Extra 3

12 1 0
                                    

Hiroto

Cuando Bastian y Yuriko se casaron, decidieron tener un hijo de inmediato. Ella acababa de cumplir veintinueve y él ya estaba avanzado en sus treinta y nueve, así que ambos tenían premura por ser padres. Akira llegó cuando Bastian acababa de cumplir cuarenta y a Yuriko aún le faltaba unos cuantos meses para los treinta. Por la edad que tenían y la profesión tan demandante que practicaban, tomaron la decisión de solo tener un hijo; sin embargo, la vida da sorpresas, y siete años después estaba naciendo Hiroto.

El segundo hijo de Bastian y Yuriko sí se notaba japonés. Cuando Hiroto nació, parecía que un pequeño puercoespín dormía sobre su cabeza. El extremadamente lacio cabello junto con la piel pálida y los ojos notoriamente rasgados fueron la señal de que los genes de la madre se impusieron a los del padre, por lo que a primera vista se apreciaba las características de la raza de los hijos de la nación del sol naciente en él. Al igual que cuando el primogénito llegó a su vida, Bastian caminaba orgulloso llevando en brazos a su segundo hijo a todos lados, respondiendo afirmativamente a la pregunta si la madre era japonesa y demostrando felicidad por tener un hijo representante de la raza de los ancestros maternos.

Durante los primeros años en la escuela, Hiroto no sufrió ningún episodio de rechazo como sí le ocurrió a Akira. Como su cara iba acorde a su nombre, y a los tiernos cuatro o cinco años uno no pregunta por el apellido, no resaltaba la noticia de que fuera un hafu, cosa que empezó a notarse al ingresar a la pubertad, momento en que el cuerpo de Hiroto manifestó los genes germanos que tenía al dar un estirón que hizo que a los trece años ya mida 1.85 m. Fue en esos años que empezaron a hacer comentarios despectivos por su condición de hijo mestizo, algo que a él nunca le importó porque, a diferencia de Akira, su temperamento despreocupado hizo que llegara a ser muy extrovertido, rozando el ser un sinvergüenza ante los comentarios hirientes.

Hiroto no era un alumno brillante como su hermano mayor. Era algo holgazán, según los profesores, pero en realidad a él no le gustaba gastar energías haciendo lo que no era de su interés, y por eso no se esforzaba en las asignaturas que no eran de su agrado. Por tal motivo, Bastian vaticinó que su hijo menor sería el nieto de Katelijn Van der Heijden que podría velar por los negocios de la familia neerlandesa al gustarle las Matemáticas cuando eran aplicadas a la Gestión Empresarial y Economía. Sin embargo, que él sea médico y no le interesara para nada los cargos administrativos que siempre le ofrecían en el hospital, así como tener a su hermana Katha, la gestora administrativa por excelencia, a miles de kilómetros de distancia, no ayudaba a que Hiroto pueda ser influenciado para que termine deseando un futuro profesional ligado al manejo de las empresas de su familia neerlandesa.

Durante el agasajo que planificaron por la graduación del pregrado de Akira y Mika, la llegada de los padres de Bastian, así como de su hermana junto a su cuñado y los hijos de estos con sus familias, llamó la atención de todos. Por primera vez Los Müller-Van der Heijden, así como Los Müller-Van Leeuwen se reunían socialmente con las familias fundadoras del Conglomerado Sa-Na, descubriendo que entre los nietos de Katelijn Van der Heijden había tres médicos, quedando como única opción y posibilidad de tener a alguien de la familia encargándose de las empresas neerlandesas a Hiroto.

- Oye, Bastian. Si los hijos de tu hermana son médicos y Akira también, ¿quién se va a hacer cargo de las empresas de los Van der Heijden? –preguntó Takeo en un susurro, para que nadie más que Bastian lo escuche, tras enterarse que a ninguno de los dos hijos de la hermana del alemán les interesaba la dirección de las empresas de esa familia.

- Tenemos la esperanza de que Hiroto haya heredado la vena empresarial de mi madre, sino estamos muertos –respondió así el médico alemán.

- Entonces, si quieres saber si tu hijo menor es hábil para los negocios, ¿por qué no lo envías a Nagoya cada periodo de vacaciones para que nosotros le mostremos cómo se maneja una empresa? Por ahí que le gusta, y al ser familia, nosotros podríamos irle enseñando algunas cosas que luego va a perfeccionar en la universidad –Takeo sonreía sinceramente a Bastian, ya que su ofrecimiento no tenía ningún deseo oculto que favorezca a su familia. Al médico alemán le caí bien Takeo, aunque a veces le hiciera unas bromas de niño chiquito, cuando él ya estaba por los sesenta y dos años y el japonés por los cincuenta y seis.

El amante mestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora