¿Porqué existe la pobreza?.
En mi caso necesitaba un automovil para ir todos los días a la escuela y también para la gasolina pero con el sueldo promedio que tienen mis padres no creo que pueda reclamarles algo tan caro como un automovil, pero bueno, como no lo tengo sigo caminando.
Cuando camino sola muchos pensamientos cruzan por mi cabeza y comienzo diciendome que debería escuchar a mamá cuando me aconseje con lo de la ropa en los días de frío, como sigan así de heladas las mañanas tendré mocos de hielo colgando de mi nariz. Pero hoy no tengo tantos en mi cabeza.
Llegando a la entrada de la escuela busco con la mirada rastreadora a mis amigas, esa mirada que entrecierras un poco los ojos y miras de un lado a otro dando vuelta la cabeza así como la niña del exorcista. Cuando ya las diviso corro practicamente para llegar hasta ellas.
Desde que llegué a esta escuela en primer año de secundaria Amber y Emily han sido las únicas que han estado conmigo en las buenas y malas, sobre todo contando que estamos en nuestro penúltimo año escolar y soportarme a mi a de ser un desafío muy difíl. Llego cerca de ellas y las saludo:
-Ey Cachorras.- Autodenominación que Amber inventó par anuestro grupo de WhatsApp.
-Cállate Lissette, es muy embarazoso que digas eso acá y en voz alta, además es como nuestro secreto.- Dice Emily, como siempre más introvertida.
-Be free bitch -Medio grita Amber- Deja que se exprese Emily, además fíjate, nadie nos mira o nos escucha y si es que nos escuchan pues mira, vé cuanto me interesa.
-No peleen y entremos a la cárcel luego, que por lo menos en la sala de clases con los gases que cada uno bota, el ambiente cambia. Indico mientras comienzo a caminar ignorando la cara de asco que hacen mis amigas al decir lo de los gases, como si fuese mentira.
Ya cuando llegamos a la sala nos sentamos en nuestros puestos y ahí pasamos el resto del día, incluyendo el almuerzo ya que el establecimiento contaba con casino.
Ya cuando terminamos el torturoso día me despido de las chicas y camino de regreso a mi casa.
Casi a dos cuadras de mi casa veo a Sebastian Bendzko, un chico, no esta demás decir que es Alemán, de mi escuela que siempre me ha gustado, pero es más mi amor platónico ya que nunca hemos hablado y el no sabe de mi existencia. Camino lo más tranquila posible para no hacer algo ridículo frente a él y casi al pasar tropiezo con una piedra que sobresalía del asfalto, tropiezo pero no caigo, aún así es vergonzoso si el me vio. Miro para asegurarme que no se dió cuenta de nada pero la sonrisa de su rostro y su mirada puesta en mi me hace ver que si se dió cuenta, por lo menos me miró aunque sólo es para reírse de mis desgracias, aunque no puedo recriminarle nada porque no me atrevo y porque se me va el aire cuando estoy cerca de él, así que comienzo a caminar rápidamente y mirando hacia el frente fijandome en donde piso para no dar más motivos de risa, suficiente por hoy.
Llego a mi casa busco las llaves en mi bolso, cuando las encuentro abro la puerta principal y por fin se ha acabado este primer día.
Hago mis deberes y espero a que lleguen mis padres a cenar. Mis padres trabajan todo el día, mamá es secretaria de un doctor en un clínica privada y mi papá contador en un banco.
Espero sola en el living y prendo el televisor pero lo apago de inmediato ya que llega mi madre, la sentí por el sonido de la puerta al ser abierta.
Miro el rostro de mamá, está pálido y sin expresión alguna y papá no esta con ella.
¡Dios!

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¡Ay Lissette!
Teen FictionCorro desesperadamente por los pasillos de la segunda planta de la escuela hasta llegar a las escaleras. Es tanta la velocidad con la que corro que no me doy cuenta de la persona que esta al final de las escaleras y cuando quiero detenerme o por lo...