capitulo 1

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Por Tom.

Aburrido. Como siempre lo había estado. Clisé mi mirada en la ventana y suspiré. Aquel vaho se plantó en el vidrio y lo cubrió un poco, para luego, desaparecer. ¿Debía asistir? Yo no quería, pero los padres son la autoridad. ¿Por qué debía ir a un psicólogo? Soy normal, no comprendo el punto. Quizá, no lo soy en todo sentido. Creo que no es normal que quiera acabar con mi vida a tan temprana edad, ¿verdad? No soy normal, y hay que aceptarlo.

Volví a clisar la mirada en la ventana y bufé, cerrando un poco los ojos. No me presenté, y eso está mal; soy Tom Kaulitz, tengo dieciocho años y vivo de sexo, drogas, inyecciones, chicas y miles de cosas más. Sufro problemas psicológicos –según mi madre- y por esa jodida razón, tendré que ir a un estúpido psicólogo. No todo en la vida es ‘visitar a un psicólogo’, hay que ver como es la situación con la vida, y todo. Pero eso, los adultos no lo
entienden. ¿Saben por qué observo todo el tiempo la ventana? Es porque hay una tía en la casa de en frente, que está buena y yo, quiero follar. Se lo he dicho y graficado, pero con
todo esto de mi psicólogo, no pude. Maldito psicólogo; comenzaré a odiarlo en cualquier momento.

- Thomas. – Llamó Simone, mi madre, desde mis espaldas – Debo hablar contigo.

- Claro. ¿Ya encontraron un loquero? – Ironicé y escuché como soltaba un largo suspiro. Reí divertido y jugué con el piercing de mi labio, sin dejar de mirar la casa de en frente.

- Thomas, no es un loquero, es un psicólogo. – Se quejó. Yo solo reí – Además, hay montones y quiero el mejor para ti.

- ¿Porque sabes que mi anormalidad es grave? – Acomodé mi gorra cuando vi a mi vecina entrar a su cuarto un tanto enojada.

- Porque es lo mejor para ti. – Dijo con voz suave, pensando que yo iba a creer semejante idiotez.

- No me harás creer nada diciendo incoherencias, Simone. – Me giré en la silla para mirarle – Sabes que ni tú te crees eso.

- Joder, Thomas. ¿Cuándo piensas madurar? – Se quejó, elevando la voz.

- ¿Cuándo piensas dejarme en paz? – Rematé alzando una ceja.

Mañana en la tarde irás al condenado psicólogo te guste o no. – Me señaló con su índice y apretó los dientes dentro de su boca – Dejaré toda la información. Y serás respetuoso, Thomas.

- Como digas, Simone. – Sonreí de lado y alcé una ceja - ¿Es una tipa?

- No. Es un joven de no más de veinticinco años. – Contestó ella, pensando – Tiene dotes de tía, pero su nombre dice que no.

- Vale. ¿Cuál es su nombre? – Pregunté sin ganas, observando mi preciada gorra roja.

- William. – Respondió rápidamente – William Trümper.

- De acuerdo. Puedes irte. – Dije para luego girarme hacia la ventana y ver que mi vecina ya no estaba - ¡Demonios!

- La tipa se acuesta con todos. – Dijo Simone, antes de irse – No estás a su alcance. -Pronto, se fugó y yo, maldije todo.

Nunca me dejarían en paz. Espero que ese condenado psicólogo sirva de algo, al menos.

Me acerqué a mi equipo de música y le di play, permitiendo que la música se adueñara de mis oídos.

- Do you wanna fuck me, yes I wanna do… - Canté mientras quitaba mi enorme playera y me miraba al espejo – Wow, Thomas. Eres un galán.

Al mismo tiempo en que observaba mi perfecto abdomen, oí que algo daba contra el suelo e interrumpía mi observación. Detuve la música y me giré… Joder; Andreas. Él es mi mejor amigo. Joven de dieciocho años, abiertamente homosexual. Cabello platinado, ojos verdes, alto, tez bronceada, nariz perfecta y labios finamente rosados. Joder, en la fiesta de este viernes, me lanzaré aunque sea mi mejor amigo.

PSICOLOGÍA PERFECTA | TWCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora