capitulo 3

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Por Tom.

Me acomodé en el asiento de aquella sala, esperando a la secretaria que debía atenderme. Luego de aquella consulta con el psicólogo, me sentía vacío. No había malestar que me
penetrara. Había llegado a mí muy rápido. Tanto con sus palabras, como con su... mirada.

- ¿Kaulitz, Thomas? - El llamado de una fina voz me sacó de mis pensamientos, provocando que alzara mi vista y buscara al dueño de aquella voz. Más que dueño, dueña.

- ¿Sí? - Dije poniéndome de pie.

- En cinco minutos te atenderán. - Anunció y desapareció de mi vista. Asentí y volví a tomar asiento. Suspiré y observé una vez más aquella tarjeta.

"William Trümper. Psicología profesional.", leí para mis adentros sin dejar de observar aquella tarjeta. Un buen psicólogo, una buena persona. Sereno y tranquilo como nadie. Joder, el psicólogo perfecto. La psicología perfecta.

- Oye, niño. Te están llamando. - Dijo una señora que estaba junto a mí, moviendo suavemente mi hombro.

- ¡Oh! Gracias por avisarme. - Agradecí acercándome a la sala en donde, posteriormente, una secretaria me había llamado - Permiso. - Dije luego de tocar la puerta tres veces.

- Pase. - Me respondieron del otro lado. Giré el pomo de la puerta y me adentré en la habitación. Quedé de a cuadros cuando vi a la secretaria que debía atenderme.

- ¿Tía Dana? - Pregunté sorprendido.

- ¿Thomas? - Preguntó ella igual de sorprendida que yo - Pero, ¿qué haces aquí? ¿Te encuentras bien? ¿Algo te ocurrió? ¿Cómo estás?

- Eh... bien, o eso creo. ¿Tú? - Dije intentando quitármela de encima para largarme rápidamente de allí.

- Mejor que antes, ¿recuerdas toda esa crisis? Bueno, lo recuperé todo. - Sonrió y yo hice lo mismo - Bueno, sí. ¿Seré tu secretaria? - Preguntó yendo directo al grano. Y eso es lo que

me gustaba de mi tía Dana; lo rápida que es para cambiar de tema y para intentar que la conversación acabe rápidamente.

- Ajá. Al menos aquí lo dice. Me han mandado a tu sala. - Dije observando la planilla que me había entregado una mujer cuando me encontraba sentado en un banco de la sala de
espera.

- Vale. ¿Quién es tu psicólogo? O sea, ¿quién fue la persona que te atendió? - Preguntó extendiendo su mano, haciendo señas hacia la planilla que yo cargaba en mis manos. Se la
entregué y la observó detenidamente antes de que lograra responder a su pregunta - ¡¿Bill Trümper?!

- Sí. - Respondí dando un pequeño respingo debido a su grito - ¿Ocurre algo con él? - Cuestioné sorprendido ante su rara reacción. Le vi observarme y abrir la boca indignada.
Fruncí el ceño sin entender.

- Te ha tocado el mejor psicólogo del centro, Thomas. - Dijo calmada y me sorprendí. Sentí toda una corriente cruzar por mi cuerpo, comenzando por mis pies, y finalizando en mi
rostro. Sonreí inconscientemente y mis mejillas ardieron.

- Em, hay una duda... yo no... es que... ¿por qué dices que es el mejor psicólogo? - Pregunté con la voz entrecortada.

- Porque lo es, tanto en lo profesional, como en lo emocional. - Contestó - Espero que seas un buen paciente. Él es mi mejor amigo, y lo conozco demasiado, y sé qué es lo que le
gusta y lo que no de los pacientes.

- Seré un buen paciente, tanto como él es un psicólogo. - Respondí con una leve sonrisa en mis labios. ¿Cómo rayos es que mi rostro se mueve sin mi consentimiento? Demonios.

PSICOLOGÍA PERFECTA | TWCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora