CAPITULO 4

140 29 32
                                    

Taehyung dudó en mirar a Seokjin, sus emociones estaban en conflicto. Lo que acababa de suceder, era la cosa más increíble que había experimentado jamás en su vida, y sin embargo sabía que no significaba lo mismo para Seokjin. Para el feroz motero, era sólo otra noche en los brazos de un extraño que probablemente nunca volvería a ver. Cambió su mundo. No sabía si mendigar por más o acurrucarse en una bola y gimotear, porque ésta sería la única vez que conseguiría estar en los brazos de Seokjin.

—¿Estás bien pequeño?

Ladeó la cabeza a un lado, la curiosidad dándole algo más de lo que hablar. —¿Por qué sigues llamándome pequeño?

La sensual sonrisa de Seokjin lo cautivó. —Porque eres una pequeña cosa.

No podía decidir si eso era algo bueno o malo, pero estaba pensando que no. Justo cuando abrió la boca para quejarse, sonó un fuerte golpe en la puerta y luego se abrió de golpe. Se revolvió para agarrar la fina manta, con que Seokjin los había tapado antes, tan avergonzado, que podría haber iluminado toda la ciudad.

Seokjin, la rata bastarda, rio mientras se incorporaba. —¿Qué pasa Oso?

Oso levantó una ceja.

—Oso. —La voz de Seokjin contenía un rastro de advertencia.

—Coups vio policías calle abajo. Dijo que parecía como si estuvieran planeando una gran redada. Supongo que tenemos unos diez minutos.

—¡Maldición! Que todo el mundo se prepare para salir. —Seokjin se levantó y luego se deshizo del condón. Lo miró cuando comenzó a ponerse la ropa.

—Será mejor que te vistas Taehyung. No tenemos mucho tiempo.

Tomó la ropa que se había quitado antes, con la intención de seducir a Seokjin. El plan había funcionado mucho mejor de lo que jamás podría haber esperado. Ahora, mientras se la ponía de nuevo, casi se sentía como una sentencia de muerte lo que acababa de pasar entre ellos.

—¿Qué está pasando? —Preguntó, mientras se ataba los cordones de las zapatillas. Su voz temblaba más de lo que le habría gustado, pero estaba asustado. Estaba en un mundo del que no sabía nada, con sólo Seokjin para mantenerlo a salvo. Hasta ahora, eso no había funcionado muy bien.

—La poli viene de camino —, Seokjin dijo, mientras introducía cosas en su alforja. —Si Oso tiene razón, tenemos cerca de cinco minutos para largarnos de aquí, antes de que comience el Armagedón.

Se apartó el pelo de la cara y lo metió detrás de su oído. —¿Cómo vamos a salir?

—No vamos. —Había tensión en la voz de Seokjin, cuando habló.

—Oso, yo y los demás, vamos a subir en nuestras motocicletas y correr como el demonio, hasta salir de la ciudad. Tú vas a caminar por la calle, hasta que veas a la policía y entonces vas a hablarles sobre el secuestro de Taecyeon. Apreciaría que no me mencionaras, si no te ves obligado a hacerlo.

—¡No! —Gritó, sin poder evitarlo. —Quiero ir contigo.

Sabía que debería haber mantenido la boca cerrada, en cuanto Seokjin hizo una pausa en lo que estaba haciendo y lo miró. —Taehyung, ¿qué crees que es lo que hago?

—No lo sé. —¿Importaba?

—Compro y vendo armas Taehyung, y no de esas bonitas y pequeñas que encuentras en las tiendas de artículos deportivos. Vendo armas ilegales, con los números de serie borrados. También compro y vendo las que están generalmente de forma ilegal en las calles. Se las compro a un tipo y las vendo a otro sacando una tajada. Y si me atrapan, no sólo iré a la cárcel, sino que nunca volveré a ver la luz del día. Se desharán de la llave.

WINDY SPRING VIIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora