- El amarillo no significa felicidad.

199 12 6
                                    

FLASHBACK

- Meg, apresurate por favor
- Ya voy papá
- Ponte lo que papi te ha comprado.

Papá me dejó sobre la cama alborotada a medio tender un vestido rosa, no muy de edad para salir, a pesar de ser una niña aún, mi cuerpo ha desarrollado rápido pero no me gusta mostrarlo, me hace sentir un poco incómoda.

- ¿Papi?
- Dime princesa
- No quiero usarlo...

Lo miré con un sentimiento en mi garganta que no sé como expresar y se acercó a mí con una mirada que pocas veces veía en él, me tomó de los hombros y me barrió con la mirada desde los pies hasta chocar con mi mirada.

- Meg, preciosa, tienes un cuerpo lindo, a papi le gusta como te quedan, póntelo y lúcelo como mejor sabes.
- pero papi..
- Pero nada Megan - me soltó los hombros y dio un paso atrás - póntelo y bajas al auto, te espero abajo.

Endureció su mirada y se fue sin más, no me entusiasmaba mucho la idea de tener que usar los vestidos reveladores que papá me regalaba y tener que salir a sus reuniones donde en realidad no hacía más que sentarme a lado de sus amigos, era el vestido más incómodo que había usado hasta el momento; al subir al auto papá me pidió que me sentara a su lado, en el asiento del copiloto, sentí ese día una sensación muy extraña, por un lado me gustaba ir a sus reuniones porque me daban regalos sin ser mi cumpleaños y siempre conocía a un amigo diferente, todos eran muy amables conmigo.

Cuando llegamos al lugar, una reja enorme se abrió ante nosotros, la vegetación al rededor de la entrada era increíble, era como un palacio, el auto avanzaba y yo estaba atónita mirando a través de la ventana, dimos un giro ante una pileta central y aparcamos el auto, definitivamente una casa enorme, me recordaba a la casa de la barbie que me regaló el abuelo Julio antes de morir, era hermosa y muy, muy grande, blanca como la nieve y con muchas ventanas y una puerta grande frente donde nos estacionamos, jamás en la vida había entrado ni habría imaginado entrar a una casa así.

- Princesa, espera un momento - me dijo mientras tocó rápidamente mi pierna

Salió rauda y temblorosamente del auto y se acercó a uno de los hombres que estaban parados en la entrada, le preguntó algo a uno de ellos y dio un paso atrás, éste sacó un teléfono y usó el marcador rápido bastó menos de dos minutos para qué le de una respuesta y papá regresó al auto

- Bien preciosa, ya vamos a entrar
- ¿Quién vive aquí papi?
- Un amigo que le hace buenos favores a papi - él coloca la llave en el auto y lo arranca.
- ¿Favores? ¿Qué clase de favores papi?
- Pues ayuda a tu papi cuando él se lo pide, sé bueno con él porque tiene algo muy lindo para ti también.
- ¿papi por qué siempre me dan regalos?

Papá detiene el auto en el aparcamiento de está gran casa y me pide que lo acompañe, pasamos por un pasaje de muchas margaritas y jazmines que olían muy agradable, casi al llegar a la puerta de madera vieja, lo que parecía la puerta trasera un hombre, de tes clara, alto, desaliñado, destilando licor por doquier y de apariencia grotesca y descuidada se acerca a mí para tocar mi hombro o darme un beso, pero yo por instinto me pongo detrás de papi para protegerme

- No pasa nada princesa, es amigo de papi
- No quiero estar aquí papi - él se arrodilla delante de mí y me reconforta con una apretón de hombros.
- Sólo serán unos minutos Meg, tranquila - se reacomoda en su lugar de pie y yo me quedó ahí, esperando que nada malo pase.
- Hola Meg, yo soy buen amigo de tu papi, compartimos muchas cosas...
- Sí lo sé, señor - digo mirándolo con recelo.
- Acercate, quiero mostrate algo...

Un Dólar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora