5. Aprendizaje

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Era por la mañana, quizás un poco tarde, determinó Roier al abrir los ojos y darse cuenta de que las protecciones de la ventana habían desaparecido. Extendió el brazo para buscar a su esposo y se dio cuenta de que estaba solo en la cama y en la habitación. Se puso de pie un poco adormilado y comenzó a bajar las escaleras intentando buscar el aroma de Cellbit, aunque lo único que pudo percibir fue un olor fuerte a café. Su estómago se quejó hambriento y ya un poco más despierto por el hambre, se apresuró a ir a la cocina donde encontró a su esposo sentado en una silla frente a la barra con un libro abierto en la mano y un pequeño desayuno frente a él.

—Hola, bebé —saludó de manera juguetona al acercarse a él para darle un beso en la mejilla.

—Buenos días, guapito —saludó Cellbit sin levantar la vista del libro, aunque la contoneante cola rápidamente se enrolló en su cintura.

—Oh, buenos días cola de Cellbit —le dio una corta y superficial caricia recordando que era una parte muy sensible. Vio el pelaje erizarse y a su esposo levantar la mirada— uy, disculpa —levantó un poco las manos— quería ser amable con tu cola, pero no quería incomodarte.

—Hablas de ella como si fuera algo externo a mí —dijo ese sonriente hombre.

—Dices que no tienes control sobre ella —la miró de nuevo percatándose de que el pelaje había vuelto a la normalidad— quizás debería ponerte un nombre, ¿te gustaría? —la cola lo soltó y dio un suave contoneo para luego quedarse quieta en posición relajada— Lo tomaré como un no, por el momento —vio a Cellbit reír antes de regresar la atención al libro— ¿Qué lees? —preguntó al levantar la taza y dar un corto sorbo a la bebida caliente.

—Encontré un libro de biología en la biblioteca del castillo —explicó Cellbit con gran interés—, aquí hay mucha información que necesitamos. Habla en profundidad de los omegas, los alfas, las feromonas y muchos temas muy interesantes.

— ¿Ah sí? —cuestionó sin mucho interés al levantar el tenedor de su compañero y robar un poco del desayuno— ¿Y qué has aprendido?

—Las feromonas son las que más llamaron mi atención —explicaba ese intelectual hombre—, se refieren al aroma que identifica a cada casta. Las feromonas de los omegas son dulces, por ejemplo, tú hueles a hot cakes.

— ¿Cómo que a hot cake? —preguntó divertido— ¿entonces por eso los preparaste para el desayuno? Tenías antojo de comerme ¿eh, gatinho antojosiño?

—Bueno, no el hot cake como tal —enarcó una ceja al ver pasar su insinuación desapercibida—, hueles a la miel que les puse encima.

Miró la mesa donde estaba el desayuno y levantó el frasco de la supuesta miel que decía su esposo.

—Esto no es miel, pendejo—señaló las letras pequeñas del producto— esto es dulce de caramelo.

Su esposo sonrió con amplitud.

—Entonces tus feromonas tienen olor a caramelo.

Emitió una sonora carcajada que Cellbit coreó cantando su canción favorita.

—Si mis feromonas huelen a caramelo —intentó seducirlo de nuevo— ¿mis labios también tendrán el mismo sabor?

—Podría ser —asintió su pensativo e inocente esposo— quizás tenga algo de sentido que el aroma y el sabor sean similares, ¿y mis feromonas? ¿Qué aroma tienen?

Lo miró incrédulo por un momento, no podía creer que no reaccionara ante sus intentos de coqueteo. Si bien no quería incomodarlo o molestarlo, le gustaba cuando lograba desequilibrarlo un poco o simplemente atraer su total atención hacia él, pero ese hombre estaba tan concentrado en el tema biológico que pensó que debía ser más directo para poder distraerlo.

La última realidad (Guapodúo: Roier x Cellbit)Where stories live. Discover now