Capitulo 9

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El tiempo pasaba muy rápido, y de golpe ya estábamos cogiendo un avión para volver a Barcelona. Por pura casualidad, había comprado mi vuelo de vuelta en el mismo avión que las chicas. Así que mejor, nos habíamos hecho muy amigas.

Al llegar a Barcelona me despedí de ellas con un fuerte abrazo y nos prometimos que quedaríamos algunas veces junto a los chicos.

Con Gavi nos pasamos los números y estuvimos todo el verano hablando y tonteando. La conexión que había entre nosotros era increíble, nunca había sentido algo igual.

Llevaba semanas quedando con el a solas para hacer cualquier cosa, había veces que íbamos a la playa a ver el anochecer, a veces no hablábamos casi, solamente estábamos los dos ahí, existiendo, no necesitábamos palabras para comunicarnos.

Aunque también habíamos tenido momentos en los que había demasiada tensión. Normalmente nos pasaba cuando salíamos a la discoteca con los chicos y nos poníamos a bailar juntos en la pista. Siempre acabábamos liándonos, casi nunca llegábamos a nada más, no queríamos hacerlo en baños públicos o cosas así.

Ese día había quedado con Gavi para ir a un chiringuito en la playa para ver el atardecer mientras cenábamos. Ese plan lo habíamos hecho un par de veces antes y me encantaba, así que no podía negarme.

Me puse un vestido blanco suelto con florecitas rojas, de esos que siempre se llevan a la playa porque son fáciles de quitar. Unas sandalias rojas y también me puse un bañador rojo, por si nos entraban ganas de bañarnos.

En un bolso pequeño puse uno de mis vapers, como siempre, y mi móvil, las demás cosas ya las tenía dentro del bolso.

Me había dicho que a las 20:30 me iba a venir a buscar y eran las 20:25, así que no tardaría mucho en llegar, por lo que le esperé en la calle.

A los pocos minutos llegó y yo me monté en el coche. Siempre había querido conducirlo, pero él nunca me dejaba.

—¡Hola Pablito!.—dije feliz después de sentarme.

—Hola Noemí.—dijo con una sonrisa.

—¿Cuando dejarás de llamarme por mi nombre?—preguntó.

—Cuando tú dejes de llamarme por el mío.—respondí con una sonrisa angelical.

Él resopló, siempre teníamos esa conversación, aun que, sinceramente, a mi ya no me molestaba que me llamara así.

Estuvo conduciendo hasta la playa que siempre íbamos mientras escuchábamos música de fondo y hablábamos de cómo nos había ido nuestro día. Me contó sobre su entreno y que estaba reventado, Xavi en la pretemporada había decidido meterles caña para a ver si esta temporada también nos hacíamos campeones de liga.

Al llegar a la playa, buscamos el chiringuito. Cuando llegamos, pedimos la mesa que Gavi había reservado y fuimos. Era una mesa un poco apartada de las demás, así podríamos tener más privacidad.

Pedimos para cenar paella de marisco, la de ese sitio estaba buenísima, la podría comer a todas horas.

Estuvimos tonteando mucho toda la cena, demasiado, diría yo.

Al acabar de cenar pagamos y fuimos hacia la orilla para acabar de ver el atardecer. Estábamos en completo silencio. Estábamos sentados el uno al lado del otro, solo las puntas de los dedos de nuestras manos que descansaban en la arena se tocaban.

—¿Has tenido muchos novios?—preguntó de repente.

—No ¿por?.—pregunté confusa por su pregunta.

—No se, simplemente quería saberlo, tienes cara de que has tenido muchos.—alzó los hombros.

—Solo he tenido dos y no han acabado muy bien.—admití.

—¿Dicen que a la tercera va a las vencida, no?—dijo acercando su cara a la mia.

—¿Pablo, me estás intentando decir algo?—dije confusa.

—Joder Noemí, que si quieres ser mi novia.—dijo.

Yo lo miré sonriendo y moví un poco la cabeza para pegar nuestros labios.

—Claro que quiero.—dije sonriente y nos volvimos a besar.

Los meses fueron pasando volando después de ese momento. Cada vez estábamos mas unidos. A los 4 meses de estar juntos, decidimos comprarnos una casa y así vivir los dos juntos. También adoptamos una gatita negro, el que le pusimos Lola de nombre.

Estábamos teniendo una relación preciosa, si que en algunos momentos discutíamos, pero eran discusiones tontas que acabábamos solucionando.

Y cuando nos mudamos a la casa ni hablar de la de enfados que teníamos, por un momento pensé que lo íbamos a dejar, pero luego pusimos orden y lo solucionamos todo.

Y así fue pasando el tiempo.

Por fin habíamos encontrado a la persona indicada y éramos felices.

En Los Angeles.-Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora