🌀 CAPÍTULO 14 🌀

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Elizabeth

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Elizabeth

Las estrellas brillaban en el cielo nocturno, el océano estaba muy tranquilo, pero hacía un viento increíble para que el barco pudiera seguir navegando. Elizabeth le daba la espalda a la puerta mirando por la gran ventana las estrellas, estaba sentada sobre la cama abrazando sus piernas que estaban pegadas a su pecho, llevaba cinco días encerrada en esa habitación, que solo abrían la puerta para dejarle comida.

—La cena esta lista —un pirata había entrado a la habitación.

—No tengo hambre —respondió Elizabeth sin mirarlo.

—Tienes que comer, son órdenes del capitán —contestó el pirata tomándola del brazo de forma muy brusca.

—¡Suéltame, idiota! —protestó Elizabeth soltando su brazo—, ¿a dónde me quieres llevar?

—El capitán quiere cenar contigo en su camarote —espetó mirándola de arriba abajo, la miraba de una forma lujuriosa, sus ojos se detuvieron en sus pechos.

—Idiota, mis ojos están aquí arriba —dijo señalando sus ojos—, dile a William, que no pienso cenar con él, ni hoy ni nunca.

Elizabeth regresaba a su cama, pero el pirata la tomó del brazo y con un movimiento la cargó sobre su hombro.

—¡Maldito idiota, bájame ahora mismo! —gritaba Elizabeth golpeando su espalda.

—No puedo.

—¿Por qué diablos no?

—El capitán ordenó que, si te resistías o no querías ir, tenía que llevarte al camarote a la fuerza.

—Maldito hijo de puta —gruñó ella y sintió como el pirata le daba una nalgada—. ¿También te ordenó darme una nalgada?

—No, eso lo hice yo por llamar así a mi capitán —contestó hostilmente el pirata, pero mirándola de forma juguetona.

—En realidad, iba para ti —rodó los ojos con fastidio.

Volvió a sentir otra nalgada, Elizabeth ya no volvió a decir nada en todo el camino para ir al camarote del capitán Bennet. Cuando llegaron, el pirata abrió la puerta para entrar y poder bajar a la chica rubia, cuando la dejó en suelo ella tenía ganas de darle una patada en la entrepierna, pero tuvo que resistirse.

—Aquí está la señorita Elizabeth —dijo el pirata mirando a su capitán.

—Gracias, Mantarraya. Espero que la señorita no haya sido un problema —Will miraba a Elizabeth con una sonrisa tierna.

—Para nada, capitán —respondió Mantarraya con una sonrisa divertida.

—Puedes retirarte —Will movió su mano para correrlo, el pirata salió del camarote. Él miró a Elizabeth que estaba parada en el centro del lugar con cara de pocos amigos y con los brazos cruzados en su pecho—. Mi querida Elizabeth, siéntate por favor.

Contra tiempo ✔ [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora