No tengas miedo

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Siento el calor de la comida que me entregó el policía, sé que tiene que ser su almuerzo por el recipiente donde está

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Siento el calor de la comida que me entregó el policía, sé que tiene que ser su almuerzo por el recipiente donde está. Se me escapa un suspiro al seguir disfrutando de la comida una vez que él sale de la celda para sentarse en una esquina a revisar unos papeles.

Agradezco que llegara a tiempo, para alejar a ese hombre del hostal.

Levanto la mirada, sé que en la oscuridad que me encuentro es difícil que pueda ver mis ojos negros. Gracias a eso puedo verlo sin que lo sepa. Su ceño se frunce leyendo uno de los informes, haciéndolo ver peligroso.

—¿Darren Urdanibia? —consulta leyendo en los papeles y escuchando una leve afirmación desde la celda— ¿cuál era tu trabajo antes de entrar aquí? —su voz rompe el silencio y me hace saltar en mí, por el tono grave de su voz.

—El ultramarino que se encuentra cerca del hostal, es mi negocio, señor.

Levanta su mirada de los papeles, por un segundo parece que sus ojos me ven, provocando que me acerqué más a la pared para ocultarme de él. 

—¿Tu mujer es la que ahora lleva el negocio? —consulta Vargas volviendo su cara hacia una de las celdas cercanas a él.

—Sí señor. —se oye levemente.

—Cuenta qué ocurrió Darren, —vuelve a mirar a mi esquina con una mirada llena de fuerza. —Voy a escuchar lo que tengas que contarme, no tengas miedo. Solo quiero descubrir la verdad. —la manera rotunda en que lo dice, me hace saber que me lo dice directamente a mí.

Darren comienza narrando como fue que llegó con sus padres desde la otra parte del país, emigraron huyendo de esa zona de guerra y con la idea lanzar su negocio. Su padre creó un pequeño ultramarino, que después heredo y que le da solo para poder vivir. 

Su historia no es mi problema, por lo que termino de comer sin prestarle atención, hasta que nombra al hombre que me metió aquí.

—Entonces, Darren, ese sujeto quiso pasarse con una joven y al tu intervenir, ¿te amenazo?

—Realmente llamó a la policía, mintiendo a su favor, al ser emigrante no me creyeron y me metieron aquí sin preguntar qué ocurrió. —me inclino un poco observando la mirada del policía Vargas y se muestra pensativo.

—¿Qué fue lo que inventó? —se levanta hasta donde creo que está Darren, ya que en ningún momento he logrado verlo.

—Que intenté robarle y agredirle.

Me sobresalto, al escuchar una maldición de la boca del policía, viéndolo caminar en pocas zancadas hasta la salida del calabozo.

Respiro tranquila, porque no me interrogó. No sé si ha creído la historia de Darren, yo lo hice porque es igual a la mía. En este momento, es cuando me doy cuenta de que una parte de mí, deseaba que él confiara y escuchara lo que tenía que decir.

Mis SacáisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora