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Al día siguiente me había despertado en la cama de Bill junto a Neit, me había pegado alto cagazo por el puto tren fantasma. Me levanté con cuidado, sin despertar a Neithan y me metí en el baño.

Necesitaba una ducha fría, para relajar mi mente y calmar mis pensamientos que cada vez me aturdían más. Mientras me bañaba, por mi cabeza pasaban miles de cosas, una de ellas era que Juliette no volvería.

Luego de una lloradita, salí con mi bata y me fui a mi cuarto, para cambiarme. Bajé ya cambiado y me encontré con la policía, también estaban los abogados.

─Buenos días, cabeza de carpincho.─musitó Georg y rió levemente, pero se dejó de reír al ver mi cara seria.

─Señor kaulitz.─el abogado carraspeó su garganta y se levantó, para luego ambos estrechar nuestras manos.─ estamos aquí por el tema de su mujer, hay algunas pistas.─abrí mis ojos como platos y no pude evitar esbozar una sonrisa.

─¡¿Y?!─hablé entusiasmado, quería que llegue el momento dónde decían que habían encontrado a mi chica.─ ¡¿Que se sabe de ella?!

─Capturamos a unas personas que son de una mafia, pero aún no encontramos a su jefe.─levanté una ceja, sin entender.─ dicen que su jefe es Harry Steve.─mi semblante se volvió serio y sin pensarlo dos veces, mis puños ya estaban apretando con fuerza.

─¡Ese maldito bastardo!─me levanté bruscamente, sentía ira y mi sangre hervía.─ ¡Atrapenlo! ¡Él fue quien se llevó a Juliette!

─¡¿Qué pasa aquí?!─miré a Bill bajando de las escaleras, él no entendía nada.

─¡Encontraron a uno de los sospechosos, Bill!─lo agarré por los hombros y lo sacudí. Él miró con asombro a las autoridades.

─Georg, cuida a Neithan.─Bill dió pequeños golpes en la espalda del anterior mencionado y yo fui en busca de las llaves del auto.

─Vamos.

[...]


Me encontraba a la espera para hablar con la persona que tenían encarcelada, no sé si podré hablar, solamente quiero saber dónde mierda está Juliette.

Movía mi pierna desesperadamente, tenía tremenda ansiedad y lo peor es que no podía salir a fumar un cigarro.

─Tom Kaulitz.─levanté mi mirada al escuchar mi nombre, me levanté y me dirigí hacía aquel pequeño cuarto.

Me senté en una silla que había ahí, había una mesa media grande y frente a mí tenía a un chico de unos 20 y tanto. Sentí mi mandíbula tensarse, mis puños estaban totalmente apretados y mi mirada estaba fija en aquel hombre.

─Dime dónde está ella.─hablé con tranquilidad, aunque el enojo y los nervios me carcomían.

─¿Piensas que la encontrarás?─soltó una risita nasal y eso bastó para que golpeé la mesa.

─¡Dime dónde está, carajo!

─Que bien se mueve en el tubo, es una verdadera puta.─me sonrió y no tuve otra que acercarme a él.

─Dime dónde está o lo lamentarás.─lo agarré de la camisa, elevándolo un poco.

─Harry la hizo suya y cada uno de nosotros también, tiene un culo de la puta madre.─le pegué una piña, haciendo que su labio salga un poco de sangre.

Los policías entraron y me agarraron, yo no dejaba de mirarlo con bronca y de gritarle cosas. Solamente quería encontrar a mi Juliette...

Bill se levantó rápidamente al verme, ignoraba lo que me decía, yo solamente quería irme de allí.

─Esto es inútil, Tom.─habló Bill, sentandose a mi lado.─ nunca la encontraremos.

─¡No digas eso, Bill Kaulitz!─grité totalmente enojado y lo señalé.

─¡Abre los ojos, Tom!─dijo ya llorando.

─Cállate.─respondí fríamente y me levanté, dirigiendome hacia el auto.

Ambos subimos y arranqué el vehículo, con dirección a nuestra casa. Estaba luchando para que no se me caigan las lágrimas, mañana es su cumpleaños y le prometí a Neithan que su mamá estaría ¿Cómo rayos le explico a un niño que su madre no estará?

Sin darme cuenta, habíamos llegado y me adelanté de la casa. Hice marcha atrás y estacioné el auto, Bill bajó y me quedó mirando.

─Ve tú, necesito despejarme.─dije aún con ambas manos en el volante. Él asintió y sin más, cerró la puerta.

Tomé rumbo hacia otro lado, me fui lejos donde no haya nadie y pueda estar tranquilo. Entré en una especie de bosque, no iba a mentir, tengo miedo de que aparezca slender man.

Bajé del auto, no sin antes apagarlo y guardar la llave. Caminé por un sendero que apenas estaba marcado, a lo lejos pude observar un bosque y me dirigí hacía allí.

Mis lágrimas caían sin parar, una tras otra. Me tropecé con algo y casi caigo, no le presté atención hasta que se me hizo conocida.

─La zapatilla de Juliette...─me agaché tomándola y observándola.

En ese momento sentí que me volví loco.

Busqué por todos lados para ver si encontraba otra pista o algo de ella, pero nada. Saqué mi celular para llamar a Bill, para mí mala suerte no había señal.

─Carajo, esto solo pasa en las películas.─suspiré pesadamente.─ ahora entiendo cuando dicen eso de la ficción es comparada a la realidad.

Alcé mis hombros y me di cuenta de que estaba hablando solo, caminé nuevamente hacia la orilla del río que había visto anteriormente.

Saqué un cigarro de mi cajetilla encendiendolo, mis lágrimas comenzaron a brotar nuevamente, de mi bolsillo saqué una petaka que había comprado por el camino. Tomé como si de agua se tratase, empecé a tararear canciones que me hacían acordar a ella y eso me hacía aún peor.

No podía parar de llorar y de sentirme culpable, estaba desesperado por querer encontrarla y volver a tenerla en mis brazos.

Cerré los ojos aún llorando y fumando mi cigarro, cada tanto le daba unos sorbos largos al whisky.

Esta vida no es vida, si no la estoy viviendo con ella a mi lado.

Te extraño tanto Juliette....

𝘼𝙙𝙞𝙘𝙘𝙩𝙞𝙤𝙣 𝙋𝙩𝟮; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora