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Los gritos de auxilió de los omega que estaban cautivos en aquellas habitaciones, de agarraban el alma de los omega que esperaban fuera, quietos esperando su turno de trabajar, con la cabeza agachada y un nudo en la garganta, entre ellos se daban la mano buscando esa seguridad, ese saber de que no están solos y que tienen a alguien que lo entienda, se dedicaban sonrisas tiernas algo forzadas, pero buscando transmitir esa hermandad entre ellos, mientras que los quienes los miraban con hambre, con deseo de despojarlos de sus prendas y hacerlos suyos son importar las marcas, apostando en quien sería el primero en hacerlos llorar de placer, aunque en realidad lloraban de dolor, derramaban lágrimas por su interior, que era desgarrado con violencia gracias a las embestidas de los alfas y betas.

Ellos eran la mayoría de su clientela, aunque normalmente los alfas eran los más agresivos, ya que algunos venían dispuestos a saciar su celo con alguno de ellos, algo sumamente peligroso ya que los alfas en celo eran los más cercanos a unos asesinos, dispuestos a matar por placer, más de alguna vez los omegas fuera de servicio tuvieron que llevarse el cadáver de alguno de sus compañeros, hermanos o incluso padres...

Era algo horrible.

Pero como ocurría tras las puertas de unos lujosos bares de ambiente, con luces espectaculares y con el mejor servicio del mundo, con omegas coquetos y sonrientes sirviendo bebidas, paseando sus cuerpos perfectos por las mesas de los clientes y estos encantados dándoles propina, la cual terminaba para el dueño del local, quien se encontraba ahora mismo sentado junto a sus mejores clientes y con más dinero, en la zona privada de su gran burdel.

—Este vino es excelente, de donde los sacaste Jung? –dijo un alfa de avanzada edad, bebía su segunda botella de vino lujoso y sonreía en cada trago mirando a su acompañante.

—Es de una reserva del norte, solo la guardan para mi y soy el único que puede coger de ahí –respondió sonriente, pidiéndole con la cabeza a su omega que llenará su copa de vino.

El omega lo miro por un segundo con una mala cara, pero no pudo evitar seguir su orden al pie de la letra, agachándose para tomar la botella entre sus manos pequeñas, mientras todos los presentes miraban fijamente como su falda subía, dejando ver más de sus piernas, comenzando a reír entre ellos ya borrachos, sin darles importancia lleno la copa de su alfa, llevándose una sonrisa de satisfacción y la orden de que se sentará en sus piernas, el moreno golpeo su muslo señalando donde y obedeció, dejándose rodear por el brazo de este y que su mano se adentrarse de manera descarada entre sus muslos, pero no podía decir nada.

Era un omega y no lo tenía permitido.

—Este vino es perfecto para una buena follada–dijo en alto un beta rubio que estaba más a la derecha, su acento australiano era muy marcado y le daba un choque sexy, miro hacia todos los lados para después fruncir el ceño– ¿Dónde esta J-Hope Jung? Quiero celebrar con él, mañana vuelvo al trabajo y quiero desfogar un poco, tu ya me entiendes.

El rubio le guiñaba el ojo y el nombrado asintió con una sonrisa, le entregó la copa a su omega y le pidió que se sentará un poco más separado, para tener movilidad al hablar, suspiro un poco y puso cara de disgusto, pero no mucho, el omega se percato de este gesto y solo pudo agachar la cabeza, dejándose caer sobre el hombro de su amado alfa.

Aunque su relación era un poco turbia...

—Lamento comunicar lo, pero J-Hope se encuentra enfermo, en unos días no podrá trabajar–dijo Jung levantando los hombros, tomando de nuevo la copa y beber de ella.

➹Las voces del piano➷ {Yoonseok}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora