Capítulo 21

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La noche es lluviosa, se puede escuchar claramente la campana en lo más alto de la iglesia, sonar impulsada por el frío viento. Un par de pasos hacen chapotear el agua del suelo. Una mano abre rechinando la gran puerta de la iglesia. En su interior, hay un silencio sepulcral, o espiritual dado el lugar, habían varias velas encendidas a los pies de algunas esculturas de santos, un par más en el altar. El silencio es interrumpido por el ruido de los pasos que comienzan a aproximarse al confesionario, mientras un par de gotas caen de las ropas de aquella persona. Ingresa y se sienta.

- Padre... he pecado. - Escucha el mencionado desde el otro lado, después de abrir la ventanilla de madera.

- Dime hija, ¿Cuáles son tus pecados? - 

- He asesinado gente, muchos... ya he perdido la cuenta. Es un trabajo tentador... tiene mucho lucro. - 

- ¿Eres asesina a sueldo? - Pregunta para aclararse.

- Así es... Muchos han caído por mi trabajo, otros, simplemente estaban al medio. Todos han sido criminales, delincuente de baja o alta clase, de alguna u otra manera. Pero aun así no me redime de mis culpas, nunca ha sido por justicia o algo parecido, solo es trabajo. Jalo el gatillo sin pensarlo dos veces. - 

- ...Eso es terrible hija. Y dime, ¿sientes remordimiento? ... el Señor comprenderá si estas arrepentida, puede existir redención para tu alma si realmente lo estás. - 

- La verdad padre... no me arrepiento de ninguna sola muerte, simplemente no siento aquello. - 

- Entonces no lo entiendo, ¿Por qué lo confiesas si no sientes culpa? - Pregunta un tanto desconcertado el sacerdote, en sus años escuchando pecados nunca se había topado con un caso como este.

- Porque solo quería preparar el terreno para sincerarnos... y dígame padre, ¿Cuáles son sus pecados?"- Dice enfatizando en el adjetivo "sus".

- ¿Como? - Preguntó sorprendido el hombre de Dios

- Un sacerdote corrupto, trabaja para Im Seong-Su en su negocio redondo, el tráfico de menores... - El apacible hombre se sobresalta ante las palabras e interrumpe. 

-¿¡Qué es lo que estás hablando!? ¿¡Quien eres!? - 

Pero en ese momento unas manos atraviesan de golpe la puerta de confesionario, agarrando al sacerdote de la sotana, atrayéndolo hacia afuera, encontrándose de frente con el inexpresivo rostro de quien creía muerta, Yoo Jeongyeon.

- T-tú... no puede... - Dijo con voy temblosa.

- Shh... padre, no interrumpa, Dios nos oye, él quiere escuchar su confesión... Usted entrega a los niños huérfanos del hogar de menores de la iglesia, a cambio de generosas sumas para la fundación... Que lucrativo resulta ser para esta santa iglesia los pobres niños huérfanos, ¿no? Además de la imagen de generosidad que trasmite Seong-Su por ser el benefactor de esta fundación, subastas de caridad, todo aparenta ser bello... pero en realidad usted cría niños, que convenientemente nadie conoce ni sabe que existen, para que luego Seong-Su pueda venderlos preferentemente al extranjero. Todo sin levantar sospechas de niños desaparecidos. - 

- T-tu estas... estas... - Preguntó temeroso ante el agarre y la lapidaria mirada de la castaña oscura.

- ¿Muerta? ...sorpresa, tal vez alguien rezó mucho por mi alma... ¿fue usted? - Pregunta eso último con sarcasmo. El hombre ve por unos segundos esos ojos firmes, inspirando miedo. Luego respira hondo, calibra en su mente mejor la situación, entendiendo que esto no se trata de una aparición o visita del más allá.

- Sobreviviste... realmente eres muy buena, como el señor Seong-Su pensaba. - Dice más relajado. - Pero no... no se de lo que hablas. - Intento mentir, pero se notaba el nerviosismo en su voz. La castaña oscura frunce el ceño, lo que inquieta al hombre, que traga saliva con dificultad sin poder evitar mostrar el miedo que comenzaba a aumentar. Aprieta el agarre de la sotana y con rapidez y brusquedad, lo arrastra hasta la pila de agua bendita, cerca de la entrada, y sin darle tiempo para nada, le sumerge la cabeza. El hombre se mueve desesperado, tratando de soltarse en vano, mientras la castaña oscura aun lo tiene agarrado, y con una mano empujando la cabeza del hombre para evitar que la levante del agua. Después de diez segundos la levanta, haciendo que el hombre desesperadamente trate de volver a respirar.

Ciudad del vicio. (2yeon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora