10.- No hay mucho que decir.

33 5 0
                                    

- Vaya Sean, es muy fuerte lo que nos estás diciendo. -dijo Mateo.

- Lo sé, sé que merezco estar en prisión por lo que he hecho, incluso merezco morir por mis actos.

- Sean, al aceptar a Cristo, clavaste todos tus pecados en la cruz; ya él pagó con su sangre por ti y por cada uno de nosotros, sin importar qué hayamos hecho, ahora tenemos una nueva vida gracias a Él. -dijo Ruth.

- Gracias. -sonreí levemente.

- ¿Nada más Sean? Alcoholismo, fornicación, orgías, drogas, ¿No?

- No. -negué. - Hacía todo lo posible por mantener puro para Luzbel, y no participaba en ninguna de ésas cosas; jamás probé una gota de alcohol u otra sustancia, y soy virgen, tampoco estuve con nadie, a pesar de que éso es algo normal en las reuniones que ellos hacen, yo nunca participé en éso; por éso Luzbel me tenía entre sus favoritos.

- Ok, ya sabemos que atacar; estaremos orando por ti Sean. -dijo Mateo.

- Bien... -me levanté. - Entonces, nos vemos mañana. -me despedí de ellos.

(...)

Al día siguiente estoy en el trabajo con Jonatan, que no ha dejado de sonreír en todo el día por alguna razón.

- ¿Estás bien? -le pregunté.

- Creo que ya sabes por qué estoy así.

- Sé que tiene que ver con una chica, ¿Pero en dos días?

- Es Rose, me dí cuenta de lo que siente por mí, y ayer la pasé muy bien con ella; fuimos al parque y disfruté mucho de su compañía.

- Y ahora, ¿Son novios?

- No, pero me dí cuenta de que tenías razón, y decidí, ver qué pasa con Rose.

- Ya, entiendo.

- Tú lo sabías, ¿Verdad? Que le gusto a Rose.

- Sí, lo sabía.

- Por eso me aconsejaste que mirara a mi alrededor.

- Por éso y porque era lo mejor para ti, fuese o Rose o otra chica, lo mejor que podías hacer era dejar de intentar algo con Gaby, sobre todo sabiendo que sólo te ve como su mejor amigo.

- Hablando de ella... ¿Cómo van las cosas entre ustedes dos?

- Pues, por lo menos ahora me habla.

- Le va a tomar un tiempo volver a confiar en ti.

- No quiero que confíe en mí, solo quería que pudiese perdonarme, y ya lo hizo, con éso me conformo.

- Pero ella te gusta.

Al parecer es muy obvio lo que siento por ella.

- Es mejor así.

- Pero...

- ¿Podemos dejar de hablar de esto? -le corté.

- Está bien.

Si Gaby estuviese conmigo, correría mucho peligro, no es seguro para ella, y jamás me perdonaría que algo le pasara por mi culpa.

Al terminar mi turno, fui al servicio, y, cuando acabó, Rose se acercó a mi y me dió un abrazo.

- Muchas gracias Sean.

- ¿Por? -la miré confundido.

- Porque sé que la repentina cercanía de Jonatan hacia mí no es por casualidad, y que tú tienes algo que ver en éso.

Luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora