Capítulo 6

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No sabía que bikini ponerme.

Tenia cuatro, y si soy sincera, no se cual de todos era menos provocativo.

Con todos iba enseñando medio culo, pero así era yo, siempre iba enseñando lo más que podía.

Me encantaba mi cuerpo y estoy bien orgullosa de mi físico, así que siempre que podía vestía enseñando lo más posible.

No sabía que color ponerme, así que fui a mi otra opción: mandarle un mensaje a Pedri para que decida el color.

"Dime el color del bikini, rojo, blanco, azul eléctrico o negro" Tecleé en mi teléfono.

A los pocos segundos me respondió escogiendo el bañador azul eléctrico, así que me lo puse y por encima de este me puse una camiseta ancha para poder quitármela bien y unos tejanos cortos.

¿Debo recordaros que el calor que hacía no era ni medio normal?

Me tumbé en la cama y encendí mi teléfono para ponerme a mirar Instagram, así hacia algo  mientras esperaba a que llegase la hora para ir a la piscina.

No se cuanto tiempo estuve, pero si sabía que ya iba tarde.

Cogí mi bolsa, puse una toalla y la crema solar. Por último cogí el primer vaper que encontré por la habitación y mi telefono, para avisar a Pedri que ya subía a la piscina.

En el ascensor le di la primera calada al cigarro electrónico que tanto me tenía obsesionada. Esta vez había cogido uno de plátano, no era el que siempre cogía, pero tampoco estaba mal.

Al llegar al último piso escuché música, así que supuse que ya estarían ahí.

Al salir fui directa donde estaba Pedri para saludarle, no sabía que hacer ni con quien ir. Solamente me había hablado con Sira, Mikky, Pedri y Gavi, que con este último se supone que nos llevamos mal según Pedri.

—Buenas.—dije sentándome en la tumbona de al lado suyo.

—¡Emi, ya estás aquí!.—dijo con una sonrisa.—Te estábamos esperando. Mira, estos son Gavi, Ferran, Ansu y Balde. A Sira ya la conoces.

—Hola, soy Noemí, me podéis llamar Emi o Noe, no me llaméis por mi nombre completo, así es como me llama mi madre cuando me regaña.—reí.

Por suerte los demás también rieron así que no quede en ridículo por reírme de eso.

Luego dejé mis cosas en una hamaca cualquiera y me puse a mirar mis notificaciones de WhatsApp mientras fumaba.

Mi mejor amiga, que estaba en Barcelona, me había estado enviando mensajes para ver cómo estaba, que no le había contado nada desde que me fui hace unos días.

Estaba escribiendo hasta que noté como alguien hablaba en mi oído dándome un susto de muerte.

—Así que no te gusta que te llamen Noemí...—dijo con una sonrisa burlona.—Perfecto, Noemí.—hizo énfasis en mi nombre.

Yo rodé los ojos y acabé de escribir el mensaje y lo envié.

—¿Con quien te escribes?.—preguntó.

—No es de tu incumbencia, Pablo.—esta vez fui yo la que hizo énfasis en su nombre.

El gruñó y me miró mal.

—No me llames así, Dios, ni mi madre me llama así.—se quejó.

—Pues vaya pena Pablito.—dije dándole una calada al cigarro electrónico y yéndome hacia la piscina donde estaba Pedri con los demás.

Lo vi bufar y pasar por al lado mio, para tirarme "accidentalmente" a la piscina. Por suerte ya me había quitado la ropa, pero el móvil y el vaper se habían mojado y eso significaba que ya me podía estar despidiendo de esos objetos.

—Gilipollas, que el puto móvil no es resistente al agua.—lo insulté. Tenia un iPhone 8 que estaba en sus últimos días, eso no iba a sobrevivir a un baño como el que se acababa de dar.—Y ni hablar de esto.—dije alzando el cigarrillo electrónico.—Que con suerte puede funcionar.

Salí del agua y pasé por al lado suyo chocando mi hombro con el suyo.

—Me vas a comprar un nuevo móvil y tres vapers, no quiero quejas.—dije enfadada.

—¿Y tres porque, si solo te he roto uno?

—Porque los otros se me han acabado y voy a aprovecharme.—dije envolviéndome en mi toalla.

—Me puedo sentar contigo.—preguntó.

—No.

—¿Por?.—preguntó con el ceño fruncido.

—Pablo, que hayamos follado no significa que deje que hagas lo que te de la gana.

—Dios, te he dicho que no me llames Pablo.

—Entonces tú no me llames Noemí.—solucioné.

El bufó y me miró mal.

—¿Porque siempre miras mal a la gente? Con lo bonita que puede llegar a ser tu sonrisa.—dije poniendo mis manos en sus mejillas levantando con mis dos pulgares la comisura de sus labios, haciendo que sonría.

El rió y alzó los hombros.

—Es mi cara normal.—dijo.

Yo solté una carcajada pero él la ignoró y me quitó quitó el vaper(roto) de la mano.

—¿Como va esto?.—preguntó.

—Como un cigarrillo normal.

—Yo no se como se fuma un cigarro normal.

—Por eso mismo tampoco debes de fumar esto.—dije quitándoselo de las manos y provando si iba.

—Pareces mi madre.—bromeó.

—Yo creo que a tu madre no le has hecho lo que a mi hace unas horas.—dije con una sonrisa burlona.

—Sería raro.—rió.

Yo asentí dandole razón y decidimos ir a bañarnos con los demás.

Yo me fui a hablar con Sira mientras los chicos jugaban a fútbol con una pelota.

Las horas pasaron y nosotros seguíamos allí, ya era hora de cenar. Decidimos cenar en el restaurante de la azotea del hotel, así no nos teníamos que mover.

Nos sentamos en la mesa más grande que había y pedimos lo que queríamos para cenar.

—Emi, ¿entonces no nos volveremos a ver más después de hoy?.—preguntó Pedri.

—No, tengo unos contactos que me reservaron habitación en todos los hoteles en los que estareis.—todos reímos.—Mi madre es una de las dueñas de esta empresa de hoteles internacionales, entonces me lo dijo.

Ellos me miraron sorprendidos.

—¿Tu madre lleva todo este hotel?.—preguntó Sira elevando la voz.—Dile que el baño de este hotel es de los mejores que hay.

Yo reí y seguimos hablando.

La cena estaba siendo muy divertida, los chicos eran muy majos y graciosos. Todo lo que decían al final siempre acababa en carcajadas de parte de todos.

—¿Alguien quiere mi bocadillo?.—pregunté.—No me lo voy a acabar.

Me había cogido un bocadillo demasiado grande para ser yo. Yo no solía comer demasiado ya que me llenaba muy rápido, pero ese día decidí cogerme uno más grande de lo normal.

Sira iba a hablar, supongo que para decir que se lo iba a comer ella, pero el gesto que hizo Gavi la interrumpió.

Gavi cogió mi bocadillo y pegó un mordisco lento en la parte donde había mordido yo minutos antes. En ningún momento quitó el contacto visual entre los dos.

Santo Dios.

Los chicos ignoraron su gesto, no lo vieron como algo raro. Solo Gavi y yo sabíamos que eso era un beso indirecto.

En Los Angeles.-Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora