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AVISO IMPORTANTE

En este capitulo aparecerá una escena de violencia. Si eres sensible a estos actos, te recomiendo salir y buscar otra historia. 

Pero en el caso de que decidas seguir, será bajo tu responsabilidad. 

Sin decir más, espero que os guste el capitulo de hoy y besos para todos.

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La oscuridad de la noche cayo sobre la ciudad y con el manto negro, las bestias salieron de sus escondites, sedientos de sangre y con ganas de cazar indefensos seres abandonados por la vida. Los alfas solitarios rápidamente corrieron hacia los burdeles o los bares con omegas incluidos, aunque sonara algo duro, era la realidad.

Era su única manera de saciar el hambre que tenían.

Incapaces de calmar su sed de sangre, daba igual lo que hicieran a sus víctimas, nunca sufrían consecuencia. Los alfas eran conocidos por ser sádicos y sin sentimientos, una triste realidad para los omegas.

En uno de los camerinos donde los omegas se preparaban para sus espectáculos, dando vueltas por la habitación había un joven omega albino, mordiendo las uñas debido a los nervios y en su brazo sostenía a un pequeño bebe dormido. Única vez que podía tenerlos era cuando estaban dormidos o demasiado distraídos como para reconocer su presencia.

Y dolía.

Porque a pesar de todo, los consideraba sus hijos, los había tenido en sus manos desde el primer día. Cuando vio sus caras redondas cayó rendido a sus pies, sus pequeños...

Eran sus bebés. Suyos.

—Ini...

Abrió los ojos en grande al reconocer aquella voz y su dueño, un pequeño niño omega de tan sólo ocho años. Lo conocía, había llegado cuando tenía cinco años y el albino se había encargado de cuidarlo, sobre todo tratar de que Jung no pudiera echar una mano sobre él.

Una gran ayuda fue gracias al escondite que construyó para el pequeño y demás niños del burdel.

Por que si.

Jung tenía un burdel que incluía ese tipo de servicios...

Era algo horrible. Pero a veces era su única forma de vivir, aunque a eso no se podría decir vida.

—¿Han, qué haces aquí? Deberías de estar durmiendo, es muy tarde..—dijo el omega acercándose al pequeño y tomándolo por los hombros, mirándolo preocupado. Si ya era peligroso para ellos estar solos en los camerinos, los pequeños tenían más posibilidades de ser atrapados por alfas borrachos enfadados con la vida.

—No puedo dormir...—dijo con un pequeño puchero, bajando la mirada avergonzada— Hace frio...

Han era un buen chico. Delgado y callado, era todo lo que un alfa deseaba, por eso Jung lo "adoptó". Suspiró profundo, cerró los ojos por unos segundos para dejar su mente en blanco. Lo miró con tristeza, sintiéndose reflejado en él. Le recordaba la primera vez que llegó ahí, asustado, temblando de miedo y suplicando piedad. Tanto que incluso pensó en volver a su casa...

Se dirigió hacia el gran armario, abriendo lo con una sola mano y buscando entre las telas viejas, hasta que sus dedos encontraron el suave tejido de una manta y lo sacó a la luz, acercándose al pequeño y con ella en volverlo en un capullito.

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⏰ Última actualización: May 23 ⏰

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