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Los rumores decían que los Slytherin tenían rituales de índole sexual a partir de sus quince años, otros decían que practicaban orgías cada viernes en su sala común, sea cual fuera la verdad, la mayoría de chicos y chicas de las demás casas se sentían atraídos por ellos ya sea por mero morbo o curiosidad.

Harry no era la excepción y cuando su enemigo número uno, Draco Malfoy tuvo un cambio drástico en cuanto a altura y musculatura, su curiosidad creció.

Un día regresó a Hogwarts y notó que su enemigo de toda la vida ya no parecía un niño o un adolescente enclenque y odio decir que tragó saliva al ver al nuevo Draco y lo iba a negar, pero, buscaba la mínima cosa para tener un enfrentamiento con él, Draco no era tan ancho y voluminoso, pero tenía músculos bien definidos que se notaban con la camisa escolar, la espalda ancha y cintura pequeña solo hacían más notorio el atractivo.

También fue a partir de ese momento, que los nuevos rumores apuntaban que Draco era quien le quitaba la virginidad a los chicos que cumplían quince años dentro de Slytherin y Harry solo podía maldecir el momento en que pidió ir a Gryffindor.

Los chismes de pasillo solo iban en aumento cuando las actitudes de Draco comenzaron a llamar la atención y es que le rubio tomaba sus cosas en medio de la clase y salía corriendo sin decir más, pocas veces se le veía en el gran comedor, chicos y chicas por igual parecían ruborizados solo con verlo, habían días que podía localizar al rubio con el resto de sus amigos tirados a la sombra de un gran árbol junto al río con apenas algo de ropa.

La curiosidad de Harry ganó.

Esa mañana fue todo un caso, Draco estaba sentado en medio de sus amigos, se le veía desesperado y tenso, notó que Parkinson trataba de relajarlo con pequeñas caricias en la cabeza pero, Draco solo se veía como si en cualquier momento escaparía y así lo hizo.

Saltó de su asiento y se fue corriendo, pensó que sus amigos lo seguirían pero no, Pansy, Blaise, Theo, Vincent y Crabe solo miraron con tristeza como se iba, pero él no lo iba a dejar así.

Ignorando los llamados de Hermione y Ron, corrió hasta vislumbrar el cabello platinado, lo vió entrar a uno de los baños, dudó antes de adentrarse pero finalmente se dijo que era un Gryffindor.

Abrió la puerta con cuidado, escuchó jadeos y gruñidos que fueron directo a su polla, siguió el ruido solo para encontraste al rubio con los pantalones abiertos y una erección que a Harry se le antojo de sobremanera.

-Malfoy...- su voz salió ronca y llena de deseo

-Largate, Potter- ni siquiera lo miró pero no hizo falta, Draco solo seguía prestando atención a su furiosa erección que bombeaba rápidamente.

-No deberías...- se aclaró la garganta, ¿por qué hacía tanto calor?- hacer eso aquí.

-¡Lárgate!- su voz le dió a Harry escalofríos placenteros

Y la curiosidad mató al gato.

Potter tomó uno de los anchos hombros del rubio dándole la vuelta, a pesar de ver la erección persistente de Draco, sus ojos parecían llenos de rabia y tristeza.

Para Draco era difícil aceptar que sufría lo que los medimagos llamaban "enfermedad muggle" satiriasis para ser más precisos, algo que convertía al heredero de los Malfoy en un adicto al sexo.

Narcissa estaba desconsolada

Lucius se mostraba avergonzado y buscaba dentro de su linaje alguna enfermedad o maldición que le dijera como ayudar a su hijo.

Sus amigos estaban buscando cualquier información muggle

Y Draco solo creyó que besar a Harry sería el menor de todos sus males, así que cuando Potter le ayudó con su persistente y nada despreciable erección, no dudó en unir sus labios.

Harry solo esperaba que aquel encuentro fuera suficiente para calmar su curiosidad.

Si claro.

False GodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora