Capitulo 35. Nuevos amigos

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Es un hecho, somos copropietarios del Olvido. Al final, logré convencerlo, y veremos cómo utiliza el dinero para invertir y no para intentar pagar la deuda que, según él, tiene conmigo.

Tuvimos que negociar debido a las cláusulas que mamá solicitó, tal como el abuelo había mencionado. Pero una llamada bastó para que mamá aceptara pasar los pagarés a mi nombre, con un grito en el cielo, por supuesto. En ese momento, pedí que el trámite se hiciera de una vez a nombre de Christian, pero él obviamente no aceptó, y el abuelo me aconsejó que lo dejáramos así.

Papá tuvo que amenazar con el divorcio si mamá no daba su firma, y el "qué dirán" es muy importante para ella, así que finalmente firmó. Me preocupa la situación de mis padres. ¿Será que la provoqué yo? Se lo pregunté a papá, y él me pidió que no me sintiera culpable, "tu madre necesita límites", dijo.

El día en el banco fue intenso, pero finalmente logramos firmar todos los papeles. Carlos respira y se relaja, debe haber sido un momento difícil para él, al borde de perder lo que había trabajado durante todos estos años. Una sonrisa intenta apoderarse de su rostro cuando salimos del banco, y mentalmente doy saltitos de alegría por haber podido ayudarlo en este proceso.

Hoy, mi prometido se ve guapísimo vistiendo jeans, una camisa clara, un saco y, por supuesto, sus botas. Me encanta la imagen que proyectamos en el ventanal del banco mientras salimos tomados de la mano. Yo llevo un bonito vestido gris, quería lucir un poco más formal y, supongo, que él también quiso verse más serio para esta ocasión. Es un paso importante en nuestra vida, y estamos enfrentándolo juntos.

- Gracias por esto - se muestra un poco tímido.
- Lo hago por nosotros y por el futuro de nuestros posibles, aunque lejanos, hijos. Te ves muy guapo hoy, amor. ¿Dónde vamos a festejar?
- También me gusta ese vestido. Voy a trabajar duro, Inés. El Olvido será muy productivo.
- Lo sé, y eso me preocupa. Lo hablamos ayer, Carlos, necesitas encontrar un equilibrio. ¡Quiero que me dures! - bromeo - No todo debe ser trabajo.
- Puedo aprovechar que estamos aquí para ver el tema de las semillas para mis tierras. Creo que me convendría alquilar algún equipo. Quiero asegurarme de que la preparación para la siembra sea responsable, pero necesitaré maquinaria.
- ¿Por qué no hablas con papá o el abuelo?
- Ellos ya han hecho bastante, Inés.
- Ok, no discutiré eso, será tu decisión. Pero piensa que si ellos pidieron tu apoyo en asuntos de la hacienda, tú puedes hacer lo mismo. Ya eres un hombre de negocios - le digo, sonriendo mientras él se pone sus gafas de sol.

Dios, anoche me negué a dormir junto a él, y no pude conciliar el sueño sabiendo que estaba tan cerca. Estuve a punto de ir a buscarlo. ¿Qué me está pasando? Le doy un beso suave y acaricio su creciente barba.

- ¿Tienes que afeitarte todos los días?
- Cada dos o tres días, si no quiero estar muy barbón. - acaricio su barba, me muero por él - Tengo hambre, ¿qué te gustaría comer?
- El cabello también crece muy rápido.
- La greñuda, eres tú.
- ¡Oye! Nos vemos bien. - señalamos al mismo tiempo el ventanal. Lo que me hace sonreír. - Creo que sí, me quedaré contigo - bromeo.
- Yo también lo estaba pensando - miramos nuestro reflejo. - ¿Qué te gustaría comer? Si no me vas a dejar trabajar, Inés, creo que puedo hacer unas llamadas y conseguir que me reciban desde hoy.
- ¡Hoy, no! Tengo una idea - lo miro con un brillo travieso en los ojos, y él me observa con curiosidad.
- ¿Qué?
- ¡Camina!
- ¿Qué?
- No vas a saberlo - continúo caminando.
- ¿No me vas a decir?
- ¡No! - le respondo, y seguimos caminando mientras él saca las llaves de su camioneta.
- Yo manejo.
- ¡No!
- No sabes a dónde vamos, y muero por manejar tu camioneta, dame las llaves.
- ¿Me vas a decir a dónde vamos?
- ¡Es una sorpresa! - le sonrío. - ¿Las llaves, Carlos?
- No, yo manejo.
- No estamos en el pueblo.

Te Quiero a Ti: En un mundo lleno de opciones, mi elección siempre serás tú."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora