Naciste en 2019, ya habían pasado 6 años desde que los infectados arrasaron el mundo. Ahora, te llevan a Boston a una escuela militar, tu acompañante de asiento que en un principio pensaste que solo la verías una vez en la vida, en realidad seria la...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Todos nos quedamos atónitos, mirando cómo una columna de humo oscuro comenzaba a alzarse, visible a través del techo de cristal del centro comercial. Era un humo denso, envolvente, que parecía pintar el cielo con sombras de caos.
—¡Mierda! ¡Tengo que avisar esto! —gritó Tom, dejando su botella de lado y corriendo hacia la carpa. Sin embargo, nosotros seguimos inmóviles, nuestros ojos aún fijos en la explosión.
—¡Riley! ¡No andes jodiendo y regresa ya! —vociferó Tom desde lejos, pero Riley no hizo caso.
—Deberíamos hacerle caso —opinó Ellie, apartando finalmente la vista de la humareda. Su comentario me sacó del trance, y ambos giramos hacia Riley justo cuando sacaba algo de su chaqueta.
—Con que eso querías robar... —murmuré, aunque lo suficientemente alto para que Ellie me escuchara. Su curiosidad se encendió al instante.
—¿Un Walkie-Talkie? —preguntó Ellie, sus pupilas dilatándose de asombro antes de que un pensamiento la golpeara—. ¡Oh, Dios mío! Me han estado usando como distracción todo este tiempo para robar eso...
—Creo que yo era el cebo originalmente, Ellie —le comenté, intentando aliviar la situación con un tono relajado, aunque no lo logré. Su expresión pasó de sorpresa a enfado en un parpadeo.
—Riley... ¿quieres contestar? —reclamé, cruzándome de brazos. Pero antes de que pudiera decir algo, el Walkie-Talkie rompió el silencio con un ruido estático.
—Bzzt... explosión en el sector de la décima... Bzzt... tres grupos hostiles, probablemente Luciérnagas... Bzzt...
Riley sonrió, como si las palabras fueran una melodía destinada a sus oídos. —Vaya, parece que será esta noche... Este es el camino de salida. —Se giró hacia mí, con una mirada cargada de emoción—. ¡Vamos, T/N! ¡Busquemos a los Luciérnagas!
—¡Espera un momento! —la detuve, alzando una mano en señal de protesta—. Si me vas a meter en esto, por lo menos hablemos de ello, ¿no?
—¡Exacto! ¡¿Te has vuelto loca?! —añadió Ellie, claramente tan eufórica como confundida.
—¿Me estás tomando el pelo, T/N? ¡Sabes que esta es la única salida! —gritó Riley, su tono lleno de frustración. Antes de que pudiera replicar, nos fulminó con la mirada—. ¿Saben qué? Hagan lo que quieran. ¡Acompáñenme o quédense! —Y sin esperar respuesta, se giró y comenzó a correr, dejándonos atrás.
Ellie me miró, confundida. —¿Vamos a seguirla?
Los segundos que pasaron mientras observaba a Riley alejarse me dieron la claridad que necesitaba. Sus palabras tenían razón, por mucho que doliera admitirlo. Si no hacía algo ahora, si no tomaba este paso, estaría condenado a ser un esclavo para siempre. Respiré hondo.
—Claro que sí...
Sin decir más, empecé a correr tras ella, con Ellie siguiéndome de cerca. Esta vez, cada paso que daba tenía un peso diferente. No era como antes, cuando las carreras eran solo diversión. Sentía que con este simple movimiento estaba cruzando una línea invisible, cambiando mi destino para siempre.