05.- Acebo

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Cada día era una tortura para el rubio, saber a Harry con esos muggles, viviendo de esa manera miserable, lo hacía sentir inútil

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Cada día era una tortura para el rubio, saber a Harry con esos muggles, viviendo de esa manera miserable, lo hacía sentir inútil.




Mientras tanto, Tom y él eran muy cercanos.




Tanto así, que Tom era algo parecido a la conciencia del niño rubio. Lo conocía y conocía sus secretos.




Bueno no todos sus secretos, pero si algunos que podían meterlo en problemas si alguien lo notaba, como, por ejemplo, los libros druidas que ocultaba, la potencia de su magia, los ejercicios físicos que el Dios le había impuesto, para tener control físico y mental sobre su magia y un par de dones muy especiales.

Bueno no todos sus secretos, pero si algunos que podían meterlo en problemas si alguien lo notaba, como, por ejemplo, los libros druidas que ocultaba, la potencia de su magia, los ejercicios físicos que el Dios le había impuesto, para tener contro...

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—Sé que algo ocultas– dijo Tom sentado en la banca de piedra del jardín con un libro entre sus manos mientras veía a Draco aparecer del bosque tras la mansión Malfoy.




El rubio iba sacudiéndose las hojas de la ropa y el cabello, que no noto al chico sentado en la banca.




—¿Y qué podría ocultar?




Sishén iba con él, pero desde luego, Tom no podía verlo. El Dios sonrió al ver la mente del niño. Era inteligente y analítico, si Dragón no tenía cuidado con él, terminaría por descubrir, un poco de su juego.



—Sales a hurtadillas todas las mañanas, te cubres muy bien de que nadie te siga, ni siquiera los elfos saben dónde estás y si lo saben tú, les has prohibido decirlo. Desde luego no creo que salgas de los terrenos de la Mansión, no te creo tan irresponsable, pero lo que sea que hagas no quieres que nadie se entere.




—Vamos, Tommy– Draco lo llamaba así cuando quería molestarlo. —¿Qué cosa tan grave podría estar haciendo un niño de 6 años en el bosque?




—No lo sé. Pero quisiera que tú me lo dijeras antes de que la tía Cissa lo averigüe y estés en problemas.




—Pero no lo averiguará, porque tú siempre cubres mi espalda– Draco se sentó junto al niño pelinegro y le echo un brazo al cuello. —¿No es así, Tom?




Juego de Poder.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora