y le dijo:

—Si no fuera por ti, nada de esto estuviera pasando, no quiero que estés aquí.

—Está equivocada señora. Yo no dejaría a Takashi ni en un momento, es aquí donde me necesita más.

La mujer se acercó y lo cachetea, volteandole la cara un lado, logrando sacarle lágrimas al chico.

—Eres un cínico, eso es lo que eres.

Thiago, no se fue del lugar, solo se sentó en un rincón esperando noticias de los médicos. No paraba de llorar, de pedir ayuda a el universo. Thiago, estaba seguro de que amaba a Takashi como nunca amó.

Eran las dos de la tarde cuando salió la doctora López con noticias. Ambos se acercaron a escuchar.

—Logramos realizar la operación con éxito, la bala rompió las venas pulmonares derechas, ya las restauramos, sin embargo, entró en coma, lo que quiere decir que en teoría está muerto.

Cuando escucharon la palabra muerto, comenzaron a pedir explicaciones.

—¡Cálmense! —decía la doctora— Una máquina lo mantiene estable, si en cinco días el paciente no reacciona, debemos quitarle el aparato, y ahí si estará muerto. De verdad rueguen a Dios que despierte antes, y otra cosa, debe pasar por administración, señora, deben cancelar los días que el muchacho estará aquí, o de lo contrario, será trasladado a un hospital público y eso sería muy riesgoso.

—No tengo dinero para pagar un hospital tan costoso, doctora— dijo la mamá de Takashi.

—Yo lo pago, dígame qué debo hacer— intervino Thiago, y se fue con la doctora a la administración a cancelar. Era importante para él, que Takashi recibiera toda la atención médica posible y necesaria.

Al llegar a ese lugar, él le preguntó a la doctora.

—¿Cuándo podré verlo?

—Mañana en la mañana, lo tendremos en observación hasta que reaccione.

—¿Si existe la posibilidad de que lo haga, de que reaccione?

—Si, puede que sí. De diez pacientes así, dos reaccionan. Por eso muchos le dicen milagro. Por cierto, ¿qué eres del muchacho?

—Soy su... —pensó por un momento lo que diría, y luego dijo— soy su novio.

Thiago, canceló la estadía de Takashi en el hospital, y se fue a sentar en el otro rincón, no podía conseguir el sueño.

A su mente le llegaron imágenes de todo lo que vivió en estas últimas horas, en tres ocasiones tuvo un arma en su cabeza. La primera, cuando lo secuestraron. La segunda, en el río a manos Takashi, y la tercera, en aquella casa, también a mano de Takashi.

Las horas comenzaron a pasar lentas. Cuando salió el sol, afuera del hospital se llenó de periodista y carros de la policía. Los periodistas querían saber, cómo estaba el heredero de Los Sambil, y la policía quería interrogarlo para comenzar las investigaciones y juicios con los malhechores.

Una tía y dos primos de Thiago, hicieron presencia, también querían respuesta. Mientras lo abrazaban verificando que se encontraba bien, le decían:

—Como tus captores no pidieron recompensa, supimos de tu secuestro fue anoche—decía la tía.

—En los noticieros hablan de ti, todavía no cabe en la cabeza de la familia que Javier haya actuado de esa manera —dijo el primo de color de piel negra. El primo rubio comentó:

—Aún no se sabe a ciencia cierta si él es el causante de todo esto.

—Porque no estuviste ahí —intervino Thiago— su objetivo era asesinarme para quedarse con las empresas, en tres ocasiones estuve al borde de la muerte, y fue por culpa de Javier. Lo hubieran visto, su mirada era distinta, tenía un odio hacia mí, como si yo fuera el culpable de que mis padres me dejaran esa herencia... ¿Mi tío Bernardo, se encargará del caso?— preguntó.

—Si, él se ofreció para ser tu abogado defensor, es el abogado de la familia, o conocidos. Se prestará para defenderte— habló la tía en respuesta.

—Necesito que todo el peso de la ley caigan sobre Javier, y necesito el apoyo de la familia.

—Descuida, estamos contigo.

El Amor Asesino. Takashi (Completa. Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora