Capitulo 3

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—¿Como?.—dije extrañada.—¿Dime a qué hora más o menos?.—pregunté.

El me miró confuso pero contestó.

—Sobre las 23:30 ¿por?.

Será hijo de puta.

Gracias.—dije antes de salir corriendo hacia mi habitación.

Al llegar a la puerta cogí aire preparándome para entrar. Una vez lo hice di un portazo haciendo que, seguramente, toda la planta se hubiese levantado.

—¿Alejandro porque cojones los vecinos de habitación me acaban de decir que ayer les di la noche más o menos por las 11?

—¿Que?.—dijo haciéndose el que no sabía nada.

—No me vengas haciéndote el tonto porque sabes perfectamente que ayer a las 11 de la noche estabas follandote a alguien en este mismo cuarto, y ese alguien no era yo.—dije enfadada.—Vete de aquí de una putisima vez, cuando vuelva de desayunar no quiero ver rastro de ti.

—Pero no me dejes, no tienes pruebas para hacerlo.—suplicó.

Yo reí irónica y puse mi mano en mi frente.

—Joder, ¿no lo entiendes?.—volví a reír irónica.—Que te dejo, vete de una puta vez de aquí. No sé si te acuerdas pero yo he pagado todo este puto viaje.

El empezó a llorar para parecer la víctima.

—Venga ya, deja de llorar que tu eres el culpable.—hablé.—Te lo repito una última vez. Ahora voy a ir a desayunar y cuando vuelva no va a haber nada tuyo en esta habitación, ¿entiendes?.—el asintió.—Ahora vete a la mierda.—dije para luego volver a salir de la habitación.

Había estado todo el rato conteniendo mis lágrimas, así que una vez la puerta del ascensor se cerró lloré todo lo que me había aguantado.

Era verdad que hace tiempo ya no lo quería de la misma forma, pero lo seguía queriendo y dolía el saber que me habían traicionado.

Al abrirse las puertas del ascensor indicando que ya estaba en la planta donde estaba el comedor, me tranquilicé y dejé de llorar durante un rato.

Me senté en la mesa más alejada de todos posible y fui a coger algo de comer.

En verdad se me había cerrado el apetito, pero tenia que hacer el esfuerzo de comer algo.

Me cogí un yogur con frutos secos y avena, siempre solía comer eso cuando no tenia hambre.

El comedor estaba en completo silencio, no había mucha gente, pero de repente se empiezan a escuchar un montón de voces hablando es un tono bastante alto.

Mierda, eran ellos.

Me senté en la otra silla dándole las espaldas a los demás. No quería que me vieran. Sabía que no me harían caso, o eso esperaba antes de ver cómo Pedri venía hacia mi mesa.

—Hola.—habló.—¿Estás bien? He escuchado gritos en tu habitación esta mañana y luego he visto como salía el chico ese que supongo que es tu novio.

—Ex novio.—corregí, sonando más borde de lo que quería.—Perdón, no estoy de humor.

—No pasa nada.—sonrió.—¿Pero estás bien?

¿Yo que le iba a responder? No sabía si decirle la verdad, somos desconocidos así que puedo contarle lo que sea porque no tenemos a nadie en común, pero tampoco quiero contarle todo por el mismo motivo, no nos conocemos.

—Bueno, podría estar mejor.—contesté.

—¿Puedo saber lo que ha pasado? Para intentar ayudarte, me sabe mal que ahora estés así y que encima Gavi se burle de ti cada vez que te ve.

—Bueno, gracias a las burlas de tu amigo me he enterado que me estaban poniendo los cuernos, así que por una parte lo agradezco.

—Hostia, lo siento.

—No pasa nada, duele menos de lo que creía, supongo que el no era el indicado.—dije mirándolo a los ojos por primera vez en la conversación.

—Dame tu insta para seguirte y me hablas cuando necesites.—dijo amablemente.—Aunque sea un "desconocido" puedes confiar en mi.

Le di una sonrisa como pude y saqué mi móvil para que apuntara mi Instagram, el me empezó a seguir y yo a él también.

Me sorprendió ver que no era una cuenta verificada con millones de seguidores, era una cuenta privada con menos de 100 seguidores, no sabía que los jugadores también tuviesen cuentas privadas, aunque me alivió que me siguiera por esa, así evitaba meterme en polémicas de esas que no tenían sentido.

—Pedri, ven a desayunar de una puta vez ya, que están a punto de cerrar.—gritó alguien desde la mesa que estaba detrás de mi.

Él miró hacia su compañero que le había llamado y len hizo un pulgar hacia arriba con la mano.

—Adiós, a sido un placer conocerte Noemí.—se despidió.

Yo le respondí diciendo "a ti, Pedri" y se fue.

Luego acabé de desayunar y me volví a mi cuarto, en el cual no había ni rastro de Alejandro, cosa que agradecí.

Cogí mi vaper de melocotón, que ya se estaba acabando y salí a la terraza de la habitación.

La terraza era bastante amplia y tenia dos sillones, un sofá y una mesa para sentarte. Las vistas que tenían era preciosas, se veía toda la ciudad debido a que mi habitación estaba en la última planta.

Me senté en el sofá, cogí el pequeño aparato que tenía en la mano e inhalé humo sabor a melocotón y luego lo solté.

Eso me relajaba mucho, hace un tiempo, cuando Alejandro dejó de prestarme tanta atención, descubrí los vapers, al principio no me gustaban nada, pero me gustaba la sensación que sentías al fumarlo así que me acabé volviendo adicta.

Estuve bastante rato ahí, pensando en esos putos ojos marrones que no conseguía sacarme de la cabeza, hasta que un ruido en la terraza de al lado.

—Dios, que mal huele.—murmuró un acento sevillano al otro lado de la valla de plástico que separaba las terrazas.

—Que sigo aquí.—dije ofendida.

—¡Coño que susto!.—gritó y yo reí.

Era la primera vez de este triste día que reía.

—Oye.—le hablé.

Quería agradecerle de alguna forma lo que me había dicho esta mañana. Se que empezó siendo una burla, pero al menos me había dado cuenta que tenia tantos cuernos que por poco no entraba por la puerta.

—No quiero hablar contigo.—dijo.

—Menudo gilipollas.—murmuré para mi misma.

Se ve que el sevillano que estaba en el otro lado de la valla no lo escuchó, así que entré a la habitación otra vez cabreada y me metí a ducharme.

Y otra vez, volvía a estar de mal humor.

En Los Angeles.-Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora