CAPITULO 9

116 26 20
                                    

Taehyung suspiraba, mientras veía cómo Rowoon se comía con los ojos a Changgu. El hombre estaba en el escenario, cantando con el corazón, una canción de amor. Mientras que tenía una voz maravillosa, era la manera en que Rowoon lo miraba, como si su aliento dependiera de escuchar cada sílaba que salía de la boca de Changgu, lo que era tan fascinante de ver. El amor entre los dos hombres, casi era palpable. Sabía que tenía algo así con Seokjin, pero todavía no lo habían definido. No sabía si era el amante del hombre, su novio, o una aventura de fin de semana. Se sentía como un amante. Seokjin se había ido por dos semanas, volvió brevemente –como doce horas– y se marchó de nuevo. No recibía llamadas telefónicas, ni mensajes de texto, ni nada. Ni siquiera sabía si Seokjin estaba vivo o muerto, hasta que aparecía.

Y cada hora de distancia carcomía su confianza, haciendo que se preguntara si realmente significaba algo para el guapo hombre. La mayoría del tiempo, no sentía confianza, ni siquiera cuando estaba envuelto en los brazos de Seokjin. No tenía nada que ofrecer a un hombre así. Ni siquiera se había graduado de la escuela secundaria. Había estado demasiado ocupado reparando aparatos electrónicos y tratando de mantener un techo sobre su cabeza y comida en su estómago. Su educación no contribuía a ello, aunque le encantara leer y aprender cosas que para otros no tenían importancia. Tal vez debería cambiar eso. Obtener su título no debería ser tan difícil y luego podría tomar algunas clases en línea y tal vez obtener un grado, pero ¿en qué? Había pasado la mayor parte de su vida, tratando de sobrevivir. Nunca tuvo tiempo de buscar una vida mejor. No sabía siquiera qué tipo de grado perseguiría.

—Esos vasos no se van a recoger solos, Taehyung.

Se sobresaltó, y después sonrió a la camarera. —Sí, Sra. Poyd.

La imponente mujer, rodó los ojos. —Muchacho, ¿cuántas veces tengo que decírtelo? Es Poyd. Sólo Poyd.

—Sí, señora.

Se echó a reír, mientras tomaba el paño que la mujer le arrojó. Poyd era una camarera estricta. Esperaba que los que trabajaban para ella, realmente hicieran su trabajo. Pero era justa. Y era muy divertido burlarse de ella. Tiró el paño que Poyd le había lanzado sobre su hombro y agarró una bandeja vacía para recoger los platos sucios. Yendo por toda la sala, tomó los vasos y platos vacíos que la gente ya no usaba. Tomó algunos pedidos de cervezas, uno de una gran canasta de aros de cebolla, y luego se dirigió de nuevo a la larga barra de madera.

—Oye, Poyd, necesito... —Se calló cuando vio el ceño en el rostro de Poyd. No mucha gente era tan estúpida como para hacer enojar a la descarada mujer. Poyd no aceptaba mierdas de nadie y tenía una escopeta debajo del mostrador, para respaldar eso. —¿Qué sucede?

—No me gusta la pinta de esos tipos, que acaban de entrar —, Poyd contestó, mientras servía una cerveza, sin apartar nunca los ojos de quienquiera que observaba. —Vuelve aquí, detrás de la barra, Taehyung.

—Sí, señora. —Rodeó rápidamente el mostrador, para pararse al lado de Poyd. Fue entonces que consiguió su primer buen vistazo a los tres hombres de pie, junto a la puerta principal del bar. El terror le robó e aliento y sus piernas temblaron. Tan lentamente como pudo, se deslizó hasta el suelo, presionando su espalda contra la barra.

—¿Taehyung?

Su corazón casi se le salió del pecho, cuando echó la cabeza hacia atrás y miró hacia arriba, a Poyd. Sorprendentemente, la mujer no lo miraba. Estaba allí de pie, secando tranquilamente un vaso, como si no tuviera a un hombre temblando a sus pies.

—Es él —, susurró. —Es el tipo que me atacó.

—¡No me digas! —Poyd sacó el teléfono móvil de su bolsillo y se lo pasó. —Manda un mensaje al comisario. Dile que traiga su culo al bar, antes de que me vea obligada a sacar a Betsy.

WINDY SPRING VIIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora