CAPÍTULO 3

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Buscó y buscó, no quería algo casual. No quería algo que se pusiera todos los días. Quería algo especial. Algo que hiciera que la mandíbula de Arta cayera al suelo. Encontró, finalmente, un vestido. Vestido que era corto, pero no demasiado, apretado y de color azul. Pensó que le quedaría genial, como un guante, que resaltaría sus ojos, hasta que se lo probó. Cuando vio cómo le quedaba, se fijó en que no se ajustaba a su cintura, que no tenía las caderas suficientes pero sí suficiente espalda. Tenía cuerpo de triángulo invertido. Lo odiaba. Sólo se veía bien de perfil. Se veía vulgar, sus pechos hacían que se viera aún peor, se veían mucho más grandes que su cadera, y su cintura no se notaba. Ya no le gustaba su cuerpo. Se puso a buscar lo más ancho que tuviera, que no se notara nada, nada de nada. Finalmente encontró una camiseta ancha, pero igualmente se notaba su pecho. Seguía sin gustarle, pero era su mejor opción. Después, eligió un pantalón de chándal largo, pues esos días estaba haciendo bastante frío. Sus amigas y compañeros de clase no notaban ese frío, pero ella sí. Quizá fuera por su notoria delgadez. Pesaba menos de lo que debería y ella lo sabía, pero pensaba que así era mejor.

— ¡T/N, a cenar! — La llamó su padre desde el piso de abajo.

— No tengo hambre, papá. — Respondió ella, asomándose desde la puerta para que la escuche.

— ¡Pues vas a comer, que llevas desde ayer sin probar nada! — Gritó su padre, se notaba molesto. Y normal, estaba preocupado por su hija, ya tuvo problemas de ese tipo y no quería que recayera. T/N optó por bajar y comer aunque fuera solo un poco, para que la dejen ir a conocer a Arta. Su padre había pedido McDonald's. Es su comida favorita, pero no creía que eso fuera bueno, cree que le hará verse peor. Le encanta, pero odia que le encante. Cuando lo prueba, se siente bien, sabe bien, pero un rato después se siente sucia, ¿por qué no se ha controlado, como hacen todas las demás? Cree que le falta madurar para tener ese autocontrol. Lo que no sabe, es que quizá esas chicas sientan los mismo que ella y hagan igual. Bajó y vio a su padre, que la estaba esperando. La miró casi como si sintiera lástima por ella, pero sin querer demostrárselo. Ella lo observaba con una cara fría, casi inexpresiva, como si estuviera muerta de algún modo. Se sentó en la mesa y comió desganada, cabizbaja y sin decir una palabra. Cuando terminó, se levantó de su asiento para tirar a la basura todo lo que sean desechos.

— ¿A qué viene ese cambio de vestimenta, T/N? — Le preguntó su padre, en un intento fallido no demostrar la preocupación clara que tenía por su hija.

— Nada, papá, no te preocupes. — Miente. T/N sube a su habitación y se encierra en ella, sin antes beber o siquiera ir al baño y ducharse. No tenía ganas. No tenía ganas de nada. Solo quería dormir y nunca tener que despertar. No porque quisiera morir, simplemente quería dormir. Se miró al espejo y observó su cuerpo. No tenía demasiadas curvas, era una adolescente, pero sus compañeras de clase sí. Tenían muy buen cuerpo, y ella no. No las miraba con envidia, sino más bien tristeza. También quería tener ese cuerpo. Tampoco por gustarle a nadie, sino por gustarse a sí misma. ¿Por qué ellas siempre están guapas, sin siquiera esforzarse, pero ella ni siquiera esforzándose puede?

ARTA Y T/NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora