Satoru, un pequeño leopardo de las nieves. Nació en una familia abusadora, de la cuál fue arrebatado por un malintencionado cirquero, su familia no le vio importancia ya que le daban una gran suma de dinero por ello.
La escuela Jujutsu se enteró de...
Después de eso, el show se repitió, más gente, más dinero, la voz se corrio rápidamente sobre el leopardo de las nieves que tenían.
Llegaron a un punto en donde algunas personas ofrecían billones por el leopardo, claro que Kenjaku jamás iba a venderlo, era su más grande adquisición y se lo habia ganado por unos cuantos pesos, obviamente no iba a vender su adquisición, pero por supuesto, podía hacer cierta cosa.
—¡Vengan, vengan!, ¡Acérquese y toque al leopardo por 5000 yenes!—.
Y vaya que le funciono, muchos daban tal cantidad por acariciarlo por un par de minutos, mientras que otros tantos daban cantidades más altas para examinarlo de pies a cabeza y que algunos otros se deleitaran por tal belleza.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al final del día Satoru se dejaba bañar por Hanmi, dejando que lo mimara y lo consintiera, le gustaba sentirse así, querido y amado por alguien, él también se habia acostumbrado a Hanami, aun si no tenia orejas o cola, desprendía un olor maternal que hacía que Satoru no quisiera desprenderse de ella.
Pero desde que comenzaron los shows, desde que Kenjaku dejaba que lo tocaran, habia vuelto a dejar de comer, muy mínimamente comía una pierna del animal que le dieran o simplemente no comía.
Lo único que lo reconfortaba era ver que en medio de todas las multitudes de gente nueva que venia, era ver a aquel niñito que tenia un bonito color de ojos...
Según Hanami dice que eran de color "marrón".
—¡Anon!— O bueno, así era como Satoru podía pronunciar "marrón"—.
Sin embargo, su corazón se sentía muy cálido al verlo, una sonrisa no dejaba de adornar su rostro cada que lo veía y su colita se movía de un lado a otro, pero no entendía porque era el único que no entraba a verlo entre tantos que iban, ¿Por qué el de ojos bonitos no podía entrar a acariciarlo?.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Estas seguro de esto abuelito?— Yuji se alzo y asomo parte de su cabeza por la ventana del auto—.
—Si, ahora guarda silencio— Le dijo Wasuke mientras veía a los lados—.
Aun si Wasuke era viejo, era astuto, preguntando a diestra y siniestra, haciendo preguntas que cualquier visitante común podría hacer, pero a la vez ocultando la verdad detrás de esas simples preguntas.
