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La pelirroja miraba el horizonte mientras sus pies se mojaban con el agua de la orilla. Estaba anocheciendo y quedaba cada vez menos para lo que la chica iba a hacer.

Lágrimas caían por las mejillas de la chica junto a miles de recuerdos con sus amigos y familiares.

El sol bajó indicando que era el momento.

Nova se quitó el vestido azul marino que llevaba, con ese vestido conoció a Miguel. Lo dejó en la orilla y empezó a caminar hacia mar adentro. Caminaba sin rumbo. Cada vez el agua iba subiendo más por su cuerpo, hasta llegar al punto que el agua cubría su cuello.

La chica se giró mirando hacia la orilla, no se encontraba nadie y lo agradecía. Era la última vez que vería el mundo. Miró hacia las rocas donde tuvo su primer encuentro con Miguel y una sonrisa salió de su boca.

Un suspiro.

El último suspiro.

Esperó a sentir una ola impactar contra ella y se hundió completamente en el agua. Cerró los ojos con fuerza y las lágrimas volvieron a salir, aunque no se notara bajo el agua. Todo estaba negro. Su cuerpo pedía que subiera a la superficie, pero ella sabía que no podía hacerlo. Poco a poco dejó de sentir el agua, dejando atrás su vida.

Fermín junto a Miguel, fue lo último que pensó Supernova en esta vida.

Simplemente, dejó hundirse pensando que en algún momento alguien encontraría su cuerpo sin vida.

Por otro lado, Miguel nada más leer la carta de despedida de su novia y madre de su hijo,  salió corriendo hacia la playa.

La vio de lejos como se metía en aquella agua fría de noviembre. Quería salir hacia allí a impedírselo, pero era inútil. Ella iba a morir a los pocos días por su cáncer.

Una vez que ya no se veía a la chica, empezó a llorar sabiendo que el amor de su vida se acababa de suicidar.

Se acercó a la orilla y cogió su vestido que descansaba en la arena. Dejó el vestido en el agua haciendo que la marea se lo llevara a su dueña que descansaba en un sueño eterno en la profundidad del mar.

Ahora la chica pelirroja se convirtió en una supernova en aquel cielo estrellado. Y era la supernova más bonitas de todas.

—Feliz cumpleaños, Novita —Miguel señaló Polaris—. A kilómetros de mí —intentaba cantar, pero la voz se le rompía—, que me guíe Polaris pa' llegar hasta tí.

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¿Lloramos o qué? Repito LO SIENTO POR MATAR A NOVA. Atentos al epílogo, que os va a gustar.

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