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—Llegamos —Miguel me sacudió levemente. Me froté los ojos y me fijé en las casas que había en frente mío. Me baje del coche y me arreglé el pelo nerviosa—. Tranquila, ya los conoces.

—¿Qué le digo cuando pregunte por qué lo dejamos?

—Ellos no saben que lo hemos dejado.

—Miguel...

—Ellos se piensan que todo este tiempo estuvimos juntos, pero no venías por temas de trabajo. Preguntaban todos los días por tí —sonreí—. ¿Vamos?

—Vamos —seguido de eso, Miguel llamó a la puerta y esta en un par de segundos se abrió dejándome ver a la señora más adorable de la historia. Laura, una señora bajita de pelo corto negro y ojos verdes.

—Nova —dijo emocionada—, Miguel no ha dicho que vendrías. Qué alegría volver a verte —me abrazó con mucha fuerza.

—Hola señora Gómez.

—Ay Nova, sabes que me puedes llamar Laura.

—Perdón, Laura, se me olvidó.

—Mi niño, que mayor está —la granadina apretó los mofletes de su hijo y seguido le dió un abrazo.

—Mamá...

—Que mayor eres —siguió apretándole los mofletes.

—Ya, mamá —le quitó las manos de sus mejillas.

—Pasad.

Entré en la casa de los Cantos-Gómez y estaba igual la recordaba. La entrada con una mesita y un espejo, el pasillo con varias puertas; la primera el salón que estaba lleno de fotos de Miguel y su hermano de pequeños, otra puerta donde estaba la cocina, otra con un comedor y la última puerta que era como una alacena. Al final del pasillo estaban las escaleras, subes y tienes varias puertas, la habitación de los padres de Miguel, el cuarto de Álvaro, un baño y el cuarto de Miguel, el cual tenía terraza y baño propio. Por último, la azotea.

—Sigue igual.

—Aquí las cosas no cambian cariño —Laura nos miró con una sonrisa melancólica—. Me acuerdo el día que te conocí.

—No me lo recuerdes, que vergüenza.

—Os mirabais y saltaban chispas, y ahora... esas chispas están más fuertes —nos quedamos en silencio.

—Bueno mamá, vamos a descansar, a sido un viaje largo.

—Descansad chicos.

Subimos al cuarto de Miguel y seguía igual.

—Sientate mientras voy a cambiarme.

—Vale —empecé a mirar todo. Me paré en una foto del día que nos conocimos, al lado estaba la de cuando me pidió ser su novia y por último, la foto que me hizo mientras vomitaba en la boda de su primo.

—Ya estoy —solté el cuadro y lo miré—. ¿Estabas viendo las fotos?

—¿No? —miro al suelo—. He visto que sigues teniendo fotos nuestras.

—Mira el armario.

—¿Qué?

—Segundo cajón —abrí ese cajón y había ropa mía.

—Ya decía yo que no encontraba mis bragas favoritas —cogí las bragas que Miguel tenía guardado en el cajón.

—Dame eso —me las quitó de la mano y las volvió a guardar. Yo reí y me tiré en su cama.

—¿En serio sigue rota? —dije al ver que chirriaba un poco.

—Sí, creo que era una buena cosa para recordarte. ¿Tú te acuerdas...? —no le dejé terminar, ya que me tiré un cojín.

—Callate —él reía—. Miguel, a mi no me hace gracia —él reía aún más.

—Eso es un momento para recordar.

—No, callate —me miró con ternura y se acercó a mí. Al ver la sonrisa que puso, empecé a decirle que no lo haga. Se tiró encima mío y empezó a moverse haciendo que la cama chirriara fuertemente.

—¡Miguel! —gritó la madre desde el pasillo y los dos empezamos a reírnos.

—Pobrecita —lo empujé levemente con una sonrisa.

—¿Te acuerdas cuando nos pilló?

—No me lo recuerdes —me tapé la cara—, que vergüenza. Fue tu culpa.

—¿Mi culpa?

—Sí, dijiste que tardarían en llegar —él empezó a reírse.

—Es que iban a tardar.

—Al final no tardaron.

—Oye, ¿damos una vuelta?

—Vamos —agarró mi mano y salimos de la casa.

—Te voy a enseñar Graná.

—¿Me vas a enseñar Graná? —imité su acento y él me empujó levemente con una sonrisa.

—Te voy a enseñar la provincia más bonita de España.

—Egocéntrico.

—No me niegues que mi Graná es bonita.

—No lo niego, pero la más bonita es Sevilla.

—Dudable. Ven, vamos —vuelve a agarrar mi mano y empezamos a caminar por las calles de Granada.

Recuerdo que caminar con Saiko, por aquel entonces Miguel, era de lo mejor, pero ahora es un poco agobiante. Miradas juzgando, tienes que parar cada dos pasos para que se haga fotos con fans y lo peor, ir con el miedo de que alguien te haga una foto.

Giré para mirar a Saiko, el cual llevaba una sonrisa en su cara mientras miraba el suelo por donde caminábamos.

—Espera, tienes la gorra un poco daleada —me puse en frente suya para colocarle bien la gorra. Me tuve que poner de puntillas, ya que él es más alto que yo y no llegaba con facilidad—. Listo —seguí caminando.

Fuimos a ver cada rincón de Granada. Acabamos en la Alhambra viendo el atardecer. Me apoye en la barandilla y sentí unas manos en mi cintura y una respiración en mi oreja.

—¿Recuerdas nuestra primera cita?

—Como olvidarlo... fue justamente aquí.

—Era la primera vez que veías Granada, y quedaste enamorada, y no solo de sus sitios.

—Tambien quedé enamorada de un granaino ezquizofrenico —él río.

—Y yo de una explosión estelar. Nova —escuchar mi nombre saliendo de sus labios se sentía muy bien—, estoy escribiendo una canción.

—Guay —fue lo único que pude decir.

—Se llama Cosas que no te dije.

—Bonito título.

—¿Quieres escuchar un poco?

—Claro.

Que yo te quiero dormida, en la cama con mi hoodie; dime si te gustaría. Quiero ser todos tus hobbies, mami. Solo una cosa te pediría, que si te doy mi corazón me lo cuides todos los días —canturreó.

—Me gusta.

—¿En serio? —asentí—. Bueno, ese es el estribillo.

—Cantame el principio.

Vamos a escribir nuestras iniciales juntas, eh. La verdad que tú me gustas. En invierno y en verano y si te hago la pregunta. —volvió a cantar—. Hasta ahí, tienes que escuchar el resto cuando salga.

—Está bien.

—¿Has hablado con Pedro?

—Sí, dice que viene en un par de semanas. ¿Qué haremos cuando vuelvan nuestras parejas?

—Eso hay que hablarlo con el paparazzi, mientras... —me giró quedando cara a cara—, vamos a disfrutar.

📍📍📍

Holaa, muchas gracias por leer, espero que os haya gustado y no os olvidéis votar, adioss 🫶🏻

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