xxx: ᴇl angel de la muerte

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El Diablo y Felix habían permanecido unas largas horas en el infierno, las cuales habían sido días en la tierra. Se la habían pasado hablando de lo sucedido y, más que nada, brindándose mimos; Especialmente Minho a Felix. Éste último se encontraba realmente abrumado por todo lo sucedido, aún no se sentía del todo bien. Estaba muy débil, tanto que apenas podía mantenerse de pie. Le dolía el ojo, con el cual veía levemente nublado alrededor, y le palpitaba la cabeza.

Minho tenía toda su atención en éste e intentaba sanarlo, pero no sería posible, y si se sobrepasaba con sus poderes la marca de Felix podría tomarlo como un ataque y enviarlo lejos. No podía morir, pero tampoco quería eso, sabiendo que su niño favorito se sentiría lo suficientemente culpable para ni querer acercarse.

En el despacho del Diablo no había nada más que calma, con el sonido de la leña quemándose en la pequeña chimenea, y las respiraciones de ambos. Sin embargo, Felix sabía que no podía pasarse la vida allí: Necesitaba moverse, y una extraña sensación le hacía querer comenzar con su trabajo como Muerte.

Era extraño decirlo, o siquiera pensarlo.

Él jamás se habría imaginado en una situación como aquella. ¿Acaso Minho sabía? Creía que no, pero éste anteriormente le había dicho que había vigilado su alma desde siempre. ¿Acaso Minho podría haberlo sentido? Recordó su expresión de total sorpresa cuando le confirmó ser la última Muerte, y lo descartó por completo.

Cuando el joven le pidió a su esposo el salir de aquel lugar, Minho no tardó en llevarlo a Bristol, otro pequeño pueblo, y en el cual había visto a Dios más de una vez. Se hospedaron en un hotel sin necesidad de pagar gracias a los poderes del rey del inframundo. La habitación era mucho más linda que el hotel anterior, aunque claro, Felix no podía recordarlo. El hotel quedaba en un lugar céntrico, lleno de bares y tiendas. A ninguno le importaba, pero Minho creía que podrían usarlo a su favor para practicar los poderes de su niño favorito.

Felix había acomodado su —ahora preciada— guadaña en el rincón de la habitación. Ésta emanaba una vibra completamente poderosa, un poco peligrosa, se atrevería a decir el dueño de ésta, el cual se miraba fijamente frente al espejo del baño. Estaba sucio, con el pijama con el que despertó el cual, sin saber por qué, tenía leves manchas de sangre.

No quería preguntar.

Suspiró luego de ver fijamente sus ojos, en especial aquella mancha negra en uno de ellos. Sintió la presencia de Minho, la cual ahora era mucho más fácil de interpretar, y vio por el espejo como lo rodeaba con sus fuertes brazos desde atrás, rozando su mejilla con el lado de la cabeza de su chico.

Ambos compartieron una larga mirada a través del espejo, y Felix parpadeó rápidamente un par de veces antes de verse a sí mismo.

—Necesito ropa nueva. —comentó con un nudo en la garganta, aun notando las manchas de sangre. ¿Qué había sucedido?

—Debes saber que necesitas comenzar a vestir ropa oscura, por ser Muerte. Sin embargo, yo opino que esa es tu decisión —agregó al final. Sabía que todo era demasiado abrumador para su pobre chico, y no quería asustarlo más de lo que ya lo notaba.

Y, por Dios, que lo notaba. Desde que Felix se había vuelto Muerte, podía sentir todo con mucha más intensidad de lo que ya lo hacía. Ahora podía sentir su notable preocupación, y le estaba poniendo algo inquieto. Presionó suavemente sus dedos repletos de anillos contra el vientre del pecoso.

—Felix, dime qué es lo que piensas.

—...Es solo... —Negó. Ni siquiera sabía por dónde comenzar. Minho lo giró con cuidado en sus brazos. Felix aún seguía algo delicado, con suerte y caminaba sin realmente marearse. Buscó su mirada verdosa, pero no la encontró debido a que lo evitaba—. No sé si quiero esto. No es por la vestimenta, o mi ojo, pero es solo... —Se mantuvo callado. Sonaba malagradecido o eso creía. Minho le alzó el mentón con una de sus manos, sosteniéndolo de la cintura con la otra, y ambos se vieron fijamente a los ojos—. No era lo que yo tenía en mente. No sé si quiero pasar el resto de mi vida... de mi eternidad viendo a gente sufrir hasta morir.

Dancing With The Devil | MinlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora