04.- Encino

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El Dios mostró a Severus cuando su hijo estaba por morir, Draco lo hizo, coloco a Tom Ryddle sobre el vientre y al entrar con una luz suave, el bebé de pocionista salió a sus manos, el Dios de la muerte lo tomó y simplemente desapareció

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El Dios mostró a Severus cuando su hijo estaba por morir, Draco lo hizo, coloco a Tom Ryddle sobre el vientre y al entrar con una luz suave, el bebé de pocionista salió a sus manos, el Dios de la muerte lo tomó y simplemente desapareció.




Draco se sintió culpable, Pero ese bebé iba a morir. Severus quedaría destrozado... solo quería que su padrino fuera feliz, sería un gran padre, Tom necesitaba una buena guía y solo esperaba no hacer más daño que bien.




—Dios...




—*Sishén. Nos estaremos viendo por un tiempo, Dragón, al menos si no cometes una estupidez que arruine el juego. Así que te permito llamarme Sishén.*




Draco hizo una reverencia. Ese era un honor que no cualquier humano, mago o no, podía tener.




—Necesito cuidar de ellos, no quiero que el bastardo de Black intente quitarle a Tom si es que llega a saber del bebé.




De nuevo la iluminación llego a él. Tom Ryddle le podía servir para ello, al menos el nombre. Creo la memoria de un hombre, de una pareja, de un padre para su hijo. Después de eso una muerte que sería después de que su hijo naciera. Sería triste, pero al menos no tendría miedo de que Sirius se le acerque. No lo merecía.




El Dios hizo una última concesión al rubio y fue un registro de matrimonio mágico, con un mago Thomas Ryddle, así sería imposible que alguien más se acercara al niño, sin el consentimiento del padre.




Realmente no supo el motivo por el cual lo había hecho. Tal vez si sentía una pequeña debilidad por ese niño mago. Pero no lo haría más, era peligroso tan solo pensarlo. Era mortal, los mortales tenían una vida breve como un suspiro. Además, no era Baltazar solo se parecía a él.




—¿Ahora que va a pasar?– Draco miró a Sishén sin emoción alguna, pero el Dios podía oír el latir de su corazón.




—*Ahora, nacerás*




—¿Nacer?




Sishén suspiro, había algo más para hacer con ese rubio. El Dios se acercó con paso desinteresado y le dio un beso, se suponía que solo necesitaba rozar sus labios con los de ese pequeño mago, para darle el don de entender a las criaturas y comunicarse con ellas. Lo necesitaría para su empresa. Pero un anhelo infinito se plantó en él y simplemente se dejó guiar por su impulso y lo beso. Primero Draco se quedó consternado, después de eso correspondió, con ligera timidez y después simplemente se dejo llevar. Fue un beso profundo largo cargado, un beso esperado y un beso que no debía estar ocurriendo.




El Dios se separó y se golpeó mentalmente por ese desliz, solo le alegraba que eso podía quitarlo de la mente del chico. Después de todo era una deidad todopoderosa.




Juego de Poder.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora