Volumen 4, capítulo 95 - La Arena Cosmos (6)

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«Cuatro, no... Cinco.»

Al ver que disimulaban mal su presencia, Jin supo que no eran asesinos entrenados. Además, su respiración era ronca, lo que significaba que estaban muy nerviosos.

Aun así, serían capaces de enfrentarse a Dante, que estaba agotado.

Pero no eran suficientes para ocuparse de Jin.

«No necesito luchar contra ellos en un espacio tan reducido. No quiero contaminar mi espacio vital con manchas de sangre.»

¡Stomp!

Jin dio un pisotón intencionado hacia la puerta de la celda, y los asesinos se detuvieron en el lugar. Antes de que sus enemigos pudieran intercambiar señales...

— Esta no es la habitación de Paul Mick —.

¡Slash!

Jin salió disparado como una bala hacia la puerta de la celda y acuchilló a los asesinos cerca de la pared del pasillo. No quería enviarlos de vuelta sólo con los dedos o las manos cortadas.

Ya lo había hecho el primer día para advertir al resto de los atacantes.

La próxima vez que alguien viniera a su habitación, no perdería una parte del cuerpo, sino su vida.

— ¡Ahhh! —.

Al oír el golpe de una espada, el hombre que estaba detrás de la víctima gritó instintivamente.

Como Jin predijo, había un total de cinco enemigos. Y como uno acababa de morir, ahora quedaban cuatro. Entre ellos, ninguno vio cómo moría el primero.

Después de sus batallas con Alisa, la habilidad de Jin con la espada mejoró significativamente.

— ¡A-Agárralo! —.

¡Stab!

Su segundo golpe atravesó justo en el corazón del objetivo. Los otros tres corrieron simultáneamente, pero sus movimientos eran rígidos debido al nerviosismo.

Recubrir la hoja con veneno no importaba si la espada no golpeaba nada. Jin esquivó con facilidad cada una de las hojas que brillaban con veneno y continuó atacando.

— ¡N-No estamos aquí para atacarte! —.

— Lo sé. Han venido a matar a Paul Mick. Pero ya que viniste a mi habitación, es tu fin —.

Cada vez que la espada Bradamante bailaba en el aire, la sangre volaba y salpicaba. Los habitantes de las habitaciones adyacentes asomaron la cabeza para contemplar el espectáculo. Sin embargo, enseguida volvieron a esconderse, temiendo que se les relacionara con la pelea.

Mientras Jin trataba de limpiar al resto de los asesinos, algo que brillaba en el borde del pasillo le llamó la atención.

Oyó el tirón de la cuerda de un arco y pronto se dio cuenta de que el brillo procedía de la luz que incidía en la punta de una flecha.

«¿Incluso han preparado un atacante a distancia? O tal vez... Estos tipos eran un cebo para empezar, y planeaban disparar a Dante cuando saliera.»

¡Tang!

Apenas desvió la flecha. Si no hubiera visto el destello antes, habría resultado herido.

¡Fwoo-fwoo-fwoo-fwoo!

Posteriormente, volaron más flechas. Parecía que habían preparado al menos diez arqueros.

Sin embargo, Jin se lo esperaba, así que utilizó un cadáver como escudo de carne.

¡Thud, thud-thud, thud!

EL HIJO MENOR DEL MAESTRO DE LA ESPADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora