12 de febrero de 2013
Damon Rizzo :
La noche ya ha caído sobre la fría ciudad de Londres y Marry you de Bruno Mars suena en la radio haciéndome compañía cuando la secretaria del Coronel Myers trae a mi oficina el edificio de papeles que tengo que hacer en menos de una semana.
—Capitán —me llama Clara y levanto la cabeza dejando que continúe — la información personal de las jóvenes desaparecidas. Es todo por ahora, nada relevante. Son estudiantes universitarias y ambas de la misma edad —deja cuatro archivos adjuntos en la esquina del escritorio y deja una pila al lado —estos son los nombres de los posibles sospechosos.
Asiento con la cabeza.
Reviso el archivo principal :Allison Sainz, joven de dieciocho años estudiante de medicina en la universidad de Oxford.
Desaparecida hace dos semanas.Caterina Russo misma edad, estudiante de arte y desaparecida desde hace tres días.
El patrón encaja perfectamente como hace dos años. Secuestran a una joven cada dos semanas hasta llegar a cuatro. Todas de dieciocho años, ni más, ni menos. Todas con un futuro prometedor y una larga vida por delante, y yo aún no he podido rescatar a ninguna.
Es una carga para mí tener que avisar a las familias que sus hijas no han sido encontradas. Y el miedo de no capturar al culpable es algo que me carcome porque en un futuro podrían ser mis dos hijas.
—No creo que sea coincidencia.
—Yo tampoco —concuerdo con ella y la miro —Puede retirarse.
Sin embargo permanece quieta en su sitio sin quitarme los ojos de encima. comiéndome con la mirada. Tengo los suficientes años para darme cuenta cuando los intereses de una mujer son más que laborales y por lo que veo los de mi secretaria no son de ese tipo.
Y aunque no está para nada mal, mis ojos son para una sola mujer.
—¿Desea algo más? —inquiere acercándose y rodeando el escritorio —Puedo ayudarlo a desestresarse de una forma muy relajante y placentera —su mano crea un recorrido desde mi brazo hasta mi hombro y me empuja hacia atrás en la silla sonriéndome con descaro.
Nunca había llegado a tocarme, siempre se limitaba a insinuarse con la mirada de una forma muy poco discreta.
—Clara... —me quedo a la mitad de la oración cuando se sube en mis piernas abriendo los botones de su blusa mostrándome el inicio de sus pechos
Vale, se está excediendo.
—¿Y bien? ¿Aceptará mi oferta? —hunde la cabeza en la curva de mi cuello y lo lame lentamente hasta llegar a mi oído y susurrar — Soy muy buena haciendo mamadas si es lo que le inquieta.
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En Ruinas y Cenizas (#1)
Romance¿Quién asegura que la tristeza no puede ser eterna? ¿Acaso existe en el mundo algo capaz de hacernos olvidar todo nuestro dolor? ¿Será posible levantarnos un día y no tener que fingir sonrisas? ¿Algún día podremos deshacernos de nuestras pesadillas...