No comprendo por qué el otro policía llegó con mantas y comida.
Solo espero que no piense quedarse esta noche, porque solo de pensarlo me da calor en las mejillas.
¡Ay! Dios, porque eres tan cruel con esta simple gitana, ¿Qué habré hecho yo para que me mandes a tan baljí gaché? (bello hombre)
No puedo dejar de mirarlo cuando se incorpora de la silla para tomar las cosas que dejó su compañero.
Los músculos bajo esa camisa ajustada, que parece que tuviera tres tallas menos, se endurecen con el movimiento, dejándome no solo hipnotizada, sino babeando.
¿Por qué me tientas con este gaché? Sí es por no conocer hombre alguno, gracias por las vistas.
—¿Puedes dejar de mirarme así? —Su pregunta me trae de vuelta al mundo real.
—¡Eh! ¿Cómo? —Le pregunto casi inconsciente, porque se realmente como lo estaba mirando, pero prefiero hacerme la tonta.
—Como si fueras a devorarme. —¿Se pueden creer que me diga eso? Yo primero tendría que tocar si es de verdad, ya después vería si lo devoro o lo degusto.
—¿Puede? —le respondo aún un poco pensativa, mientras que él levanta una ceja y sonríe pícaro, —Solo quiero saber cuánto tengo que cavar para enterrar tu cuerpo si me tocas.
—¿Se puede saber con qué piensas detenerme? —me dice, acercándose muy lentamente.
Si fuera por mi ahora mismo no te detendría, pienso, pero no le doy respiro.
—Bueno, primero puede que te disfrute un rato —le digo acercándome y dejandolo desconcertado por mi osadía —lástima que no puedes tocarme, porque se interpone mi navaja —la cual esta rozando su abdomen, baja la mirada y me mira frunciendo el ceño.
Le sonrío triunfante para moverme a un lado y correr fuera de su alcance.
No sé quién huye de quien, porque me temo más a mí que a él.
Veo como se gira despacio con esos ojos azules como luceros y no puedo evitar bajar la mirada a su.., ya saben, tenía que comprobar si le había hecho daño.
Una sonrisa traviesa se me dibuja al ver ese bulto desafiante.
El mira en la misma dirección y con rapidez sale a la calle. Mi risa aumenta sin poder evitarlo.
—Aún no te libraste de mí —me dice desde fuera.
—Eso piensas tú. —De inmediato cierro la puerta y pongo el cerrojo, quedando cerca para decirle —gracias por la comida y las mantas.
—¿Estás segura que no quieres que me quede? —el que no está seguro eres tú, y me estoy viendo presa por abuso de autoridad, vuelvo a pensar antes de responderle.
—Sí, estoy segurísima que puedo estar sola, gracias por haberme cuidado.
Dejo mi espalda de caer contra la puerta recordando los leves momentos cuando estuve con fiebre y lo veía poner su mano sobre mi frente con cara de preocupación.
La oscuridad en plena noche, la luz de la calle entra por unas de las rendijas de la venta, cuando un ruido se escucha en el exterior cerca de la puerta, haciendo que me desvele del todo. Con mucho cuidado, me acerco a la puerta y quito el cerrojo para entreabrirla, queriendo descubrir de que o quien se trata, pero un fuerte impulso hace que me retire de la puerta por la fuerza con la que esta se abre y deja ver frente a mí…
—¿Pero porque mierdas abres la puerta en plena madrugada? —me grita desafiante aún tirado en el suelo por el impulso al perder el apoyo de la puerta en su espalda.
—¿Y tú porque sigues aquí, si te hice salir de mi casa? —lo veo levantarse y palpar su pistola quitándole los rastros de polvo por la caída.
—No podía marcharme y dejarte sola, gitana. —¿Este es tonto?
—Disculpeme señor policía, —musculitos añadiría —llevo diecisiete viviendo sin necesitarlo, ¿porque piensa, que ahora sí estoy en peligro, si no esta usted a mi lado?
—Porque su familia está en el cuartel, en estos momentos.
—¿Qué? ¿Mi padre? —le pregunto con las lágrimas brotando sin control cuando asiente, confirmándose que él también está allí.
—Hubo una trifulca entre bandas. —Intenta explicarse pero lo enfrento.
—Mi familia no forma parte de ninguna banda. —aprieto los puños mientras le grito a la cara.
—Lo sabemos, —me dice pasando por mi lado adentrándose de nuevo en la casa hasta la cama, para tomar una manta y retomar el camino a la puerta. —Con permiso, tomaré una para aguardar fuera.
—Espera, —sujeto su fuerte brazo para que aún no salga. —Si lo saben ¿porque los tienen allí como delincuentes?
—Te equivocas, están en mi dependencia dentro del cuartel, —mira mi mano un segundo para soltarse de mi agarre. —Están vigilandolos para que no sufran represalias.
—¿Por eso estás aquí? —Saber que solo está para evitar más trifulcas entre bandas, me decepcionó.
Como siempre, el estigma de ser gitano y ser problemático, ladrón o un pobre diablo, está detrás de todo, por culpa de unos pocos tenemos que pagar el resto.
Es un tema que me quema por dentro.
No sé detienen en conocernos mejor antes de hacer uso de los prejuicios hacia mí raza.
—En realidad vine a ver si estabas bien, luego pasó lo de tú familia. —Sé que me habla antes de continuar su marcha, pero ya no puedo más.
Mis lágrimas brotan sin control, me abrazo para no terminar de romperme.
Siento un calor recorrer mis hombros, haciéndome levantar la cabeza para observar cómo está colocándome sobre los hombros la manta que antes tomó, me aferro a la tela que me cubre, pero el calor de su cuerpo me atrae, sintiendo paz y sensación de hogar, me acerco despacio, tomando aire en un suspiro al sentir sus brazos rodearme, dándome las fuerzas que necesito.
Su cuerpo se siente tenso, mientras su barbilla queda sobre mi cabeza, mirando sobre mi.
Me separo un poco para quitar mis manos del pecho deslizándolas despacio hacia su cintura, necesitando aferrarme a él con fuerza, sabiendo que ahora es la única persona en la que puedo confiar.
Mi llanto se vuelve más intenso y entrecortado. Su agarre se vuelve más fuerte con una maldición, y su mandíbula reposa sobre mi cabeza.
—¿Quieres que me quede esta noche? —oigo su pregunta, pero no puedo responder al sentirme sin fuerzas, deslizándome para caer. —Maldición.
Sus brazos me sostienen, coloca mejor la manta y me levanta de un solo impulso hacia su pecho.
Me aferro a su cuello sintiendo como anda hasta la cama.
—Quédate. —susurro con las pocas fuerzas que me quedan antes de caer en la oscuridad.
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Mis Sacáis
Romance¡Amor y risas entre dos personajes inverosímiles! Cuando una mujer de etnia gitana y un policía forman un vínculo poco probable, sabes que te encontrarás en situaciones peligrosas como cómicas por la forma risueña de ella. Sigue a los dos mientras l...