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Meses antes

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Meses antes...

Garza se encontraba recostada al hombro de su mejor amiga luego de la clase de educación física.

Su cuerpecito estaba cansado de haberle dado tres vueltas a la cancha de fútbol, mientras, Samantha estaba como si nada, pero era casi que obvio.

Una tenía porte de atleta y la otra, bueno, le gustaba mucho asistir a sus clases de fotografía.

Abril era fan de descansar de esa manera luego de las clases, principalmente porque Samantha le daba paz.

La mayor giró su cabeza, viendo como la otra se recostaba sobre su hombro, respirando agitadamente debido a la actividad física realizada.

—Tengo que decirte algo— le dijo la mayor.

Sin moverse mucho, se acomodó mejor para poder verla de manera que se diera cuenta de que le estaba poniendo atención.

—Te escucho, bebé— le respondió a Samantha.

Tomó la botella y la llevó a su boca, el agua se sintió muy refrescante.

—¿Recuerdas a Félix?— la garganta de la menor hizo un sonido, haciendo entender a Samantha que recordaba quién era.

La rubia lo pensó antes de decirlo, dejando a Garza en una total intriga, lo cual Samantha sabía que odiaba.

Y finalmente habló—. Me invitó a salir.

Garza prácticamente escupió el agua, aquello fue un golpe directo para ella.

Sabía que en cualquier momento pasaría, pero no estaba preparada mentalmente para ello en ese momento.

Samantha la observaba confundida, jamás pensó que reaccionaría de esa manera, pero le ayudó a que la otra no terminara ahogada.

Abril había sido su mejor amiga desde toda la vida y pensó que se pondría feliz por ello, pero más bien, le confundió su reacción ante sus palabras.

Quizá no debió decirle, o quizá sí.

—¿Estás bien, Ari?— preguntó la mayor cuando Abril estuvo mejor.

—Estoy bien, estoy bien— respondió la castaña.

Estaba anonadada, no le molestaba, Samantha podía hacer lo que le diera la gana, pero algo en ella se rompió un poco y aun así tenía que mostrarse feliz por su mejor amiga, porque se supone que tenía que estarlo. ¿No?

Tampoco es que quería que Samantha se diera cuenta de que le gustaba.

Temía que si eso pasara, la otra se alejara, o dejaran de ser amigas.

Suponía que dejarla en la friendzone dolería menos que perder su amistad con Samantha.

Pero igual no lo haría, no dañaría aquello que construyeron juntas durante años, no se lo permitiría.

—Qué bueno que te haya invitado a salir, bebé.

—No es todo, Ari.

La menor abrió sus ojos un poco más, esperando que la otra continuara con la historia.

—Le dije que sí— continuó. Garza se hundía poco a poco y sentía que estaba perdiendo a su amiga, pero tenía que seguir feliz—. Saldremos hoy, de hecho.

Pero aún con un nudo en su garganta, era necesario decir algo, no ser de dar indicios de que algo malo le ocurría.

—Espero que te vaya muy bien, bebé— decía Abril pero esas palabras realmente le dolían.

Se había acostumbrado a que su amiga sólo tuviese ojos para ella y nadie más, sabía que estaba mal, pero igual aceptó eso.

—Gracias, Abi — Samantha sonrió.

La tomó y la abrazó. Abril simplemente correspondió al abrazo, pues no la dejaría colgando, era su mejor amiga luego de todo y la amaba.

Samantha por inercia y además porque la conocía, sabía que, a pesar de su buena cara, ella no estaba del todo feliz, pero vio aquel esfuerzo que hizo por estarlo y lo cual la reconfortó.

Pero también la dejó con muchas dudas del por qué de la reacción de la castaña entre sus brazos, le llenó la cabeza de muchísimas preguntas.

Por otra parte, Garza necesitaba que ella se fuera, quería ir a encerrarse en el baño sola a estar triste sin que nadie más la molestara, pero tampoco quería parecer que estaba echando a su amiga, así que solo siguió.

—Tengo que estar lista antes de las cuatro— dijo Samantha rompiendo el abrazo que formaban hace unos segundos—. Me voy, Abi. ¡Deséame suerte!— gritó a lo lejos corriendo y desapareciendo de la vista de la menor.

—Suerte...—suspiró al estar sola finalmente.

Pero la suerte era más bien para la menor, Samantha era todo una chica hermosa, y Abril tan sólo estaba bajo su sombra, lo que no le importaba pero la acostumbró a nunca estar sola.

Como ahora.

Como ahora

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𝙸 𝚠𝚒𝚜𝚑 𝙸 | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora