9.- Él es mi Señor.

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Estoy en la universidad, escuchando algunas adoraciones que Jonatan me había recomendado, al parecer le caigo bien, al punto que me ayudó a conseguir trabajo en la tienda donde trabaja él; comenzaré hoy en la tarde.

Gaby entró al salón, pero al verme salió afuera. Aún no puedo creer que ella también sintiese algo por mí, aunque, claro,  en éste momento está muy enojada conmigo. Salí para hablar con ella. Al verme me detuvo.

- Ni se te ocurra. Ya te dije, no quiero hablar contigo. -dijo molesta. La miré decepcionado de su actitud.

- Así que tu orgullo es más grande que tu piedad, ¿Crees que es algo que te acerque más a Dios?

- No metas a Dios en ésto Sean.

- Entonces su palabra no importa en momentos así.

- No pongas palabras en mi boca Sean. Mira, sé que debo perdonarte, pero no confío en ti, en que tu arrepentimiento sea verdadero. Me es muy difícil creerte, además de que también estoy decepcionada de ti, traicionaste mi confianza, y me estabas utilizando para dañar a la iglesia; intenta entenderme, no es nada fácil para mí.

- Déjame demostrarte que mi arrepentimiento es verdadero y que puedes confiar en mí. -me miró un momento.

- No lo sé Sean.

- Por favor. -suspiró, dándose por vencida, y asintió en respuesta. - Gracias. -dije sinceramente.

- Recuerda que hoy nos reuniremos con la hermana Bella.

- Será al terminar el servicio, ¿No?

- Así es.

- Ok. -fui a sentarme nuevamente en  donde estaba y Gaby se sentó a mi lado. Poco después los demás alumnos y la profesora entraron en el salón, y comenzaron las clases.

(...)

Al terminar, fui al trabajo, Jonatan me presentó al jefe; él me dijo qué tenía que hacer, era el mismo trabajo de Jonatan, asegurarme de que no se llevarán más de lo comprado, mi horario de trabajo sería de 12:00pm a 8:00pm Estuve de acuerdo y comencé al instante.

Al salir, fui a la iglesia, Mateo apenas iba a comenzar a predicar; así que pude escuchar la palabra.

Está vez habló sobre el perdón, y el amor que Dios tiene a las personas, y cómo nosotros debemos sentir ése mismo amor por las almas de los que aún no han llegado a los caminos del Señor.

- Hola. -me saludó Ruth amablemente. - Tardaste un poco en llegar.

- Sí, es que comencé a trabajar; Jonatan me recomendó en su lugar de trabajo y ahora somos compañeros, claro, yo salgo a las ocho.

- Vaya! Me alegro por ti.

- Gracias.

- Vas a ir a casa, ¿No?

- Así es, la hermana Bella me dijo que había hablado con el pastor, y que está de acuerdo en que aporte el conocimiento que tengo sobre las tinieblas; para poder ayudar a los jóvenes y a la iglesia a defenderse mejor del ataque de satanás.

- Tengo que admitir que también me da mucha curiosidad escuchar lo que sabes sobre éso. Además de que mañana debes hablar con el pastor, para saber qué debemos atacar al ministrarte.

Luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora