Para Akira y Mika, el tiempo se convirtió en un buen amigo que les ayudaba a defender su relación. Que este pase y ellos se mantengan unidos solo era la perfecta muestra de que lo que comenzaron a las horas de haberse conocido no fue un arrebato, fue lo que el destino había pensado desde el inicio de la existencia que debía ser para ellos. Así fue como transcurrió año y medio, dieciocho meses desde esa tarde en el parque favorito de Akira, donde todo empezó.
Año y medio compartiendo horas de estudio en biblioteca, almuerzos en la cafetería, practicando cómo sonreír, salidas al cine, alguna fiesta con los chicos de la universidad, un beso, un abrazo, un te quiero. Bastian y Natsuki, los padres que sabían de la relación, se sentían orgullosos de sus hijos al verlos que seguían avanzando por un camino que nunca es fácil ni sencillo, más cuando no se puede ser del todo sincero con todos. Ambos enamorados escondían lo que sentían el uno por el otro a uno de sus padres, algo que no les dejaba ser felices por completo.
A Akira se le hacía muy complicado mirar a los ojos a Yuriko cada vez que esta le preguntaba sobre su enamorada. En algún momento la madre Müller le cuestionó sobre cuándo presentaría a la jovencita, teniendo el hijo mayor que mentir respondiendo que aún no estaba seguro si ella era esa clase de amor, uno que quisiera que su familia conozca y la incluya entre sus miembros. La medica comprendía las palabras de su hijo cuando las analizaba considerando la edad que este tenía, pero cuando lo hacía tomando en cuenta la personalidad y mentalidad de su primogénito, estas le parecían que no eran propias de él, por lo que sospechaba que algo le estaba ocultando.
Yuriko no fue detrás de Akira para saber la verdad, fue detrás de Bastian. El médico alemán en más de una oportunidad estuvo a punto de revelarle todo a su amada esposa, quien podía ser muy insistente cuando algo quería obtener. La única forma que el padre Müller tuvo para sacarse de encima a su esposa y que el tema no fuera mencionado por ella, fue decirle una mentira. Bastian comentó con su esposa que la muchacha que en un principio Akira mencionó, no es con quien en ese momento mantenía una relación. Al preguntar Yuriko por qué no le comentaron que su hijo había pasado por una ruptura e iniciado una nueva relación hace unos meses atrás, su esposo le dijo que a Akira le daba vergüenza tocar el tema con ella, y que no quería volver a ilusionar a su madre con la idea de que pronto le presentaría a alguien que a él le importaba. «Mi hijo crece y se da cuenta que conocer a la persona con la cual compartirá la vida no es tan fácil como parece. A veces nos enamoramos de una imagen que no se puede mantener en el tiempo porque las personas cambiamos y nuestras prioridades también, por lo que debemos evaluar la situación, siendo la ruptura de la relación la mejor solución», reflexionaba Yuriko a la par que llegó a su mente el recuerdo de cómo el amor que sintió por Kenji se fue desvaneciendo mientras el que empezaba a tener por Bastian se hacía más fuerte. El médico alemán no supo interpretar la sonrisa que le ofreció su esposa, una con un toque de tristeza, por lo que pensó que de seguro el recuerdo de Kenji Sato y lo que sufrió por él llegó a ella, pero en realidad Yuriko estaba apenada por su hijo Akira porque cuando este le comentó que estaba enamorado lo hizo con tanta felicidad y un brillo en la mirada que pensó que nunca llegaría a saber lo que era tener un corazón roto. Ante esa sensación de que ella estaba recordando el pasado, Bastian se animó a comentar lo que llevaba años queriendo saber.
- Yuri, desde que terminaste la relación con Kenji Sato nunca más volviste a hablar de él –mencionó Bastian mirando serio a su esposa. Ella reconoció en él la mirada que usaba para no dar a saber cómo le afectaba el tema que hablaban. Ella sonrió tiernamente y dejó su asiento para sentarse sobre el regazo de su esposo, ya que no quería que él sintiera celos de una persona que se quedó en el pasado.
- Porque no hay nada de qué hablar –respondió y dejó un beso en una de las mejillas de Bastian-. Además, nunca más me lo volví a topar en la vida. Vivimos en ciudades distintas, nuestro círculo social y profesional es diferente, no hay nada ni nadie que nos una, por eso no volví a mencionar su nombre, salvo una vez, cuando conversaba con Akira sobre la cena de bienvenida. Le conté que en ella conocí a mi primer amor, y le dije su nombre, eso fue todo.
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El amante mestizo
DragosteAkira, hijo mestizo de un matrimonio germano-japonés, al conocer a la mujer que sería su hogar estuvo a punto de vivir una pesadilla cuando se percató que esa maravillosa y única chica llamada Mika era la hija del primer amor de su madre. Sin embarg...