—¿No hay otra solución? —Miguel miraba al doctor—. Debe de haber otra solución, doctor —el chico cada vez se altera más. Pasa sus manos por su cara y suspira.
—Lo siento mucho, Miguel, pero no hay otra solución —el doctor Almenar hizo una mueca—. Lo mejor sería desconectarla.
Cuando el doctor dijo eso, Miguel empezó a llorar. Miraba al doctor incrédulo. No se podía creer que los médicos no hicieran nada.
—Supernova tiene un cáncer que no tiene salvación, acabará muriéndose tarde o temprano, encima está en coma; hay menos probabilidad de sobrevivir.
Nuestro protagonista miraba la pared fijamente.— Espérese hasta mañana, si no se despierta... —le costaba decir lo que pensaba, no le salían las palabras de la boca—, desconectela.
El doctor asintió y salió de aquella habitación de hospital. Miguel se sentó en una silla al lado de la cama de la chica y agarró su mano. Su piel estaba fría y apenas tenía pulso.
—Novita, soy yo, Miguelito. Despierta, anda, quiero volver a ver esos ojos color avellana —las lágrimas volvieron a salir de sus ojos—. Amor, venga, por favor.
Tres toques en la puerta hicieron que el chico se separará de ella. Mar entró en la habitación con una mueca, acarició el hombro del chico.
—Ya me lo ha contado el doctor —la canaria miraba a la chica que descansaba en la cama de aquel hospital—. Lo siento mucho.
Él suspiró y acarició la mano de Nova.
—Nova, despierta, solo te queda un día.
(...)
En aquella madrugada, los médicos que se encontraban trabajando de guardia tuvieron que salir corriendo hacia la habitación 116. Una chica pelirroja abrió los ojos después de exactamente 1 año de estar durmiendo plácidamente en un sueño eterno.
Para la chica no era nada nuevo estar en aquella habitación de hospital, solía ir para la quimioterapia.
—Por fin despiertas, pequeña estrella —Carmen, la enfermera que se encargaba de cuidarla, le habló tranquilamente—. Voy a llamar al doctor, espérate.
Seguidamente, la enfermera salió de aquella habitación y volvió a los minutos con el doctor Almenar.
—Hombre Supernova, ya estás despierta.
—¿Qué ha pasado?
—Caiste en coma después de un golpe por unas escaleras.
Ella no se acordaba de nada, bueno, sí. Bajaba por unas escaleras con su hijo en brazos, cuando resbaló.
—Amor —Miguel entró corriendo y se acercó a ella abrazándola —, ¿estás bien?
—Sí, todo bien.
(...)
— Por fin en casa —Supernova se tiró en el sofá mirando el techo.
—Por fin juntos.
—Mamá —el pequeño Fermín se acercó corriendo hacia la chica—, ya estás en casa.
—Ya estoy contigo, cariño, prometo no dejarte otra vez —abrazó a su hijo de 4 años.
—¿Me lo prometes? —alzó el meñique, y la chica lo entrelazó con el suyo.
—Lo prometo.
—Nova, mañana tienes que volver al hospital para unas pruebas.
—Está bien.
(...)
—Te quedan unos cuantos días de vida, lo siento.
—¿Unos cuantos? Se específico, doctor.
—No podría decirte, pueden ser tres, cuatro, siete días o mañana mismo —el doctor suspiró—. Supernova, llevas luchando años.
—Lo sé, eso es lo que más me molesta. He luchado tanto para nada.
—Lo siento.
—Pues me despido de mi familia.
—Te quedan algunos días todavía.
—¿No hay ninguna manera de adelantarlo?
—Me temo que no.
—Bueno, gracias por todo doctor.
📍📍📍
Lo siento, lo siento, pero os prometo compensar esto.

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Supernova
FanficSupernova está segura de que ha olvidado a su ex novio Saiko y el chico piensa lo mismo, pero se darán cuenta de que nada es como piensan en un viaje junto a sus parejas. Saiko sacaría una canción con el nombre de la chica... a ella no le hizo mucha...