Para un trabajo como el que Felix tenía, debía esperarse cualquier cosa. Fue bastante difícil acostumbrarse a los cuerpos descompuestos, a las perturbadoras situaciones que confrontó para tomar almas, pero, poco a poco, logró normalizarlo. Ya no provocó un gran impacto, tan solo tristeza, pero intentó aparentar, para poder crear un mejor ambiente en el agonizante proceso. Y así como hubo trabajos los cuales costaron, también notó que estos le obsequiaron oportunidades nuevas, e inesperadas.
Mayo // 1998.
En aquella casa cubierta de polvo, con el cuerpo de una mujer en el suelo, cubierto de sangre ante las puñaladas en su abdomen, Muerte observó fijo al despiadado mundano, sentado con tranquilidad alrededor de en una mesa, viendo de reojo el cadáver mientras hablaba por teléfono el cómo deshacerse de este. Felix ya se encargó de liberar el alma de la pobre joven, pero hubo algo en específico que no lo hizo sentir ningún tipo de paz, y aún menos aquella tranquilidad que sentía luego de hacer su trabajo a la perfección.
Cuando la Parca recogió el alma de la mujer, visualizó su silueta, pero no lucía preparada para abordar al siguiente plano: Su mirada cargaba con pánico, en dirección a su asesino, luego con tristeza hacia un rincón del cuarto y, por último, una expresión nerviosa hacia el pecoso, como si estuviese suplicando. Felix le sonrió, dedicándole un lento asentimiento, incluso si no comprendió, y el alma de aquella mundana ascendió.
Sin siquiera dudarlo, se dirigió con lentitud hacia el rincón del sitio, como si temiese observar algo peor de lo que alguna vez presenció. Hace mucho tiempo aprendió cómo volverse invisible ante ciertas personas, por lo cual no fue ningún inconveniente pasar a un lado del mundano situado en la silla.
Sus ojos marrones con una pequeña mancha de oscuridad se abrieron de más al ver dentro de la cuna, que estaba en un muy mal estado, dos bebés de cinco meses en ella, sin ninguna prenda, incluso con la baja temperatura en el cuarto, y tranquilos. Felix aún era capaz de sentir la temperatura corporal, y no dejaría de sentirla hasta un par de años más. Si no se apresuraba, aquellas criaturas podrían enfermar con gravedad. ¿Era por ellos que la mujer lo observó de aquella manera? ¿Acaso esperaba que Felix salve a esos bebés de una pésima, y corta vida? ¿Acaso esperaba... que los matase de una manera más rápida?
Bueno, podría hacerlo. La muerte ya no era algo anormal y trágico desde su forma de pensar, así que no sería nada nuevo. Se posicionó mejor frente a la cuna, alzó su mano derecha y la dirigió hacia ambos bebés, entreabriendo sus labios para hablar en una lengua indescifrable.
Sin embargo, se detuvo.
Uno de los bebés, el que lucía un poquito más alto, lo observó con curiosidad. Sus ojos eran oscuros, y el poco cabello que tenía era rubio. Tan solo lo veía, y ladeaba su cabeza. De manera inconsciente, Felix también lo hizo, frunciendo levemente su ceño, con su mano en el aire, deteniendo su propósito cuando comenzó a temblar.
El bebé comenzó a hacer sonidos con su boca, provocando pequeñas burbujas con su saliva, y cerrando sus ojos. ¿Acaso dormiría? Pronto, Felix comprendió: Su presencia les traía paz a ambos.
Se inclinó más sobre la cuna al notar que el otro bebé apenas se movía, por lo cual lo movió un poco, intentando asegurarse que estuviese bien. Notó la fría temperatura corporal en este, y su pecho ardió. Aquel bebé necesitaba alimento, cobijas, y mucho amor de su madre, quien dejó su cuerpo tan solo unos minutos atrás.
Ambos la necesitaban.
Por su mente comenzaron a surgir muchas ideas las cuales podría emplear, pero estaba seguro de que no podría matarlos.
Y no entendía por qué.
"Min... ven, por favor. No puedo decidir esto solo."
Se apartó con rapidez de la cuna, dando unos pasos hacia atrás mientras mantenía su cabeza ocupada, sin saber qué elegir. Ante la lejanía, uno de los bebés comenzó a sollozar por lo bajo, y el asesino no tardó en golpear su puño contra la mesa frente a sí, fastidiado.
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Dancing With The Devil | Minlix
ParanormalEs 1967 y Felix está harto de ser aquel chiquillo religioso al cual todos molestan. Cansado de un dios fingiendo oídos sordos, decide tomar sus propias riendas a escondidas: ¿Qué tan mal podría irle si recurriese al mismísimo Diablo? ¿Qué tan rápido...