PARTE IV (2)

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WHEEIN

[...]

Casi reacciono para mal, casi mando a volar a una hermosa dama por asustarme.

- Señorita Ahn...

- ¿Por qué no estas en el bar? - pregunta seria y sorprendida a la vez.

- Decidí salir temprano. – informo. – Por cierto... ¿Estuvo bebiendo sin control?

El olor a alcohol era fuerte, ha estado bebiendo demasiado.

- ¿No puedo?

- ¿Su chofer? - consulto.

- Se fue.

- Lo dudo mucho.

- ¿No confías en mí? – sus ojos me dan la señal que van a derramar lágrimas.

- Señorita Ahn... No puede estar caminando fuera de su casa en estas condiciones. – intento tomar su mano para calmarla.

- Responde! – se aleja.

- Confío en usted más de lo que confío en mí misma. - confieso.

- ¿Por qué no dijiste nada? - pregunta llena de tristeza.

- Porque no sabía cómo expresarme. 

No lo sabia realmente y decírselo ahí mismo era darle mis palabras a los oídos chismosos.

- Me gustas mucho. - confiesa.

- No soy la gran cosa. - hago lo mismo, me siento inferior.

- Eres hermosa.

- Creo que no soy yo con quien habla... - miro alrededor. – ¿Busca a alguien en particular?

- A mi cachorrita, WheeIn.

Trago en seco por la sorpresa, está ebria, pero sabe lo que dice, yo no sé que hacer en esta situación.

- Después de una siesta va a arrepentirse. - me preocupa.

- Puedo estar tomada, pero sé lo que digo y recuerdo todo lo que hago.

- Señorita Ahn... Yo...

- ¿Te gustan únicamente los chicos?

No respondo, no puedo decirle que sí me atrae como si fuera un imán, no puedo decirle que también la he visto lascivamente, no puedo decirle que me trae loca.

- Pensé que te gustaba... - sale su primera lagrima y le siguen otras. – Pensé que podríamos... - se cubre el rostro. – Lo siento.

No sé que hacer, quiero acercarme, consolarla y decirle que la amo, sí, en segundos la ame y no me da vergüenza confesarlo ante ustedes.

Ahora, estamos hablando de Ahn HwaSa, una mujer que puede conseguir mejores pretendientes, no una simple mujer como yo, no tengo nada para ofrecerle, no le puedo dar seguridad.

En segundos corre hacia su vehículo, su chofer la esperaba fuera pensando que yo la agrediría, pero en si, sí lo hice, la lastimé y me lastimé a mi misma de igual manera.

Voy a casa después de ver partir el vehículo, me siento patética durante todo el camino, recuerdo aquella sensación y no puedo evitar llorar, me duele mucho, pero es lo que me merezco, yo la rechace a pesar de que se armo de valor para confesarse.

AQUÍ NOS CONOCIMOS Y AQUÍ TERMINAMOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora