Sin embargo, el pequeño al no saber hablar, al no saber ni caminar, ni hacer nada por si solo, Kenjaku tomo medidas extremas durante un tiempo.
—Aprende a caminar o no comerás—.
Amenazo, señalando como los demás comían, tomando el plato lleno de verduras de Mahito, ignorando las replicas que este le dio.
—Si no lo haces, solo comerás eso y punto, así llores o grites, no te daré nada más—.
Aunque el pequeño leopardo lloro al principio, al ver que era enserio que no lo iban a alimentar como debía ser, comenzo a tratar de hacer lo pedido, no sabia a que se refería, pero con ayuda de Hanami, aquella mujer alta que parecía hombre, entendió lo que significaba "caminar".
Pero al tener un cuerpo delgado era difícil para el pequeño el siquiera sostenerse por si solo, así que a Kenjaku no le quedo de otra que seguir alimentándolo de una forma correcta, mínimo si quería venderlo en unos cuantos años más.
Al poco tiempo su gira termino, se fueron de aquel lugar en el mismo tren en el que habían llegado, ahora irían a un pueblo un poco retirado y de ahí... ¡A Tokio!.
En el tiempo en que los demás estaban acomodando las carpas e instalándose, Hanami aprovecho ese tiempo para enseñarle al pequeño leopardo a caminar, al cual habían apodado "Baka-kun" por lo tonto que era.
Sin embargo y en contra de todos los estúpidos comentarios de Mahito, Hanami habia logrado hacer caminar al pequeño leopardo.
—¡Muy bien Baka-kun!, ¡Kenjaku!, ¡El pequeñín ya sabe caminar!—.
El pelinegro asintió, entrando a la carpa en donde estaban, mirando al leopardo...
—Uhm...— El hombre entrecerró sus ojos y se agacho, tomando de la nuca al menor y alzándolo, mirándolo a los ojos— En donde serás de utilidad—.
Y sin más, por su torpeza y tontees, el pequeño leopardo termino entre los payasos, era el único lugar en el cual por lo menos serviría para hacer reír y mínimo ganar su propio dinero, pues mantener a un leopardo de las nieves era muy caro.
Un pequeño peli rosa iba emocionado, tomado de la mano de su abuelo mientras saltaba de un lado a otro con evidente emoción.
Habia sacado buenas calificaciones y habia sido el primero en su clase de matemáticas, mostrando una habilidad increíble en aquella materia, pero sobre todo y como siempre obteniendo un sobresaliente en la clase de educación física, por lo cual se habia ganado su boleto a la feria, una feria que iba solo una vez al año a su pueblo y que era enorme, muy, muy grande y famosa, siempre cada que pasaba veía a sus compañeros de la escuela ir con sus padres, algunos extranjeros también iban solo por la feria, era algo realmente impresionante y algo que llamaba la atención del pequeño.
—Esta bien, Yuji, te traje pero no puedes separarte de mi ni un segundo, ¿Entendido?—.
Advirtió el viejo Wasuke, tomando con un poco más de fuerza la mano de su pequeño nieto, teniendo como siempre mala espina de ese lugar, seria muy reconocido y lo que quisieran, pero algo no le daba buena espina, ya que, ¿Por qué tantos niños se perdían después de haber asistido a esta feria?, ¿Por qué algunos terminaban sin carteras o sus joyas?, Algo no cuadraba ahí y por nada del mundo dejaría solo a su Yuji.
El pequeño leopardo de las nieves veía con sus ojitos llorosos a los demás niños que lloraban y gritaban, al ser pequeño y al no saber que significaban las cosas, no entendía el porque de los gritos de aquellos niños que se acumulaban a su alrededor.
Iba a comenzar a llorar el también hasta que un par de manos lo levantaron del suelo, parpadeo, dejando caer las lagrimas que sus ojos habían retenido por tanto tiempo al no saber que hacer, mirando con expectación a aquel hombre de bigote y cicatriz en la cabeza que se lo habia llevado de su "casa".
—Te voy a decir algo, chiquillo— El albino lo miro, no entendiendo que quería decir— Tú— Lo señalo, golpeándolo en el pecho, haciendo que el menor llevara sus manos a esa zona— Eres especial—.
Lo miro y suspiro, sabia que no lo iba a entender, se contuvo de darle un golpe pues era su primer show y lo menos que quería era tener a otro mocoso llorando.
—Tú — Volvió a lo mismo, esta vez el pequeño se señalo a si mismo, haciendo sonreír ampliamente a Kenjaku— No eres— Negó con un movimiento de su cabeza, haciendo que el menor negara también con su cabeza— Igual a ellos— Señalo a los niños que estaban por debajo de ellos—.
Y el pequeño leopardo pareció entenderlo, él no era igual que ellos, era diferente, tenia cosas que lo hacían diferente y especial.
Y eso pareció ser lo primero en entrar en el pequeño cerebro del leopardo de las nieves, no era igual a eso niños que sorbían sus mocos o se ponían rojos de tanto llorar, no, él era mejor y aquel hombre se lo habia dicho, él era especial.
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Mi pequeño tú.
Science FictionSatoru, un pequeño leopardo de las nieves. Nació en una familia abusadora, de la cuál fue arrebatado por un malintencionado cirquero, su familia no le vio importancia ya que le daban una gran suma de dinero por ello. La escuela Jujutsu se enteró de...