Capítulo 16

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Sin necesidad de ansiolíticos o sedantes, Mika durmió toda la noche, hasta bien entrada la mañana del día siguiente. Kenji y Natsuki se habían quedado en la habitación de su hija mayor, velando su sueño, ya que les preocupaba que se despertara y tuviera alguna reacción que necesitara ayuda para superar. La madre dormitaba por momentos, ya que estaba cansada; tener cinco hijos, incluyendo a un pequeño niño de casi cuatro años, no es nada fácil cuando se supera los cuarenta. Sin embargo, por más cansado que estuviera, el padre no cerró en ningún momento uno de sus ojos.

Kenji era el que mejor conocía a Mika por la condición que heredó a su hija. Aunque solamente una vez tuvo un shock nervioso, al creer que su amada Natsuki lo abandonó, recordaba muy bien lo que sintió cuando puedo exteriorizar el miedo, la ira, la tristeza, el dolor, por lo que estaba completamente seguro que lo que estaba sintiendo su hija era devastador, pudiendo destruirla si no lograba encontrar una solución favorable para el problema. Él nunca se imaginó una vida sin Natsuki, por lo que entendía que para Mika sería terrible tener que seguir viviendo sin Akira a su lado. En esta clase de amor, donde claramente el compañero es un complemento eficaz que ayuda a mejorar algún aspecto del otro, no cabe la posibilidad de poder continuar la existencia sin esa otra parte, era todo o nada, por lo que al Director Sato le apremiaba tener toda la información para saber si lo dicho por Valery Wilde era verdad o había la opción de que estuviera equivocada.

El preocupado padre pasó la noche pensando a quiénes podría recurrir para que lo ayuden a enfrentar al Embajador de los Estados Unidos. A eso se había reducido todo, al enfrentamiento con un hombre que en Japón representa a una poderosa nación. Que no acepte que se hagan los estudios pertinentes que confirmen lo que su hija ha confesado era un gran obstáculo, pero también un aliciente que le hizo pensar que había alguna posibilidad de que la hija Wilde estuviera mintiendo. Hablar con Akira era necesario para entender las circunstancias en las que se desarrolló esa relación informal que sostuvo con Valery. Rogaba por hallar alguna información que le ayude a demostrar sin la necesidad de la prueba de laboratorio que Akira no era padre de ese niño.

Calcular la probable fecha de concepción y que Akira recordara tan bien el último día que mantuvo relaciones coitales con Valery era lo que Kenji necesitaba para iniciar su búsqueda de la verdad. La única forma que tenía para destapar la mentira era confrontando a la persona que la dijo, para lo cual necesitaba más hechos que apoyen su discurso. Hallar a la amiga de Valery, la única que tuvo durante su año de estudio en Japón era vital. Encontrar a esa joven iba a ser como buscar una aguja en un pajar, pero recordó que hubo alguien que pudo encontrar una aguja que se había perdido en un espacio mucho más amplio que el que puede ocupar un pajar.

Después de obtener el nombre de la amiga de la hija Wilde, sin previa llamada, Kenji manejó hacia la Torre Fukuda, donde, por la hora, estaba seguro que encontraría a Shiro, el hijo de su primo Aki, el ahora Director General de los negocios del Grupo Empresarial Fukuda. Shiro había sido la aguja que Aki perdió cuando por miedo a deshonrar a su familia terminó una relación con Yumei Ogawa, la mujer que amaba y quedó embarazada fuera de un matrimonio. Por cuestiones de la vida, Masaki Fukuda, padre de Aki, había aceptado que su hijo se case con Yuna Mitoma, para ayudar a su mejor amigo Ritsu, padre de está, a que no caiga en la bancarrota. En realidad, Aki no quería terminar la relación con Yumei, solo la mantendría en secreto hasta que pasaran los tres años que su padre le pidió que sigua con el matrimonio, pero el hijo que esta esperaba no encajaba en sus planes, por lo que proponerle a la joven que abortara marcó el final de esa historia de amor. Yumei desapareció junto con su hijo no nato. Aki la buscó por todas partes, pero sin éxito, ya que no podía hacer una investigación más exhaustiva al no querer llamar la atención de su familia. Yumei había hecho de todo para evitar que la encuentren al pensar que Aki la podría estar buscando para matar a su hijo. La asustada madre hasta cambió de identidad, pagando una enorme suma de dinero a un desalmado hombre que era autoridad en un pequeño pueblo rural, con tal de proteger a su niño. Ella y su hijo vivían en la pobreza, tratando de sobrevivir con arduo trabajo, pero cuando la enfermedad llegó, ambos cayeron en el más profundo hoyo de la miseria económica, y cuando ella murió, el hijo, quien pertenecía a una adinerada y poderosa familia, tuvo que vivir hasta sus veintisiete años padeciendo necesidades y esforzándose para sobrevivir, teniendo tres trabajos, más los extras que hacía los fines de semana. Luego la vida le cambió cuando dieron con su paradero y pudieron hacerlo el heredero de un multimillonario grupo empresarial.

El amante mestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora