10

718 95 31
                                    

Me pareció que el paso del tiempo se volvía extremadamente insignificante. La plática con Louis me resultó sorprendentemente entretenida y beneficiosa y con la tutoría, todo se hacía muy fácil. Me sorprendí verlo mirándome con una atención tan meticulosa, varias veces, como si estuviese examinando algo raro en mi rostro. Su repentino interés hacia mi y la forma tan familiar en la que se recostaba a mi lado me provocaba un hormigueo tan agradable que no tenía necesidad ni siquiera de preocuparme por él ni por la forma en la que gustaba de tocarme a cada rato.

—Tienes un pelo tan bonito.

—Ya lo has dicho antes. —como tres veces, contando, y no para de despeinarme. —¿Paso x para este lado?

—Sí, pero procura no saltarte este número... Este, ¿lo ves?

—Sí. —tacho y escribo con atención. —Y paso este... aquí. ¿Así?

—Perfecto.

Sonrió con la felicidad de una nena al recibir su aprobación y me concentro con entusiasmo en el siguiente ejercicio. Me encanta lo fácil que me resulta hacer esto, tan fácil que me está gustando la materia. ¿Por qué no he recurrido a Louis antes?

—Eres muy bueno con los números.

—Tú eres una cosita preciosa.

Dios mío.

—En serio, ¿podrías dejar de lanzarme esos piropos? —le fulmino con la mirada de una chica que no sabe como ser cortejada. —Sé que lo haces para molestarme, pero estoy más acostumbrada a que me trates con rudeza que con dulzura.

—No tiene nada de malo ser complaciente contigo. —sentí su mano sobre mi cabecita. Todo mi cuerpo pareció ser consciente de que había vuelto a posar su mirada en mí. —Especialmente ahora, que estamos solos. Podemos relajarnos y hacer lo que nos plazca.

—Lo dices como si estuviésemos haciendo algo malo.

—¿Y no es así? —sonrió con malicia, rozándome la oreja con los labios mientras se inclinaba un poco más hacia mi. Sentí sus manos en mi espalda y sus dedos juguetearon con el dobladillo de mi camiseta. —Después de todo, no deberías estar aquí, ¿verdad, Haruo? Y menos con un herbívoro.

—¿Te recuerdo quien fue el que me empujó a esta travesura?

—No me eches toda la culpa, TN. Sabes muy bien que de los dos, tú eres la más traviesa.

—Eres un tramposo arrogante. —Tiré mi lápiz a un lado y dejé que repiqueteara contra el suelo a un metro de distancia. —Esto no hubiera pasado si no hubieras empezado con tus comportamientos bipolares y proposiciones absurdas, ¿sabes? ¡Y solo me estoy quedando porque no paras de distraerme! ¿Y no podías dejar las dichosas manos quietecitas el tiempo suficiente para dejarme terminar de hacer la tarea? Lo haces para que no me vaya. Y además...

Sin previo aviso, me hizo rodar en la cama. Me colocó las manos pegada a mis hombros y, un segundo después, estaba tumbada con su cuerpo encima y él me observaba con una mirada intensa. Louis se acomodó y se inclinó sobre mí acercando su cara a unos centímetros de la mía.

—¿Justo ahora? —le pregunté, mirándolo con los ojos como platos —¿En serio?

—Se me están acabando las maneras de callarte. —confesó con voz baja, autoritaria. —Es tan molesto que seas tan chillona y sensual al mismo tiempo.

Al principio, me llamó la atención la ironía de aquella afirmación. El contraste casi daba risa. Casi. Sin embargo, lo que de verdad me afectó fue que nadie me había llamado nunca sensual. Louis era el primero. Y la verdad era que estar con él me hacía sentir atractiva. Por su forma de hablarme, de mirarme y de tocarme, notaba que su cuerpo me deseaba.

INSACIABLE | BEASTARSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora