Capítulo 19

142 17 3
                                    

Un grupo de hombres salen de la casa, adelante, el pelirrojo con una sonrisa dibujada en su rostro, atrás, dos hombres sostienen y llevan a arrastras a la chica, quien grita desesperada y vocifera que la suelten, forcejeando con todas sus fuerzas, haciendo que un tercer hombre también ayude a sostenerla.

 -¡No!  ¡Suéltenme! ¡Déjenme volver ahora! - 

- Bien... ya es hora. - Dice el pelirrojo volteándose. Deposita un cigarrillo en sus labios y lo enciende con su mechero que ha sacado de su bolsillo. Cierra los ojos con la primera bocanada, aspirando gustosamente el humo para luego exhalarlo. - Adiós pequeña Jeongyeon... veamos los fuegos artificiales chicos. - Lanzó su encendedor que aun tenía su llama encendida hacia la casa, haciendo que esta se comenzara rápidamente a envolver por las llamas. 

- ¡No! - Gritó Nayeon desde lo más profundo de su garganta, con el pánico y la ansiedad recorriendo cada parte de su cuerpo, siendo aun sujetada. - ¡Por favor! Te lo ruego, te daré lo que quieras, ¡pero déjame ir a ayudarla! - Le gritaba al hombre histérica. Jin-young le miraba gustoso, observando cómo perdía el control, su desesperación, la impotencia de no poder nada, intentando soltarse sin lograrlo... le encantaba. 

- Ya es tarde señorita, solo relájese y disfrute el espectáculo conmigo. - Volteó nuevamente a la casa que estaba ahora prácticamente completamente en llamas. - Ustedes, vigilen todas las posibles salidas, quiero asegurarme de que nada salga de esa casa. - Los hombres asintieron, rodeando el perímetro del hogar en llamas, pendientes de que la castaña oscura no lograra escapar. Por otro lado, el pelirrojo no dejaba de ver la casa. Su rostro dibujaba una sonrisa maquiavélica, mientras en sus ojos se podía ver el reflejo de las llamas, y la satisfacción que le provocaba la situación, sin dejar de fumar su cigarrillo. Solo se escuchaban el fuego consumir la construcción, y el incansable grito de la chica. De pronto, sin saber como lo hizo, ni le importaba tampoco, Nayeon se soltó del agarre y corrió con todas sus fuerzas hasta la puerta. En su mente solo estaba la idea de entrar por ella y ponerla a salvo. Pero al abrir la puerta, su cuerpo se detuvo y sus ojos se abrieron perturbados. Todo ya estaba envuelto en llamas, completamente, sin posibilidad alguna de poder ingresar, y haciéndole ver que ya todo el interior estaba siendo consumido en pocos segundos.

- Jeongyeon... - Murmuró casi de manera inaudible al ver el infierno imposible de atravesar. De pronto volvió a sentir el agarre de los hombres que combatían para alejarla y volver junto a su jefe. - No, no, ¡no! Suéltenme, déjenme ir por ella, ¡déjenme volver! ¡Jeongyeon! - La volvieron a arrastrar hasta llegar a un lado del pelirrojo, que veía aun extasiado la escena.

- En este momento su cuerpo ya debe estar siendo atacado por las llamas, su piel debe estar siendo consumida lentamente por el calor... me pregunto si gritará por el dolor, me gustaría escucharlo. -

- ¡Eres un maldito enfermo de mierda! ¡Maldito! -

- Shh... no debe faltar mucho. - Dice sin despegar la vista de la casa, esperando a que el fuego seguía su rumbo hasta que envolvió el gas de la cocina. De pronto se escucha una gran explosión que hace voltear rápidamente a la chica, quedando perpleja al ver como una ola de fuego se extendía hasta el cielo, hace que de la casa que hace un rato era testigo del amor, ahora se hacían solo un par de pilares calcinados, con su amante en el interior. Su cuerpo se petrificó, su sangre de un segundo a otro se congeló por completo, sus ojos abiertos de par en par hinchado por las lagrimas, miraban incrédula al fuego. Su mente estaba en blanco, pero en el fondo calibraban lo que sucedió, ya era demasiado tarde.

- N-no... Je... Jeongyeon... - Su voz apenas podía salir de sus labios.

- Suéltenla. - Cuando las manos opresoras de hace unos segundos le soltaron, sintió como sus piernas perdían fuerza, cayendo irremediablemente al césped de rodillas. Su mirada estaba perdida, sus pupilas aun contraídas, su cuerpo daba pequeños temblores. Los hombres que hace un rato habían estado en posiciones estratégicas volvían a su lado. 

Ciudad del vicio. (2yeon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora