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𝐊𝐀𝐌𝐀𝐋 𝐌𝐈𝐑𝐀𝐁𝐀 𝐀 𝐁𝐀𝐕𝐈𝐋𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐏𝐑𝐄𝐎𝐂𝐔𝐏𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍, habían huido de los aposentos de su madre, luego de que ella tuviera un nuevo ataque de ira, en donde el mayor salió con una herida profunda, sobre su pómulo.
Todo surgió al enterarse de que el mayor de sus hijos, no estaba siendo entrenado por el líder de la guardia imperial, por lo que estaba holgazaneando y decidió darle un castigo. Pero también iba por Kamal, ya que él sabía de esto y no había dicho nada.
Ahora, ambos estaban lejos de estos y viendo como conseguir suministros, para tratar la herida. Sabían que los sirvientes de su madre no los ayudarían, ella los despediría o castigaría si lo hicieran, mientras que los demás servían a la emperatriz y a la princesa Ariana, por lo que estos solo los ignoraban.
―Te quedará una cicatriz, si no lo tratamos. ―volvió a repetir, pero él le volvió a ignorar. ―¿De verdad, actuaras así?.
» ―Tks, no debiste cruzarte en su camino. ―ante su comentario se detuvo, ahora si tenía su atención. ―A mí era a quien le arrojó esa taza, no a ti.
―No iba a dejar que te golpe, para eso estoy yo. ―Bavilo miro su pañuelo ensangrentado, era serio. ―Vamos a la cocina, tal vez alguno de los ayudantes del cocinero, nos den algunos suministros.
Se pusieron en marcha, cuando una suave y alegré voz los detuvo. ―Bavilo, Kamal.
El menor fue el primero en girar para verla, Denayt caminaba hacia ellos con emoción, para él era la primera vez que se veían frente a frente, pero no era el mejor momento, no con Bavilo herido.
―Denayt de Secramise, saluda al primer y tercer príncipe de Arbezela. ―hizo una reverencia ante ellos. ―¿Le molesta si los acompaño? Tengo tiempo libre, antes de ver a padre.
―Es un gusto poder conocerte al fin, hermana Denayt. ―el azabache igual hizo una reverencia, mientras le sonreía. ―Nos encantaría tu compañía, pero estamos algo... ocupados, con un asunto un tanto urgente.
―¿Paso algo?. ―noto que Bavilo aun le daba la espalda, mientras sostenía algo. ―¿Está todo bien?.
―¿Se asustara si ve sangre?. ―Kamal no la detuvo, dejó que se acercará a su hermano. ―No siempre puede estar sonriendo, menos en una situación así.
Bavilo no quería que lo viera así, pero se resigno, sabía que ella no se iría sin ver que ocurría, por como la había visto actuar, era notable que sería persistente.
Ella estaba frente a él, manteniendo una suave sonrisa en sus labios, mientras sacaba un pañuelo limpio y lo ponía sobre su mejilla, esto provocó que hiciera una mueca.
