El sol brilla en el cielo despejado mientras los días pasan y la fecha de la dichosa fiesta, es mañana. Me encuentro aún en la casa del abuelo, sintiendo la tensión y la emoción crecer a mi alrededor. Carlos, por otro lado, ha regresado a sus tierras, cumpliendo con sus deberes y responsabilidades en la hacienda, obligado por mí y los abuelos básicamente.
Hace dos días, nos enfrentamos a la difícil tarea de hablar con mis padres sobre nuestra relación. Carlos insistió en que debíamos hacerlo juntos, y aunque al principio me resistí, sabía que era lo correcto. Juntos llegamos a la hacienda, y lo que siguió fue una tormenta de emociones. Mamá casi tiene un colapso nervioso al verlo, y como era de esperarse, comenzó a soltar una serie de improperios y críticas hacia él.
Las cosas tomaron un giro aún más embarazoso cuando ella se atrevió a mencionar la intimidad que compartimos, insinuando el hecho de que Carlos se había metido entre mis sábanas. Él no dudó en responder con firmeza, repitiéndole lo que ya había expresado al abuelo: su deseo de casarnos. Mamá, en su frustración, llegó al punto de abofetearlo, y solo la intervención de papá evitó que la situación se volviera completamente caótica.
Mi padre se encargó de tranquilizar a mi madre, recordándole la importancia de Carlos en la hacienda. Creo que pronto comprenderá esto; su malestar se debe a razones que he llegado a entender. Carlos es, después de todo, un empleado de mi padre, yo soy su hija y le mentí. Él destacó el compromiso de Carlos con su trabajo y con las personas que dependen de él en la hacienda, y Carlos, a pesar de la inicial obstinación y resistencia por regresar, finalmente cedió ante la lógica y la responsabilidad que le esperaban allí. Además, tienen proyectos pendientes que requieren su liderazgo y habilidades, de los cuales no podía apartarse.
No me equivoqué con mi padre y mi abuelo, ambos son hombres prudentes, siempre cuidando el negocio y valorando el trabajo. Sin embargo, mi madre es un rompecabezas distinto. Su mente parece obsesionada con deshacerse de él, convirtiendo nuestros días en una carga constante. Sé que está maquinando algo, aunque no puedo descifrarlo por completo, estoy segura de que está relacionado con la próxima fiesta.
Mantengo mi palabra y evito que Carlos me toque, permitiéndole solo el contacto necesario para darle entrada y luego tomarme mi venganza muy en serio por sus bromas. Le hago recordar el motivo, y parece que funciona, aunque sé que es un golpe bajo y también un castigo para mí, pero él lo comprende y espero dejé de asustarme de muerte. Carlos sigue tomando sus medicinas y se adapta gradualmente al trabajo, siguiendo las indicaciones del médico, va bastante bien con su brazo y de la vista ya está totalmente recuperado.
A pesar de todo este caos, logramos mantenernos estables hasta esta mañana, cuando se enteró de la llegada de Antonio y casi me encerró en su cabaña. Tuvimos una discusión intensa sobre el tema; él necesita confiar en mí, estar convencido de que Antonio no representa un problema. Aunque ni yo misma sé qué está tramando mi madre, y estoy segura de que Antonio está involucrado de alguna manera.
Mi día se ve ensombrecido por sus caprichos, y más allá de las pesadas bromas que juega. Lo que más detesto es su maldita costumbre de ignorar mis mensajes. Sabe que eso me enfurece, y más porqué sabe que me preocupo por su salud, pero está tan enojado que sé que no responderá. Su silencio es una puerta cerrada que me atormenta. Es un patrón que hemos vivido antes; cuando se trata de temas delicados como mi madre y la hacienda, a veces se comporta como un niño berrinchudo o un macho cavernícola.
Estos días, la presión ha aumentado con la llegada de varios invitados de mi madre. Mi padre y yo acordamos que debo atenderlos en la hacienda, lo que ha llevado los celos de Carlos al límite, y mí i paciencia está al borde del colapso.
Decido ponerme en sus zapatos, recordando que él cedió en la cuestión de quedarse en la hacienda, así que decido ir a buscarlo. Lamentó que Kate se encuentre en Guadalajara comprando lo que necesitaremos para el evento de mañana. Juntas hemos solicitado un elegante traje, que ahora descansa en el asiento trasero de mi camioneta. Y sé que este regalo podría desencadenar otra gran pelea. Me pregunto por qué todo tiene que ser tan complicado. No tengo idea de cómo sugerirle que use el traje, o más bien, me gustaría que lo use. Por supuesto, le he dicho a mis padres que iré al evento con él, y me sorprende que mi madre no haya protestado más. ¿Qué está tramando? La incertidumbre y la tensión se ciernen sobre nosotros, y siento que estamos atrapados en una maraña de secretos y conflictos, que están por estallar.
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Te Quiero a Ti: En un mundo lleno de opciones, mi elección siempre serás tú."
RomanceNuestra historia se entrelaza en los días dorados de la infancia. Él tenía 10 años y yo apenas 7. Crecimos en la vasta y cálida hacienda de mi familia, rodeados de campos interminables y veranos eternos. Sin embargo, fue en el verano de 2005, cuando...