Akira había heredado la inteligencia de Yuriko. Aunque no era introvertido ni tenía dificultades para sociabilizar como la médica, el joven era muy hábil cognitivamente, por lo que ingresaría a la Facultad de Medicina de la Universidad de Tokio con el primer puesto a nivel nacional, como lo hiciera su progenitora. Sin embargo, no pudo obtener el mejor promedio de ingreso a dicha casa de estudios entre todas las carreras, como sí lo había logrado su madre, ya que una jovencita que estudiaría en la Facultad de Economía había alcanzado un mayor promedio, aunque la diferencia sea de pocas décimas.
- Bueno, tampoco es que tengas que seguir los pasos de tu madre tal cual ella los dio –decía Bastian tratando de animar a su hijo quien yacía derrotado sobre el sofá más grande de la sala de la casa de Los Müller-Inoue.
- Lo sé, entre nosotros hay diferencias notorias –dijo Akira haciendo un gesto con sus manos que mostraba su cuerpo, indicando que desde el sexo hasta la complejidad genética de la mezcla de razas que él era hacían que fuera diferente a su madre.
- Pues, tampoco es que lo hubieras logrado si en vez de varón fueras mujer –agregó Bastian sonriéndole a su hijo.
- Eso es un misterio que nunca resolveremos –lo dicho por el joven Müller causó las carcajadas de Bastian, lo que lo contagió a reír como su padre.
- ¡Mi bebé ya es un universitario! ¡Felicitaciones, mi hijito bello! –la voz de Yuriko se escuchó en la sala y ambos hombres dejaron la comodidad de los sofás de un salto.
Al ser Yuriko la única mujer en casa, Bastian había enseñado a sus hijos que debían tratar a la madre como una reina, por lo que ella ingresara a una de las habitaciones significaba que ellos debían de inmediato dejar la comodidad del sofá, silla o cama para saludarla apropiadamente y atenderla en lo que necesitara. La médica ingresaba trayendo una botella de finísimo champagne y una bolsa con diversas botanas que había comprado en su tienda de delicatessen favorita para celebrar el logro de Akira en familia. Al verla con las manos ocupadas, padre e hijo se acercaron a ella para ayudarla con las compras, hacer que tome asiento y se relaje después de un arduo día de trabajo.
- No quiero sentarme, quiero darte un fuerte abrazo, mi bebé mayor –decía Yuriko mientras caminaba hacia su hijo, quien con una sonrisa en los labios recibió el gesto de amor de su progenitora.
- Gracias, mamá. Tu abrazo es el mejor regalo que puedo recibir por el logro alcanzado –mencionó Akira sintiéndose cálido al recordar el efecto que desde niño le producía estar entre los brazos de su madre.
- Entonces mandemos a la basura el abrazo que le dio su padre –dijo Bastian con ganas de bromear por lo dicho por su hijo, ya que antes había recibido a Akira con un fuerte abrazo cuando este llegó a casa.
- Y también el regalo que le hemos preparado por su ingreso a la universidad –decía Yuriko mientras se separaba de su hijo, quien evitó que se soltara de él al escuchar el comentario de la madre.
- ¿Cuál regalo? –Akira no soltaría a su madre hasta que le dijeran de qué trataba el obsequio. Bastian y Yuriko reían porque el gesto de su amado hijo les resultó muy divertido.
- Pues, como estás próximo a cumplir dieciocho años y ser mayor de edad, además que has ingresado con unas excelentes calificaciones a la universidad, tu madre y yo hemos decidido comprar para ti un automóvil –en Japón, se llegaba a la mayoría de edad a los veinte años, pero en junio del 2018 el Parlamento decidió reducir por dos años la edad para ser considerado un ciudadano con derechos y obligaciones que lo hacían partícipe de los diversos temas que afecten a la sociedad, por lo que Akira estaba a un poco más de un par de meses de convertirse en un adulto.
- ¿Hablan en serio? –preguntó el joven Müller evitando explotar de alegría antes de reconfirmar lo que sus padres le habían dicho.
- Por supuesto que sí, amorcito. En el mes de junio, por tu cumpleaños, tendrás tu primer coche gracias a tus padres. Los siguientes ya los obtendrás por tu propia cuenta –dijo Yuriko feliz al ver la hermosa sonrisa de Akira y sus ojos brillando en un tono ámbar que lo hacían lucir como si fuera un ser mágico.
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El amante mestizo
RomanceAkira, hijo mestizo de un matrimonio germano-japonés, al conocer a la mujer que sería su hogar estuvo a punto de vivir una pesadilla cuando se percató que esa maravillosa y única chica llamada Mika era la hija del primer amor de su madre. Sin embarg...