Es lunes y estamos llegando al internado. Está apartado de todo, y como a 1 hora de casa de mis tíos; es un lugar amplio, con áreas verdes; al parecer voy a tener que acostumbrarme a los lugares lujosos con mis tíos.
Pasamos hasta llegar a la oficina del director, el cual, al entrar, nos recibió con una sonrisa.
- Buenos días señor y señora Hill, y tú debes ser Sean, nos han informado tu situación, lamento mucho tu pérdida.
- Él es el director Moon. -dijo Louis.
- Gracias. -dije sin ganas.
- Llámame Alexander. Avisé a la maestra Linn sobre tu caso, ella será su maestra y lo pondrá al tanto de sus clases; no debe tardar en venir por ti, para llevarte al salón. -nos informó.
- Está bien, la esperamos. -dijo Louis.
Pocos minutos después llegó la maestra Linn, era una mujer alta, delgada, de piel blanca, achinada, llevaba puesto unos lentes de lectura y una carpeta en mano.
- Buenos días a todos. -dijo sonriendo. Al parecer aquí todo mundo sonríe. - Tú debes ser Sean.
- Así es y usted mi maestra. -dije de mala gana.
- Así es. -dijo aún sonriendo.
Definitivamente deben pagarle por sonreír.
- Bueno, ven conmigo; te mostraré el salón de clases y a tus compañeros y, a la hora del comedor, te daré tus horarios. -me informó.
- Está bien. -dije sin más.
- Sean, ¿No te vas a despedir? -dijo mi tía.
- Adiós. -dije seco.
- ¡Sean! -se quejó.
- Se supone que nos vemos el fin de semana, deja de ser tan dramática. -repliqué. Cuando estuvo por responderme Louis la detuvo.
- Amor, está bien; no pasa nada, después de pasar por algo tan difícil es normal que tenga ésa actitud.
- Estoy aquí. -dije con fastidio.
- Sean, nos harás falta en casa. -dijo mi tía de manera melancólica.
- Claro. -dije sarcásticamente.
- Aunque no lo creas. -insistió. Rodé los ojos.
- Ya, está bien, nos vemos luego. -abracé a mi tía, la cuál, me recibió con fuerza entre sus brazos y me regaló una pequeña sonrisa al soltarme; me despedí de Louis agitando la mano.
Caminé junto a la maestra Linn unos cuantos pasillos hasta llegar a nuestro salón donde habían varios niños, que, extrañamente, esperaban en silencio y haciendo sus tareas.
- Chicos, él es su nuevo compañero Sean, espero que lo traten con respeto. -informó. Nadie respondió. - Puedes tomar asiento.
(...)
Vimos clases hasta que llegó la hora del almuerzo, todos en silencio y prestando atención.
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Luz en la oscuridad
SpiritualSean, un estudiante de psicología esconde un terrible secreto; pero los secretos no duran por siempre y tarde o temprano salen a la luz...