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Fueron días, meses que pasaron y ella aún no regresaba. La buscamos por diferentes provincias, países y por los lugares que alguna vez estuve con ella.

Todo este tiempo estuve destrozado, al igual que los chicos, sobretodo Neithan y Bill. Aprendí a cocinar, lavar la ropa y contarle cuentos antes de que se duerma, pero su sonrisa había desaparecido desde aquel día que pasó todo.

¿Cómo seguiremos sin ella? Cada noche me lo preguntaba y no tenía respuesta para esa pregunta, creo que jamás la tendré. Iba todo tan perfecto que algo iba a fallar y así fue.

¿Lo peor? Ese maldito hijo de puta seguía fugado, no lo encontraban y jamás se gastaron en buscarlo.

─Bien, es ella.─llegué a la sala y me senté en uno de los sillones, entregándole fotos de Juliette a los detectives que había contratado.

─¿Cuándo dices que desapareció?─miraban con atención cada foto que les pasaba, yo me quedé perdido en cada una de ellas. Daba y daría la vida por esa mujer.

─Hoy se cumplen seis meses..─suspiré pesadamente y con tristeza.─ pasado mañana será su cumpleaños y quiero que vuelva con su hijo. Quiero tenerla, poder despertar a su lado y verla cada mañana, es todo tan difícil.─tiré mi cabeza hacia atrás, tapándome la cara y ahogando las lágrimas que amenazaban con salir.

─Quédese tranquilo señor Kaulitz, le prometo que la encontaremos.─sonrió sin mostrar sus dientes, odiaba que tengan lastima por mí. Quiero que me entiendan, no que me tengan lastima.─ lo llamaremos ni bien tengamos noticias.─se paró y repetí su acción para luego estrecharnos las manos. Lo acompañé a la salida y luego cerré la puerta.

Lo primero que pensé fue en tirar todo, actuaba por impulso y la bronca junto con la pena acumulada, me nublaban. Grité, lloré y sentía que ya no podía con todo esto, de un día para el otro tuve que aprender lo que era tener un niño a mi cargo y hacer todo con él.

─Tom...─alcé la vista y miré a Bill, quien a su lado estaba Neithan agarrándolo de la mano.─ ¿Qué pasó aquí?

─Nada, solo... Nada Bill.─sequé mis lágrimas bruscamente y le sonreí a Neit, abriendo mis brazos.─ ven mi pequeño.─se largó corriendo hacia mi y lo alcé.─ ¿Quieres ir al parque?

─Sí.─asintió dulcemente.─ ¿Falta mucho para que venga mami?─miré a Bill, quien a este punto ya estaba llorando.

─Pronto Neit, pronto.─le sonreí y acaricié su mejilla.─ Bill cámbialo, mientras yo ordeno este desastre.─Lo alzó y se fue junto a él.─Juliette, prometo encontrarte..─suspiré y sin más empecé a ordenar.



εїз

Cantabamos junto a Neit la vaca lola, sí, me aprendí la vaca lola. Él iba riendo y yo sonreía cada vez que lo veía así, es difícil lograr sacarle una sonrisa.

─La vaca locaaa, la vaca locaaa.─canté alargando la "a".

─Noo, así no eeesss.─chistó Neit a las carcajadas y yo reí con él.

─¿Entonces como es?

─La vaca lola, la vaca lolaaa.─cantó.

─Ahhh.─Sonreí y busqué estacionamiento.

Ya estacionado el auto, bajé y cerré la puerta, luego bajé a Neit. Agarró mi mano fuertemente y nos adentramos al parque.

Fuimos a un puesto de comida rápida y le compré un pancho a Neit, quien anteriormente me había pedido. Nos sentamos en un banco y observamos todos los juegos, decidiendo a cual ir primero.

A lo lejos ví a Gustav, Georg y Bill saludando, quienes rápidamente vinieron a nosotros.

─¡Tooommm! ¡No sabía que estarías aquiii!─dijo Bill, a lo cual no le creí una palabra y lo miré levantando una ceja.─ okey, vine a subirme al gusanito, me descubriste.

─¿Ustedes igual se subirán al gusanito?─miré a Georg y Gustav, los cuales rieron.

─Sí.─contestaron al unisono y serios.─me imagino que tú te subirás conmigo.─dirigió su vista a Neit y asintió repetidamente, mientras aún trataba de comer su pancho.

─¿A cuál te subirás, pa?─me brillaron los ojos al oír eso, los otros tres me miraron haciendo puchero y a Bill se le caían las lágrimas, ahora entiendo cuando se pone emotivo al ver sus novelas.

─Yo los observaré.─sonreí y lo despeiné.

Luego de quince minutos, ya estábamos haciendo fila para ir al gusanito, no sé que pensaran las personas al ver a 4 señores de casi 40 años junto con un niño esperando por subir a tal juego. La fila avanzaba hasta casi llegar a nosotros, me puse a un lado y pasaron los chicos.

─Cuídalo.─miré amenzanate a Bill.─ que no sea como cuando te caíste del gusanito por asomarte.

─¡Con razón es estúpido! ¡Se golpeó la cabeza cuando era chiquito!─Gustav lo señaló al anterior mencionado, mientras se reía fuertemente.

El coso ese electrónico empezó a funcionar, Gustav y Georg se habían sentado juntos, Bill iba con Neit y yo miraba desde el lado de afuera.

Reí fuertemente al escuchar a Gustav gritando y chillando, porque Bill había vomitado y se fue todo hacia atrás por el viento. No podía parar de reír, me estaba desinflando como un globo.

Ya había pasado el respectivo tiempo y los chicos se bajaron, Gustav totalmente enojado y los otros tres riendo, al igual que yo.

─Nunca más comeré algodón de azúcar mientras como gaseosa y malteada de fresa.─dijo Bill, agarrándose la panza.─ creo que tengo que ir al baño.

─Creo que por allí está el baño.─Georg señaló hacia la izquierda, con su cara seria y con olor a vómito.

─Necesito ir al de casa...─susurró.

─Bien, vamos.─dije mirando a Neit, quien ya bostezaba.

─¡Yo quiero ir al tren donde están los cucos!─gritó un emocionado Neit, mientras saltaba.

─Pero Tom..─Gustav y Bill susurraron al unisono, mirándose a sí mismos.

─Lo que mi niño pida.─sonreí y me agarró de la mano, casi arrastrandome.─ ¿Con quién te subirás? Porque yo no...

─¡Contigo!─dió pequeños saltitos y yo me tapé la cara, imaginando todo lo que tendría que soportar.

─¡Eres un cagón!─Georg me señaló mientras reía.

─Bien, vamos.─hicimos la fila, debo admitir que estaba cagado hasta las patas.

Nos subimos a los vagones, íbamos junto a Georg, quién era el único que se la aguantaba. Sí, nos sentamos los tres en el mismo y yo era el que iba en el medio.

Cerraba mis ojos fuertemente, no quería ver nada, me daba miedo todo. Pensaría que si estaría con Juliette, ella ya se estaría burlando. Hago todo pero siempre pensando en ella.

─¡AAAAAAHHH!─grité fuertemente y abrí los ojos, mirando mal a Gustav quien había sido el culpable.─ ¡Deja de asustarme, maldito oxigenado!

Pasamos todo lo que quedaba de la tarde riéndonos y compartiendo momentos los cinco juntos, pero siempre faltaba una persona. Mi persona.

𝘼𝙙𝙞𝙘𝙘𝙩𝙞𝙤𝙣 𝙋𝙩𝟮; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora