Capítulo 10: Peleas inesperadas.

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Ya habían pasado dos semanas desde que había llegado de NY, todo aquí era diferente, a pesar de extrañar a Bryan, me sentía mejor aquí, aunque si prefieres una ciudad que nunca duerme, en la que siempre va a haber algo que hacer, esa es Nueva York. Pero si eres una persona como yo, que prefiere la tranquilidad, entonces quédate en California.

En estas dos semanas he conocido a poca gente, entre ellos los que mejor me caen son Thomas y Walter, gracias a ellos me he adaptado bien al instituto. Ah, bueno, y Alexa.

***

- Hola, Allan, creo que tenemos educación física - me saluda Walter.

- Hey Walt, espérame, te acompaño - respondí.

Era lunes por la mañana, y creo que debería estar prohibido tener que hacer educación física un lunes a primera hora.

Llegamos al gimnasio Walter y yo, y allí estaba el resto de clase.

Christine estaba de pie estirando las articulaciones para empezar a realizar el calentamiento, la verdad es que es muy guapa, y tiene un cuerpo brutal, supongo que tendrá a muchos chicos en la cola.

- Hey Christine, ¿cómo va todo? - pregunté.

- Hola Allan, todo bien por aquí, y bueno dime, ¿tú qué tal? ¿te has adaptado bien a este clima?

- Bueno, aunque no quiera, me toca.

Acabamos la conversación porque tuvimos que ir a calentar, terminamos las tres primeras clases, y tuvimos media hora de descanso, como todos los días.

Me senté con Thomas, Walter y Hunter en la mesa que siempre se reserva para los capitanes del equipo de béisbol, en este caso; Thomas y Hunter.

- Anda, pero mira a quién tenemos aquí, al trío gilipollas - dijo un chico alto de último curso, de pelo negro, y con la piel bronceada.

- ¿Qué te pasa Dave? ¿Se te ha perdido algo o qué? Ah sí, la dignidad con Trixie - contestó Thomas, seguidamente Walter empezó a reír y yo no entendía nada de lo que estaba pasando.

- Mira, si no quieres tener problemas mejor que te largues de aquí, tocapelotas sin vida - respondí permaneciendo sentado y con una mirada arrogante.

- Uy, ¿qué me vas a hacer? Mírame, estoy temblando.

No lo pensé dos veces, me levanté, me quité la mochila y le pegué un puñetazo tan fuerte que se tuvo que agarrar con las dos manos la mandíbula. Instintivamente con su brazo derecho me lanzó otro puñetazo que alcanzó a darme en la oreja haciendo que el oído me pitara. No aguanté más, le di otro puñetazo más fuerte aún, hasta dejarlo en el suelo.

Por un momento se me olvidó dónde estaba y con quién, empecé a mirar a mi alrededor y creo que estaba todo el instituto reunido gritándome victoriosamente por la paliza que le había dado a ese tal Dave. Lo miré, y se estaba levantando con ayuda de al parecer sus dos perritos falderos, uno de estatura baja y otro igual a él. Solté una risa de satisfacción al verle la nariz sangrando.

- Madre mía Allan, no sabía que peleabas bien, le has partido la nariz, literalmente, se lo tiene merecido, por gilipollas - me dice Walter con cara de sorprendido.

Hunter y Thomas no paraban de reírse de la cara de Dave.

Dave se fue indignado del comedor, después de eso, todos empezaron a gritar a ritmo de coro: ¡Allan, Allan, Allan!

***

- ¿Saben ustedes dos que han incumplido la normativa de esta institución educativa? Además con faltas graves, como son la agresión tanto verbal como física.

- Director, si él no hubiera empezado a comportarse como un gilipollas y no nos hubiera insultado, todo esto no habría pasado y su nariz estaría en perfecto estado - respondí riéndome.

- Señor Allan Sanders, ¿le parece esto a usted gracioso?

- Señor, se lo juro que yo no hice nada, simplemente él me atacó - soltó Dave.

- ¿Pero qué cojones? Ahora entiendo por qué todos dicen que eres un gilipollas, porque además de que no sabes pelear, vas lamiéndole el culo a los profesores, eres patético, venga cuenta la verdad - dije subiendo el tono.

- Dave, retírate, ya me encargaré de usted en otro momento.

- Y usted señor Sanders, mientras que esté en mi despacho cuide ese vocabulario, que esto no es la calle y yo no soy uno más de sus amigos.

- Tampoco quiero que lo sea, no me van los rollos de los viejos estirados - respondí.

- Es usted insoportable, haga el favor de callarse y escuchar mi castigo.

- Espere, ¿me va a poner un castigo sin primero escuchar mi versión de la historia? - discuto.

- No me hace falta, ya he escuchado lo suficiente. Va a tener que hacer servicios comunitarios durante un mes, sin excusas, de lo contrario, el castigo será peor. Empieza hoy mismo por la tarde.

- ¿QUÉ? NO, ME NIEGO.

- Ya me ha escuchado, va a tener que fregar los pasillos cuando se terminen las clases, puede retirarse.

"Genial, encima de que yo no empecé la maldita pelea, me trago la fregona, genial" - pensé.

Salí del despacho del director y me dirigí hacia la siguiente clase; artes plásticas.


Bad boy; good lips.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora